Decía Jorge Luis Borges que el libro es "el más asombroso" de los instrumentos creados por el ser humano. “Los demás son extensiones de su cuerpo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”, argumentaba el genial escritor argentino. En efecto, la lectura es una pasión que tiene un comienzo, pero jamás alcanza un final definitivo. Crece con nosotros y nos acompaña durante toda la vida.
La mayoría de los lectores adultos nos enamoramos de la lectura antes de aprender a leer. ¿Cómo? A través de los cuentos, de los relatos fascinantes que papá y mamá extraían de aquellas páginas repletas de ilustraciones. A menudo, la hora reservada para ese instante llegaba justo antes de meternos en cama. Ese momento ha llenado de felicidad la infancia de muchísimos niños, que aprendimos así a soñar incluso desde antes de quedarnos dormidos.
Brindar a nuestros hijos un momento y un espacio diario para leer juntos es uno de los regalos más bellos que podemos hacerles. Con el ajetreo de las jornadas laborales y escolares, suele ser al final del día cuando encontramos el contexto idóneo para instalar este ritual. Es un paréntesis en el que tanto ellos como nosotros mismos podemos relajarnos y sacudirnos el estrés. Ordenamos pensamientos y emociones, sentimos calma y nos preparamos para el descanso.
Los beneficios que la lectura tiene en el desarrollo son sobradamente conocidos. A través de los cuentos, los niños amplían su vocabulario, progresan en el manejo del idioma, multiplican su imaginación y su creatividad, adquieren valores, mejoran sus capacidades de atención y razonamiento… y un interminable etcétera. Si les acompañamos en esta actividad tan enriquecedora, las recompensas emocionales serán incluso mayores para ambos.

Más información sobre el curso «Cuentos que cuentan»
El momento de los cuentos es, por encima de todo, un momento de comunicación y complicidad entre padres e hijos. No existe un instante mejor para acceder a los sentimientos de tu pequeño, seguro y conectado contigo al escuchar tu voz contando historias maravillosas. Los cuentos nos abren una puerta a un espacio común lleno de ternura y placeres. Visitar ese territorio cada día fortalece vínculos y contribuye a crear una relación más íntima, profunda y saludable.
Cómo sacar tiempo para leer un cuento con tu hijo
Merece la pena convertir la lectura compartida no en una alternativa, sino en una de nuestras prioridades. No siempre resulta sencillo encontrar unos minutos de paz tras un día agotador, pero precisamente por eso debemos darle importancia. Podemos, por ejemplo, suprimir tiempo de pantallas para rescatar ese ratito para leer. Tal como recuerda Beatriz Millán en el curso «Cómo apasionar a los niños por la lectura», lo cierto es que “un niño nunca recuerda su mejor día de tele”, por mucho que le gusten los dibujos animados.
A medida que crecen, nuestros hijos prefieren pasar cada vez más tiempo solos. Si les transmitimos el amor por la lectura también querrán disfrutarlo en soledad. Aprenderán a buscar por sí mismos esas sensaciones mágicas que nosotros les hemos enseñado a saborear. Es otro motivo para aprovechar la oportunidad de pasar tiempo con ellos que nos ofrece el cuento antes de dormir. Tarde o temprano dejarán de querer escucharlo, pero hasta entonces vivirán una preciosa etapa en la que querrás participar.
Nunca es demasiado pronto para empezar a compartir cuentos con los más pequeños. En el curso «Cómo apasionar a los niños por la lectura», de Beatriz Millán, puedes encontrar las claves para introducir a tus hijos en el maravilloso mundo de los libros. Un universo en el que se divierten, maduran y aprenden. Si te interesa saber cómo seleccionar las lecturas más apropiadas para cada etapa de su desarrollo, no dejes de echar un vistazo al curso «Cuentos que cuentan: Los cuentos como recurso pedagógico», de Paloma Balandis y Cristina Saraldi.