La capacidad para abordar problemas y buscar soluciones es una de las más importantes y decisivas en la vida humana. Cuando mamás, papás y docentes pensamos en el legado que queremos dejar a nuestros hijos o alumnos, sabemos que esa habilidad para superar obstáculos puede determinar su futuro. Porque, como jóvenes y como adultos, tendrán que enfrentarse a diario a contratiempos, conflictos y retos; tanto en lo personal como en situaciones sociales, académicas y profesionales.
El pensamiento científico es una valiosa herramienta a la hora de encarar problemas, por lo que favorecer su desarrollo desde la primera infancia es fundamental. Conviene distinguirlo de lo que coloquialmente y en contextos escolares solemos llamar ciencias. Al hablar de pensamiento científico no nos referimos exclusivamente a biología, física o matemáticas. Involucra el conocimiento del entorno, la capacidad de análisis, la comprensión de relaciones de causa y efecto, la formulación de hipótesis, el desarrollo de estrategias... en definitiva, la destreza para construir aprendizajes cada vez más complejos.
Porque cuando disponen de afecto, confianza, tiempo y acompañamiento, los niños son constructores de su propio aprendizaje. Así lo entiende Laura Estremera, educadora y profesora del curso «Materiales y recursos para aprender jugando». "El niño es un ser activo, autónomo, capaz y competente que se va desarrollando si respetamos su deseo, su motivación y sus necesidades", sostiene. En esta formación, Laura nos presenta uno de los recursos más potentes para fomentar el desarrollo del pensamiento científico en la etapa 0-3 años: las provocaciones.
Más información sobre el curso «Materiales y recursos para aprender jugando»
Qué son las provocaciones y como estimulan el pensamiento científico
El concepto de provocación que propone Estremera es sencillo, aunque ni mucho menos simple. Esencialmente es una invitación. Invitamos a los niños a jugar y explorar manipulando unos materiales que les ofrecemos. Como podrás suponer, no se trata de unos materiales cualquiera, ni seleccionados al azar. Son materiales que el adulto acompañantes elige y presenta cuidadosamente, tras observar necesidades o inquietudes concretas en los niños.
Al plantear provocaciones optaremos preferiblemente por materiales naturales, que proporcionen al infante distinta información sensorial. Pueden ser elementos que favorezcan la combinación, como unas anillas de madera de varios colores; o elementos que favorezcan la transformación, como el barro, el agua, la harina... materiales que cambiarán a medida que el niño juegue y experimente con ellos.
Cuando las provocaciones ofrecen materiales atractivos y ajustados a la etapa de desarrollo de los infantes, el pensamiento científico entra —nunca mejor dicho— en juego. "Se desarrolla de forma natural a través de las preguntas que se hacen mientras juegan. ¿Qué es esto? ¿Para qué sirve? ¿Qué ocurre si...? Se plantean problemas e hipótesis y encuentran soluciones", explica Laura Estremera.
La clave es promover el aprendizaje a través del juego, la experimentación y el descubrimiento. Una visión que encaja con lo que la neuroeducación establece sobre la manera en que aprende el cerebro infantil.
La curiosidad enciende la emoción y abre las fronteras de la atención. El juego, combinación de emoción y placer, es el arma de aprendizaje más poderosa.
Francisco Mora - Neuroeducación (2014)
Más información sobre el curso «Desarrollo de los primeros años»
Entonces, ¿una provocación es una actividad como cualquier otra?
Evidentemente, la respuesta es no. Para empezar, las actividades tradicionales sí están dirigidas por un adulto. En las provocaciones, además, no existen objetivos concretos. Tampoco hay resultados correctos ni erróneos. No pretendemos que los niños y las niñas alcancen una conclusión determinada. Lo que nos interesa es el proceso, las preguntas que se hacen mientras juegan. "Es una invitación para que, según tu curiosidad, tu deseo, tu motivación o ganas de descubrir, puedas jugar y que el juego ayude a tu desarrollo", matiza Estremera.
Por eso no es obligatorio participar, a diferencia de muchas de las actividades que se plantean en aulas de educación infantil. La propuesta es abierta, no solo en cuanto a la decisión de tomar parte, sino también en lo relacionado con el cómo. En las provocaciones intentamos ofrecer materiales que puedan usarse de múltiples maneras. Recuerda que los protagonistas no son los elementos que presentamos, sino los niños: ellos darán vida a esos materiales.
Además, estos materiales abiertos facilitarán que la provocación pueda adaptarse a distintos ritmos y etapas. Un bebé de pocos meses quizá decida llevarse a la boca una anilla de madera, pero una niña de 3 años puede jugar con ella de muchas otras formas. Lo imprescindible al plantear provocaciones es valorar las necesidades de los infantes. "Una misma edad cronológica no significa que dos niños necesiten lo mismo y en el mismo momento", advierte Laura.
En el curso «Materiales y recursos para aprender jugando» estudiamos ejemplos de provocaciones con un amplio abanico de materiales. También examinamos las posibilidades de realizarlas en exteriores e interiores; y analizamos el rol del adulto antes, durante y después de una provocación. Todo de la mano de Laura Estremera, maestra, psicomotricista y una de las divulgadoras más prestigiosas de España en materia de educación infantil.