"¿Cómo puedes aburrirte? ¡Si tienes un montón de juguetes en tu cuarto!".
"Con lo pesado que te pusiste para que te comprase ese juguete... y ahora no le haces ningún caso".
¿Te resultan familiares estas frases? Si tienes hijos, es más que probable que las hayas utilizado alguna vez. Sin que sepamos muy bien cómo, las habitaciones de los niños se han convertido en almacenes repletos de juguetes. Sin embargo, ni la abundancia ni la variedad resultan suficientes para que se diviertan. Algo falla. A menudo pensamos que los peques tienen tendencia natural a desear aquello que no poseen, a querer siempre más y más, pero su mente no suele funcionar de este modo. Los caprichos existen y no dejarán de existir, pero lo natural es que sus inquietudes no sean tan materialistas.
Pensemos en lo que ocurre cuando compramos un juguete en una tienda. Gastamos dinero, por lo general más del que consideramos justo; y entregamos el juguete al niño. ¿Quién puede resistirse a esa sonrisa, a ese brillo en los ojos cuando se lo entregamos? Su alegría al recibir el ansiado obsequio parece justificar cualquier precio... pero la historia de felicidad tiene un guión más breve de lo que esperábamos. La ilusión ante la novedad se desvanece casi tan deprisa como se arranca el papel de regalo de una caja. El objeto que parecía colmar las aspiraciones de tu hijo se convierte en uno más, perdido en algún rincón de su cuarto. La diversión deja paso al aburrimiento y al olvido. Pronto aparecerá un nuevo deseo... y vuelta a empezar.
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La importante diferencia entre deseos y necesidades
El problema de algunos deseos es que son efímeros, cambiantes y prácticamente infinitos. No sólo los de los niños. También los adultos deseamos un montón de cosas, aunque según el día nos apetecen más unas u otras. La diferencia esencial es que nosotros tenemos más capacidad para regular esos deseos, entender cuáles son importantes y elegir el momento ideal para hacerlos realidad. Sea como sea, lo que aporta bienestar no son los caprichos fugaces, sino la satisfacción de necesidades reales. En el caso de los niños, las necesidades están directamente vinculadas a su desarrollo como personas.
¿Qué relación tiene todo esto con los juguetes? Por lo general, comprando un juguete cumplimos un deseo, pero no solemos atender a verdaderas necesidades. Los juguetes más codiciados, los que aparecen en televisión hasta la saciedad, no suelen ser demasiado estimulantes. Pura lógica comercial: si el niño se aburre deprisa, el adulto no tardará en volver a la tienda en busca de uno nuevo. Más allá de sus deseos materiales, todos los niños necesitan experimentar, aprender y vincularse emocionalmente. En las jugueterías encontrarás pocas opciones que te permitan responder a todo esto. Por fortuna, conseguirlo es mucho más sencillo que sacar la tarjeta de crédito de la cartera. Sólo necesitas tiempo, ganas y mucha imaginación. Las dos primeras cosas dependen directamente de ti. Si estás dispuesto a ponerlas, tus hijos se encargarán de contagiarte la tercera.
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Fabricando juguetes con materiales reciclados: un mundo de posibilidades
Una botella de plástico puede convertirse en un barco fabuloso. A una caja de galletas le faltan un par de tijeretazos y una mano de pintura para convertirse en el garaje perfecto para una colección de cochecitos. Si además podemos salir de casa en busca de materiales, las opciones crecen de manera exponencial. En el campo y en la playa hay un montón de cosas que podemos aprovechar para nuestros proyectos: piedras, palos, conchas... Con los ojos bien abiertos no se busca, se encuentra. De este modo, además de juguetes podremos sorprender con a amigos y familiares con nuestros adornos, joyas y otros regalos originales.
Es posible que un juguete fabricado con materiales reciclados también aburra a tu hijo más rápido de lo que esperabas. Y cuando se aburra, querrá más. La diferencia es que no estará deseando regresar a la tienda. Lo que querrá será programar una nueva excursión contigo, conservar cada material que le resulte interesante, imaginar en qué puede transformar cada cosa, improvisar durante la fabricación... Estará aprendiendo. Estará experimentando. Y cada vez que mire a sus creaciones en la estantería, estará recordando cómo las imaginasteis y construisteis juntos.
No podemos darte el tiempo y las ganas para empezar a fabricar juguetes reciclados, pero sí podemos proporcionarte ideas. En el curso «Materiales educativos DIY en la primera infancia», Cristina Ramírez te hace un montón de propuestas para comenzar desde cero. Antes de que puedas darte cuenta estarás viendo un posible proyecto en objetos que te parecían inservibles. Si además de las herramientas y los materiales quieres preparar los ambientes de juego idóneos, no te pierdas el curso «Materiales y recursos para aprender jugando», con Laura Estremera. La aventura de jugar, crear y descubrir os está esperando.