"Los niños son esponjas, son máquinas de aprender", solemos decir los adultos. Lo habrás escuchado en infinidad de ocasiones. La capacidad de los niños para absorber conocimientos nunca deja de maravillarnos. Sin embargo, a menudo olvidamos que no sólo es un extraordinario poder. Esa facilidad para el aprendizaje está directamente relacionada con sus necesidades. Además de una alimentación saludable, el amor de sus padres y protección contra las amenazas para su salud, los niños necesitan imperiosamente aprender.
No es una cuestión menor. Jean Piaget dedicó gran parte de su vida a estudiar el aprendizaje en la infancia. Este psicólogo y biólogo suizo descubrió que los niños desarrollan su inteligencia a través de la acción y el movimiento. Experimentar en su entorno, interactuar con aquellos que le rodean y adquirir experiencias jugando son impulsos fundamentales para su crecimiento intelectual. Las implicaciones alcanzan también al plano socioafectivo. De este modo, trabajar la psicomotricidad desde edades tempranas no es sólo recomendable, sino verdaderamente imprescindible. La lengua de signos es una de las herramientas más poderosas para hacerlo.
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Los signos, mucho más que comunicación con bebés
Un estudio del año 2000 demostró que los bebés signantes tienen una facilidad especial para el aprendizaje de lenguas. Recibir siempre los signos acompañados de las palabras correspondientes les aporta un apoyo extra para aprender a pronunciarlas poco a poco. También se ha comprobado que al crecer son más rápidos en la asimilación de idiomas nuevos.
Además, el manejo de cierto número de signos les da acceso a la comunicación mucho antes de adquirir habilidades de habla. Esto tiene dos consecuencias de tipo emocional. Por un lado, les proporciona un recurso sencillo para transmitir sus deseos de forma clara, sin desesperarse, evitando enfados y frustraciones. Por otro, se sienten más conectados con sus figuras de apego, fortaleciendo el vínculo que les une a ellas y su propia autoestima.
Los beneficios del uso de signos con niños pequeños trascienden el ámbito de la comunicación. Cuando un niño utiliza un signo está estimulando su psicomotricidad. Toma consciencia de su cuerpo y trabaja desde la memoria hasta la coordinación, pasando por el equilibrio y el dominio del espacio. Cuando es su figura de apego la que emplea un signo, el niño desarrolla su atención visual. Aprende a fijar la mirada para captar el significado de todo lo que le rodea. Los signos le ayudan a entender e interiorizar conceptos complejos, como las formas o los planos horizontal y vertical. Sin duda alguna, son un extraordinario aliciente para el desarrollo intelectual y cognitivo.
¿Cómo empezar a usar signos con tus hijos?
Usar signos con bebés no es lo mismo que enseñarles la lengua de signos completa. El objetivo no es que tus hijos dominen este idioma con la soltura de los intérpretes, sino que ambos tengáis una herramienta adicional para conectar. Nunca olvides la diversión: no es imprescindible utilizar los signos oficiales, podéis inventar los vuestros. También resulta gratificante observar los gestos de tu bebé, recogerlos y aprovecharlos para comunicarte con él. Los signos, más que un método cerrado y estricto, son un recurso flexible que podéis adaptar a vuestras necesidades.
Entre los 6 y los 8 meses los niños suelen estar preparados para empezar a recibir signos. Lo mejor suele ser comenzar con un pequeño número de gestos que puedan identificar con sus rutinas diarias. En el curso «Lengua de Signos para bebés» encontrarás todo lo que necesitas para ponerte en marcha. La profesora Ruth Cañadas cuenta con una amplia experiencia en el uso de signos con niños y conoce mejor que nadie su potencial y sus ventajas. Anímate a probarlos y no tardarás en advertir progresos a todos los niveles. No puedes imaginar cuántas cosas está deseando contarte tu bebé.