Rudolf Steiner nació el 27 de febrero de 1861 en Donji Kraljevec, entonces en el Imperio austríaco y hoy parte de Croacia. Fue un auténtico erudito, con múltiples inquietudes que le llevaron a cultivar diversas áreas de conocimiento. Entre ellas, la educación ocupó un lugar muy especial. Steiner es el creador de la pedagogía Waldorf, que debe su nombre al primer lugar en que fueron aplicados sus principios. Emil Molt, propietario de la Waldorf-Astoria Cigarette Company en Stuttgart (Alemania), pidió a Steiner que diseñase una escuela infantil para los hijos de sus trabajadores.
De este modo, la primera escuela Waldorf abrió sus puertas en 1919. Un siglo después, la propuesta de Rudolf Steiner ha llegado a todos los rincones del planeta, con cientos de centros repartidos por el mundo. Se trata de un modelo que presta gran atención a la individualidad, al desarrollo de las capacidades que hacen único a cada niño. El fomento del pensamiento creativo y analítico es uno de sus motores fundamentales. "La exploración, el juego y las actividades artísticas favorecen que el niño se desarrolle con normalidad, seguro y feliz", explica Gema Luna en el curso «Waldorf en la primera infancia». En el aniversario del nacimiento de Steiner, examinamos su mirada hacia la infancia a través de sus propias palabras.
El único 'libro' que enseña a enseñar
"¿Dónde está el libro en que el maestro puede leer sobre lo que es la enseñanza? Los niños mismos son ese libro. No debemos aprender a enseñar de ningún otro libro que de aquel que yace abierto ante nosotros y que consiste en los propios niños".
Sin duda alguna, esta es una de las citas más conocidas de Rudolf Steiner. En cierta manera, es también un resumen de la esencia de la pedagogía Waldorf. Educar no es aplicar indistintamente un método a todos los niños, como un molde que sirve para crear piezas idénticas. Lo importante es conectar con cada uno, entender sus ritmos y acompañarles respetuosamente en su desarrollo. Entender las habilidades y la curiosidad del individuo es lo que permite ayudarle a desplegar todo su potencial.
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Imaginación, verdad y responsabilidad
"Nuestro mayor esfuerzo debe orientarse a desarrollar seres humanos libres, capaces de dar un propósito y una dirección a sus vidas. La necesidad de usar la imaginación, el sentido de la verdad y el sentimiento de responsabilidad: esas tres fuerzas son la esencia de la educación".
No sólo debemos tener presente cómo educamos, sino también con qué objetivo. ¿Es legítimo que el sistema educativo intente forjar un tipo concreto de persona? ¿O más bien debe ayudar a que cada persona encuentre lo que quiere ser, partiendo de una serie de valores? Rudolf Steiner se decantó por el segundo camino. Para transitarlo, señaló tres recursos básicos: imaginación, verdad y responsabilidad. El trabajo de los educadores consiste en apoyar a los niños mientras aprenden a utilizarlos.
Los auténticos maestros
"Los verdaderos profesores y educadores no son aquellos que han aprendido pedagogía como la ciencia para tratar con los niños, sino aquellos en los que la pedagogía ha despertado a través de la comprensión del ser humano".
De la misma manera que la educación no puede aplicarse por igual a todos los niños, tampoco existe una fórmula para convertir en maestro a cualquiera. Lo imprescindible no emana directamente del estudio, sino que se obtiene a través de la empatía y la conexión. Por supuesto, esto no significa que los conocimientos teóricos no sean relevantes. La clave es usarlos de forma crítica. Son útiles cuando nos ayudan a amplificar nuestra mirada, haciéndola más comprensiva y penetrante.
El dibujo y el desarrollo de la escritura
"Cuando los niños dibujan o pintan de forma rudimentaria, el ser humano en su conjunto desarrolla un interés en lo que está haciendo. Por eso debemos permitir que la escritura se desarrolle a partir del dibujo".
La cuestión de la lectoescritura es uno de los aspectos que suele llamar la atención en esta pedagogía. En las escuelas Waldorf, los niños aprenden a leer y escribir un poco más tarde que en los centros convencionales. Antes de ponerse a descifrar y dibujar letras y palabras, trabajan en habilidades necesarias para leer y escribir. Una vez más, se trata de respetar sus tiempos y sus ritmos. Si te interesa conocer cuáles son esas capacidades previas y cómo fomentarlas, echa un vistazo al curso «Lectoescritura», uno de los últimos lanzamientos de Escuela Bitácoras.
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Respeto, amor y libertad
"Recibe a los niños con respeto, edúcalos en el amor y déjalos ir en libertad".
El principio, el trayecto y el desenlace. Con esta breve oración, Rudolf Steiner señaló cuál debe ser la postura del adulto en cada fase del viaje educativo. Respeto, amor y libertad son tres pilares sólidos. Cuanto mayor sea su presencia, mayor será la calidad de la educación ofrecida.
Educar es aprender
"Hasta el más sabio puede aprender de los niños una cantidad incalculable de cosas".
Después de todo lo visto, casi podríamos decir que no es el niño quien más aprende en el proceso. Es el adulto, siempre y cuando esté abierto a comprender, conectar y conocer lo que hay dentro de cada pequeño. En Escuela Bitácoras contamos con tres cursos que te ayudarán a entender y aplicar los principios de esta pedagogía. Con «Waldorf en la primera infancia» descubrirás sus fundamentos básicos y obtendrás estrategias para llevarlos a la práctica. Puedes completar tu formación con «Crea tus materiales Waldorf» y «Crea tus materiales Waldorf 2». Gema Luna, maestra y fundadora de la Escuela Libre Canción de Luna, es la profesora de los tres cursos. Un total de 36 lecciones y 12 horas de vídeo en calidad 4k para llevar a tu aula o tu hogar las mejores herramientas de este modelo pedagógico.