Hace sólo un par de décadas, la pregunta “¿deben los niños compartir sus juguetes?” habría sido incuestionable. Nadie (o casi nadie) habría puesto en duda entonces que la respuesta a esta cuestión, en apariencia inocente, era un sí rotundo, sin matices. Hoy, en cambio, la solución sería como mínimo controvertida.
Así se desprende de la polémica generada por el mensaje publicado en Facebook por Alanya Kolberg, una mamá cansada de ver cómo una y otra vez, al llegar al parque con sus juguetes, su hijo era abordado por niños (desconocidos) que los reclamaban para sí; y más cansada aún de ver cómo los padres de estos niños, lejos de reprobar la conducta de sus hijos, veían con malos ojos que el hijo de Alanya no accediese a compartir sus juguetes con ellos.
Si yo, un adulto, voy al parque comiendo un sandwich, ¿estoy obligado a compartir mi saándwich con extraños? ¡No!
Alanya se pregunta públicamente por qué debemos obligar a los niños a adoptar una conducta que nosotros mismos, como adultos, no practicamos: compartir nuestras cosas con desconocidos. Si mantenemos que no hay mejor enseñanza que el ejemplo, ¿cómo podríamos pedir a nuestros hijos que hagan algo que nosotros no hacemos?
En el momento de escribir estas líneas el post de Alanya Kolberg cuenta con más de 300.000 reacciones en Facebook y ha sido compartido por más de 270.000 usuarios. Hay comentarios de todo tipo: mamás y papás que se solidarizan con Alanya, otros que tachan su conducta de grosera, otros que sostienen que es mayor grosería exigir lo que no te pertenece y quienes creen que hay que fomentar que compartan pero que la última palabra ha de ser del niño, nunca de sus progenitores…
Seguro que en alguna ocasión te has visto en una situación parecida, es algo que se da a diario en todos los parques en los que juegan niños. ¿Qué actitud adoptas ante estas situaciones?