Las mamás y los papás siempre estamos preocupados por la alimentación de los niños. Queremos que coman lo suficiente, ni poco ni demasiado; deseamos que tengan una dieta rica y variada, desprovista de fobias; y por supuesto, esperamos que se sienten a la mesa familiar contribuyendo a mantener un buen ambiente. Quizá sean precisamente nuestras expectativas las que provocan que nos agobiemos en exceso cuando aparece algún contratiempo. Muchos padres no saben cómo lidiar con las típicas 'huelgas de hambre' de los niños de 12-36 meses. Otros desconocen que la cantidad de alimento que come un bebé no es tan importante como solemos creer. Y por supuesto, están los que se desesperan cuando sus hijos siempre quieren comer lo mismo. Niños que se niegan a llevarse a la boca más que una o dos cosas.
Es fundamental mantener la calma ante los desafíos en la mesa. Debemos tener presente que a la hora de comer no sólo estamos aportando nutrientes. También estamos ofreciendo una educación alimentaria. Cuando la salud del niño no está amenazada por cuestiones relacionadas con su alimentación, lo pedagógico es más importante que lo nutricional. Por eso, si tu hijo siempre quiere comer lo mismo, descarta amenazarle, coaccionarle, castigarle u ofrecerle recompensas para conseguir que tome otra cosa. No condiciones tu afecto a lo vacío que deje el plato. Ni alabanzas por comer bien, ni represalias por comer mal. "Obligar a un niño a comer puede provocar que genere aversión hacia un alimento y le enseña a ser sumiso", advierte Julio Basulto, Dietista-Nutricionista y profesor en Escuela Bitácoras.
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Mi hijo siempre quiere comer lo mismo... y no son alimentos saludables
Si tu caso es este, tendrás que hacer autocrítica. Es complicado, por no decir imposible, que hayas llegado a este punto sin haber cometido algunos errores. En el curso «Alimentación infantil 12-36 meses», Sara Traver habla de la importancia de la prevención. "El aprendizaje que adquieren cuando son pequeños sirve para que tengan una relación sana con la comida durante toda la vida", dice la fundadora de Baby-Led Weaning España. "La alimentación en la infancia es clave para generar hábitos saludables y adecuados durante la etapa adulta", coincide Griselda Herrero, doctora en Bioquímica y Dietista-Nutricionista.
Cuando un niño sólo quiere comer galletas es porque en su casa suele haber galletas. Si rechaza todo lo que no sea pizza, es probable que haya aprendido que comer pizza es algo más que una excepción puntual. Los hábitos a la hora de comer, tanto los positivos como los negativos, se adquieren con la costumbre, las rutinas y el ejemplo. Esta regla no afecta únicamente a los más pequeños. También los adultos funcionamos de manera similar.
"Los niños no suelen comer mal por falta de alimentos saludables, sino por exceso de alimentos insaludables", sostiene Julio Basulto. La manera más eficaz de revertir los malos hábitos es imposibilitarlos. Si ya es demasiado tarde para la prevención, examina tu despensa, tu nevera y tus propios hábitos. Elimina de los estantes las opciones no saludables. Ofrece a tu hijo la posibilidad de escoger, pero siempre dentro de un abanico de alternativas sanas. Evita las presiones y los enfados. No caigas en la tentación de permitirle comer un donut "porque es mejor que coma eso que nada". Apórtale ejemplo alimentándote de manera saludable, ármate de paciencia y observa su evolución. Si te mantienes tranquila y firme, sus hábitos irán cambiando poco a poco.
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Mi hijo siempre quiere comer lo mismo... y son alimentos saludables
No es lo más habitual, pero en ocasiones sucede que los niños muestran una preferencia exclusiva por un solo plato, siendo este una opción perfectamente sana. Y ocurre que los padres nos alarmamos de la misma forma que en el supuesto anterior. Si un niño no tiene ningún problema de salud, no pasa nada porque coma lo mismo durante varios días, siempre y cuando sean alimentos saludables. A veces basta con esperar a que decida cambiar por sí mismo. Respetar sus preferencias, evitar comentarios y críticas, invitarle a probar pequeños bocados de otras cosas sin caer en la coacción... Generalmente basta con suprimir nuestras expectativas y observar.
La imaginación también es una buena aliada en estos casos. Por ejemplo, cuando un niño insiste en comer arroz, podemos buscar recetas para acompañarlo con una variedad de verduras, carnes o pescados. Si quiere tomarlo muy a menudo, localiza la opción más saludable, en este caso el arroz integral. Invitarle a participar en la preparación de las comidas también suele incrementar su deseo de probar los resultados. Además, buscando presentaciones originales y atractivas podemos despertar interés hacia alimentos que suele rechazar. No desistas a la primera de cambio: porque diga 'no' a un plato un par de veces, no asumas que jamás le gustará.
Corregir un mal hábito, esté o no relacionado con la alimentación, es siempre un objetivo que debemos plantearnos a largo plazo. Por tanto, conviene abordarlo sin ansiedad, desde la constancia y la paciencia. Los cursos sobre alimentación de Escuela Bitácoras contienen las claves para comprender cómo se relacionan los niños con la comida. No sólo desde el punto de vista de la nutrición, sino también desde el emocional. Porque la información contrastada, el consejo de los expertos y el acompañamiento respetuoso también son ingredientes imprescindibles en una dieta equilibrada.