La idea de reunirse en torno a la mesa para comer resulta atractiva para cualquier familia. Además, está comprobado que es un hábito que fomenta la comunicación, el buen ambiente y los hábitos alimentarios positivos. Lamentablemente, no todo el mundo tiene la posibilidad de hacerlo a diario. Según datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, alrededor de dos millones de niños españoles son usuarios habituales de comedores escolares. Muchas familias eligen esta alternativa ante las dificultades para compartir mesa en el hogar, principalmente por motivos laborales. Sin embargo, esa no es la única razón por la que se toma la vía del comedor escolar.
"Le mando al comedor para que coma de todo" o "es que allí se alimenta mejor" son argumentos esgrimidos con frecuencia. De hecho, es cada vez más habitual escuchar a padres explicándose de este modo. Por supuesto, se trata de una percepción personal, que no deberíamos asumir como realidad palmaria sin someterla a reflexión. En el curso «Comer en el comedor escolar», el nutricionista Julio Basulto nos recuerda varios factores que debemos considerar antes de tomar la decisión de enviar a un niño a un comedor escolar; sobre todo, si lo hacemos en base a justificaciones de este tipo. Un aspecto a tener presente es la importancia real de los menús del comedor dentro de la alimentación general del pequeño. Y otro, no menos relevante, el verdadero origen de la mayor parte de los problemas relacionados con la alimentación infantil.
¿Qué peso tiene el menú del comedor escolar en la salud del niño?
Los menús de los comedores escolares han mejorado de forma considerable durante los últimos tiempos. Las propuestas son cada vez más saludables, sin que esto suponga que no haya excepciones o cuestiones todavía por pulir. En términos generales, se puede decir que en numerosos comedores se ofrece una alimentación sana y de calidad. Sin embargo, esto no es suficiente. No podemos asumir que un niño estará bien nutrido por el simple hecho de acudir a diario a un comedor.
La dietista y nutricionista María Manera Bassols calculó que un niño que come a diario en su escuela realizará allí apenas un 9% de las ingestas anuales. Todos los desayunos, meriendas y cenas, así como las comidas correspondientes a fines de semana y días no lectivos, las hará en el hogar. "El papel del comedor escolar será pequeño por muy bueno que sea el menú. Difícilmente va a mejorar la salud de nuestros hijos", subraya Julio Basulto. Los padres continuamos supervisando la mayor parte de las ingestas. Nuestra responsabilidad sobre los alimentos que consumen y los hábitos que adoptan es absoluta.
Por otra parte, conviene sopesar que no sólo el menú del comedor afecta a la salud de los niños. No es extraño que en algunos centros se intente obligar a comer a los alumnos, recurriendo incluso al chantaje. "La presión, la coacción y el chantaje pueden condicionar durante mucho tiempo, generar aversiones de por vida, conducir a trastornos de comportamiento alimentario y aumentar el riesgo de obesidad", advierte Basulto.
Más información sobre el curso «Comer en el comedor escolar»
Los problemas (y las soluciones) están en casa
Saber qué ocurre en el comedor escolar es fundamental. Esto incluye prestar atención al menú y también interesarnos por el trato que reciben los niños mientras se alimentan. Pero sobre todo, utilicemos o no el comedor, es preciso recordar que la clave siempre está en casa. Muchos niños tienen acceso a alimentos superfluos estando bajo supervisión de sus padres. Y no son menos los que adquieren en el hogar hábitos nada recomendables, como el de comer mientras utilizan una tablet.
Compartir tres o más comidas en familia por semana tiene muchos más beneficios de los que imaginamos. Según un estudio del año 2011, esta costumbre reduce un 12% las posibilidades de que los niños sufran exceso de peso. Las opciones de que consuman alimentos insanos bajan un 20%; y las posibilidades de que padezcan trastornos alimentarios, un 35%. Por contra, la probabilidad de que tomen alimentos saludables crece en un 24%. Todo esto reservando tiempo para al menos tres comidas semanales. Sin lugar a dudas, un hábito perfectamente compatible con la asistencia a un comedor.
El curso «Comer en el comedor escolar» es una guía para no perder de vista la alimentación de tus hijos, si llega el momento de que empiecen a comer en el colegio. Distinguir qué menú es más conveniente para los niños, conocer cuándo y cómo tenemos derecho a modificar su composición, gestionar casos especiales como alergias e intolerancias... son algunas de las cuestiones que abordan los dos profesionales que dirigen la formación. Julio Basulto examina el área dietético-nutricional; el abogado Francisco José Ojuelos, experto en Derecho Alimentario, se encarga del ámbito jurídico.