Tus días, tus semanas, tus meses... tienen un ritmo. En muchos casos frenético, incluso estresante. Pero no deja de ser un ritmo, algo que solemos tener muy interiorizado. Tan asumido lo tenemos que normalmente olvidamos que los ritmos cambian a lo largo de la vida y que no siempre es fácil seguirlos o mantenerlos. El caso más evidente es el del nacimiento. Después de cuarenta semanas en el útero, viviendo a un ritmo más bien pasivo, el bebé llega al mundo exterior y tiene que encontrar un equilibrio completamente nuevo.
Piensa en todo lo que ocurre en ese nuevo escenario. El bebé conecta con el hambre, con el sueño, con la respiración... con un montón de sensaciones hasta entonces desconocidas. Lo hace, además, rodeado de interferencias que no existían en su anterior hogar. Por eso todas las actividades rítmicas que podamos ofrecerle le ayudarán en su autorregulación. No sólo a un bebé, sino a los niños en general. "El ritmo les ayuda a conectar con la vida diaria. Saber en qué momento pasa cada cosa les hace sentirse seguros. Además, cuando el ritmo es claro y estable su metabolismo también funciona mejor", explica María Coca, psicóloga y experta en el desarrollo de proyectos socioeducativos.
Los cuentos son un extraordinario aliado para acompañar el ritmo de los más pequeños. En el curso «Los cuentos como base del aprendizaje», María nos enseña a escogerlos y emplearlos con este y otros fines.
Más información sobre el curso «Los cuentos como base del aprendizaje»
Los cuentos y los ritmos diarios, semanales y estacionales de los niños
Los seres humanos necesitamos tanto el movimiento como la calma, tanto la expansión como la atención y la concentración. Un ritmo saludable debería incluir actividades de ambos tipos, en especial en el caso de los niños. Los dos momentos son fundamentales para su desarrollo; y a través de la lectura de cuentos podemos conectar con ese ritmo.
Pensemos en una escuela de educación infantil. La programación de una mañana convencional podría ser la siguiente.
- Juego libre a primera hora.
- Microcuento o rima.
- Desayuno.
- Juego al aire libre.
- Cuento o teatrillo.
- Hora de comer.
Como puedes observar, los momentos de rimas, cuentos y teatrillos sirven para pasar del movimiento a la calma. A lo largo de la jornada, combinamos la actividad más física con la concentración, porque esos momentos de expansión "también ayudan a los niños a conectar, a calmarse y a que la atención sea más precisa", explica María Coca. Por supuesto, esto también puede aplicarse en casa. El cuento antes de dormir es un ejemplo de ello. Es distinto al cuento narrado en el aula, promueve más la intimidad que la socialización, pero puede ayudarnos igualmente a conectar.
Pero los ritmos no son únicamente diarios. En una escuelita también hay ritmos semanales. Quizá el martes puede ser el día de los cuentos y el jueves la jornada del teatrillo. Más aún, los ritmos estacionales nos vinculan al entorno, así que podemos elegir cuentos relacionados con la época del año en que estemos. En muchos relatos hay detalles, evidentes o sutiles, que desvelan si la historia transcurre en verano, otoño, invierno o primavera. El secreto es planificar y escoger con criterio.
Más información sobre el curso «Cuentos que cuentan. Los cuentos como recurso pedagógico»
El ritmo y la repetición en la lectura de cuentos
Seguro que tus hijos o los niños de tu escuela te han pedido un montón de veces que les leas el mismo cuento. En el curso «Los cuentos como base del aprendizaje», María también nos habla de lo que ocurre cuando repetimos las lecturas. "El cuento se interioriza, pueden imaginarlo, recrear ese escenario que les hemos mostrado...", apunta. Cuando aprenden el cuento de memoria, se implican en la narración. Nos ayudan a contarlo o, si usamos un teatrillo como apoyo, a preparar los pequeños escenarios.
"Los adultos tenemos a menudo la idea de que se van a aburrir de escuchar el mismo cuento, que no van a prestar atención, pero ocurre justo al revés. Sus ojos están cada vez más abiertos. Conectan con las frases que decimos, con la trama, entiende qué ocurre, integran el vocabulario y las ideas...", añade la psicóloga. En su curso en Escuela Bitácoras aprenderás a sacar el máximo provecho didáctico a los momentos de cuento con los niños. Y si te apetece desarrollar tus habilidades como narrador y tu criterio para escoger libros, consulta también «Cuentos que cuentan», con Paloma Balandis y Cristina Saraldi.