Gran parte de los niños que acuden con sus padres a urgencias o a la consulta del pediatra lo hacen porque tienen fiebre. Y desde luego, es normal que resulte preocupante. Con frecuencia, la fiebre aparece acompañada por irritabilidad, vómitos, dificultades respiratorias... ¿cómo no inquietarnos al ver a un niño pasar por semejante mal trago? Sin embargo, también el desconocimiento alimenta hasta cierto punto este nerviosismo. Porque, igual que los mocos, la fiebre es una gran desconocida en muchos hogares.
Hay que tener claro que la fiebre no es una enfermedad, sino un síntoma. La mayoría de las veces es una infección la que origina la elevación anormal de temperatura. "La fiebre es nuestra primera barrera defensiva para luchar contra las infecciones", explica la pediatra Lucía Galán en el curso «Crianza de 0 a 4 años». Virus y bacterias están 'cómodos' en una temperatura corporal de alrededor de 37º. Al detectar la presencia de agentes extraños, el organismo la incrementa para combatir la infección.
Es imposible encontrar un niño que jamás haya tenido fiebre. Es algo tan habitual que todo el mundo tiene clarísimo cómo actuar cuando aparece. Pero como siempre, entre los consejos bienintencionados, los remedios caseros y la sabiduría popular están las opiniones sin fundamento, los mitos y las falsas creencias. Seguro que alguien te ha recomendado alguna de estas cosas que no debes hacer si tu hijo tiene fiebre.
1. Perder los nervios a las primeras de cambio
Cuando un niño tiene una temperatura corporal igual o superior a 38º, es común que cunda el pánico. ¿Qué hacer? ¿Llevarle al médico? ¿Iniciar un tratamiento? ¿Darle un baño? Lo primero es mantener la calma y prestar atención al estado general del niño. Mientras trata de identificar la causa de la fiebre, lo que propondrá el pediatra no será combatir la temperatura, sino el malestar. "La mayor parte de las veces, la fiebre no es el dato clave para dar un diagnóstico sobre la enfermedad de un niño", explica Lucía Galán. Hay enfermedades leves que cursan con fiebres altas; y también enfermedades más graves que cursan con fiebres bajas. Lo que no hay son afecciones graves que cursen con un buen estado general. Así que ante todo, tranquilidad y observación atenta.
2. No tomarle la temperatura correctamente
Hablamos de fiebre cuando la temperatura supera los 38º medida por vía rectal, o los 37.5º por vía axilar. La primera es la más fiable, sobre todo con bebés menores de un año. No tengas miedo a causarle molestias. Aplica un poco de vaselina en la punta de un termómetro digital y verás que no le incomoda en absoluto. Obtendrás la información en muy pocos segundos.
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3. Abrigarle para que sude la fiebre
Tal vez hoy en día sea más extraño, pero antiguamente era frecuente abrigar de manera exagerada a los niños que presentaban fiebre. "Así 'suda' la fiebre", se decía. Nada que ver con la realidad. Un niño con fiebre necesita sentirse relativamente fresco, en una temperatura ambiente de unos 22º. De lo contrario, su malestar podría ir a peor. No le pongas más ropa de la necesaria y asegúrate de que se mantiene hidratado, teniendo su vaso de agua siempre a mano.
4. Iniciar un tratamiento con antitérmicos demasiado deprisa
Muchos padres echan mano del ibuprofeno o el paracetamol en cuanto comprueban que su hijo tiene fiebre. Bajar la temperatura se convierte en una obsesión. Es fundamental recordar lo que señalamos en el primer punto: no se trata la fiebre, sino el malestar. Si el niño tiene unas décimas de fiebre pero su estado general es bueno, podemos confiar en la reacción natural de su organismo. Ha elevado la la temperatura corporal para defenderse de la infección, por lo que insistir en bajarla a base de fármacos podría ser contraproducente. Existen estudios que han demostrado que los niños tratados sistemáticamente con antitérmicos al sufrir fiebre tardan más en superar la enfermedad que aquellos que sólo son tratados cuando sienten malestar.
5. Darle un baño frío para bajarle la fiebre
Si tu hijo tiene fiebre y vas a darle un baño, que sea con agua tibia. Un baño frío no conseguirá más que multiplicar su malestar e incluso podría facilitar que su temperatura corporal acabase subiendo. Ante la fiebre, los niños necesitan estar frescos... pero no tanto.
6. Administrarle paracetamol e ibuprofeno de forma alterna
Esta creencia está muy extendida. Sin embargo, por lo general no es una medida recomendable. Tal como señala Lucía Galán en el curso «Crianza de 0 a 4 años», corremos el riesgo de confundirnos con las dosis de ambos medicamentos, además de sumar los posibles efectos adversos de ambos. Sólo se debe llevar a cabo esta alternancia cuando un pediatra lo aconseja, en casos puntuales de fiebres resistentes. Por lo demás, el paracetamol suele ser el primer recurso. Tiene menos efectos secundarios y puede aplicarse desde el nacimiento. Debemos respetar siempre las instrucciones de aplicación del médico, que nos indicará cantidad y frecuencia de las dosis.
7. Repetir (o no) la dosis de antitérmico después de que vomite
Es habitual que fiebre y vómitos aparezcan simultáneamente. Entonces, ¿qué hacer si el niño vomita después de administrarle la medicación recetada por el doctor? Anota siempre la hora exacta a la que le das el fármaco. Si han pasado quince minutos o más entre la toma y la expulsión, su organismo ya habrá asimilado el antitérmico y no es necesario repetir la dosis. Si vomita en menos tiempo sí podemos administrarla de nuevo.
8. Tardar demasiado en consultar con el pediatra o en acudir a urgencias
Si un bebé menor de 6 meses tiene una temperatura corporal por encima de 38º, debemos acudir cuanto antes al centro médico. Su sistema inmune aún no se ha desarrollado por completo y las cosas podrían complicarse rápidamente. En el caso de niños de más edad, no te fijes sólo en su temperatura, sino también en su estado general. Si tiene dificultades para respirar o mantenerse despierto, si sufre convulsiones, si ya lleva un par de días con malestar leve pero constante... no dudes en recurrir a la opinión de los especialistas ante síntomas inusuales. Por supuesto, hazlo de inmediato siempre que su temperatura rebase los 40º de forma sostenida; o cuando además de fiebre sufra alguna enfermedad crónica importante.