Según algunas fuentes, el consumo de yodo de la mitad de las embarazadas españolas está por debajo de los niveles recomendados por las autoridades sanitarias. La mayor parte de esas mujeres y sus familias desconocen las importantes consecuencias que puede tener esa deficiencia. "El déficit de yodo puede provocar patologías en el feto, la mujer embarazada, los recién nacidos, los niños y los adultos", advierte Luis Ruiz Guzmán, profesor en el curso «Yodo materno infantil» en Escuela Bitácoras. Este pediatra, especializado en Lactancia Materna y Senología, ha realizado importantes esfuerzos por concienciar sobre la carencia de yodo. No es para menos: se trata de un problema que afecta a más de 1.000 millones de personas en el mundo.
El asunto es complejo por diversos motivos. Las necesidades diarias de yodo no son uniformes a lo largo de la vida humana, sino que cambian entre una etapa y otra. Durante el embarazo y la lactancia pueden llegar a multiplicarse por dos. El yodo está directamente relacionado con las hormonas tiroideas, que desempeñan un papel decisivo en el correcto crecimiento del bebé durante la gestación. Por eso, la deficiencia de este micronutriente puede ocasionar distintos trastornos en su desarrollo cerebral, muchos de ellos irreversibles.
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Déficit de yodo y alimentación
Hay mucha gente que nunca ha escuchado hablar sobre los riesgos de una ingesta insuficiente de yodo. Quizá sea tu caso. Sin embargo, para la Organización Mundial de la Salud se trata de un asunto de máxima importancia. En determinadas zonas de nuestro planeta, el déficit de yodo es especialmente acusado, con lo que esto supone para la salud de niños, niñas y población general. Es cierto que durante los últimos tiempos se han hecho avances en la materia. Hace tres décadas, se calcula que apenas el 20% de los hogares tenía por costumbre el consumo de sal yodada; en la actualidad es un hábito mucho más extendido. Con todo, todavía queda mucho trabajo por hacer.
De hecho, se calcula que existe deficiencia de yodo en casi todos los países de Europa. Quizá de manera moderada, como en España, pero con peligros aún presentes. En términos generales, este problema tiende a aparecer más en el interior y la montaña que en zonas costeras. Es cuestión de costumbres. El yodo se encuentra principalmente en el mar; y el consumo medio de pescado suele ser superior en poblaciones próximas a la costa. Además, los lácteos elaborados con leche de vacas criadas en estas zonas tienen también mayor contenido en yodo.
"El yodo es salud", subraya el doctor Luis Ruiz Guzmán, que anima al uso controlado de sal yodada en la condimentación de alimentos. Sin lugar a dudas, en la educación y la concienciación están las claves para erradicar definitivamente los trastornos por deficiencia de este mineral. De forma especial, entre las mujeres. Entre las embarazadas, entre aquellas que busquen un embarazo y entre las que ofrecen lactancia materna a sus hijos.
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Embarazo, lactancia y déficit de yodo
Entre la infancia, el déficit de yodo durante la gestación es la causa evitable de deterioro mental y parálisis cerebral más importante en el mundo. Así de serio es el asunto del que hablamos. El impacto de muchos trastornos neurológicos podría minimizarse sencillamente a través del uso generalizado de sal yodada. Los expertos médicos alertan sobre la necesidad de que las futuras mamás controlen sus ingestas de yodo no a partir del embarazo, sino desde mucho antes.
Un estudio realizado en España, con participación de 250 mujeres, desveló que muchas padecen hipotiroidismo gestacional grave o ligero. Y lo que es más alarmante: se detectó que el problema puede estar infradiagnosticado o indebidamente diagnosticado en muchos centros. En la actualidad, endocrinos y ginecólogos aconsejan que las mujeres que deseen tener hijos controlen su función tiroidea desde el momento en que deciden buscar el embarazo.
Porque los peligros no sólo afectan al desarrollo saludable del feto, sino también al periodo inmediatamente posterior al nacimiento. "El hipotiroidismo materno puede afectar de manera negativa a la producción de leche materna", apunta Luis Ruiz Guzmán. La hormona tiroidea, con la que se relaciona el consumo de yodo, es también esencial para asegurar el curso normal de la lactancia.
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