La introducción de alimentos complementarios es uno de los primeros grandes cambios en la vida de un bebé. Después de varios meses alimentándose a base de leche materna o de fórmula llega el momento de probar cosas nuevas. En primer lugar, los padres debemos decidir si optamos por el Baby Led Weaning (BLW). No son pocos los que tienen dudas, quizá influenciados por los falsos mitos acerca de este método que aún perviven. Quienes apuestan por la alimentación complementaria autorregulada deben aún resolver una segunda cuestión. ¿Cómo saber cuándo está el bebé preparado para consumir alimentos sólidos?
Algunos piensan que es seguro ofrecer trozos de alimentos a los niños a partir de los seis meses. Otros creen que un incremento de las tomas de leche que demanda significa que necesita nuevos aportes. Y no falta quien dice que si un niño se mete las manos en la boca con cierta frecuencia, o si mueve su boca cuando ve comer a los adultos, está demostrando interés en lo que ve en sus platos. Todas estas señales pueden conducirnos a confusiones.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la leche materna (o en su defecto, la de fórmula) debe ser el alimento principal de los niños durante su primer año de vida. También apunta que la lactancia debe ser exclusiva y a demanda durante el primer semestre. El organismo hace hincapié en este aspecto. Los beneficios de mantener lactancia materna en exclusividad hasta los tres, cuatro o cinco meses son inferiores que manteniéndola hasta los seis.
En el curso «BLW. Alimentación complementaria autorregulada», el nutricionista Julio Basulto alude a un estudio del doctor Adriano Cattaneo sobre el tema. En él define tres pistas básicas que nos revelan si un bebé está preparado para empezar a consumir alimentos sólidos.
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1. El bebé se mantiene sentado
Para poder comer sus primeros alimentos sólidos, el bebé debe ser capaz de mantenerse sentado. Es preciso que muestre cierta firmeza, no basta con que logre estar sentado unos segundos. "Su espalda debe sujetar perfectamente el peso de su cuerpo y su cabeza", detalla Sara Traver en el curso «BLW. De la teoría a la práctica». Los hitos motrices también son relevantes en los aspectos relacionados con la alimentación. El hecho de que consiga mantenerse sentado, por ejemplo, nos indica que su sistema digestivo tiene la madurez suficiente para recibir sólidos.
2. Coordinación ojos-mano-boca
De sentido común. Para comer por sí mismo, es imprescindible que el bebé pueda llevar la mano a los alimentos que ve; y justo a continuación, introducirlos en su boca. Si el niño no es capaz de hacerlo, significa que aún no está preparado. "No creo que hagan falta explicaciones científicas para entender cuándo un bebé está listo para comer, como tampoco son necesarias para entender cuándo está preparado para caminar", reflexiona Julio Basulto. Como puedes observar, estas señales son claras e inequívocas. El doctor Adriano Cattaneo descarta que el exceso de cautela por parte de los padres sea un riesgo a considerar.
3. No tiene reflejo de extrusión
Cuando introducimos algo en la boca de un bebé de tres o cuatro meses, automáticamente lo expulsa sacando la lengua. Esto es el reflejo de extrusión, un mecanismo protector que evita atragantamientos. Desaparece cuando el niño está preparado para llevarse a la boca algo que no sea el pecho de su madre o una tetina de biberón. Los casos en que un bebé reúne estas tres señales antes de los seis meses son verdaderamente extraños. De hecho, es más habitual que tarden un poco más. Tanto Adriano Cattaneo como la Academia Americana de Pediatría apuntan que hay niños que llegan a los ocho o nueve meses sin aceptar sólidos, sin que esto sea en absoluto preocupante. La leche es su alimento principal durante el primer año de vida. Con él estarán perfectamente nutridos.
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4. Otras señales en las que apoyarnos
Cuando el niño tiene seis meses o más y observamos en él estos rasgos, podemos empezar a ofrecerle alimentos sólidos, tomando las medidas de seguridad pertinentes. Para disipar todas las dudas, Sara Traver nos enumera otras señales a tener en cuenta. Por ejemplo, su habilidad con las manos. ¿Tiene destreza cogiendo y manipulando objetos? ¿Sabe cambiarlos de una mano a otra? Es buena señal. ¿Qué hace cuando comemos? ¿Muestra interés? ¿Mueve la boca? También es un síntoma positivo. Eso sí, debemos ser cuidadosos. No es extraño que los niños imiten aquello que nos ven hacer. Lo ideal es esperar a detectar todas estas señales, no agarrarnos sólo a una de ellas.
Es normal que a los padres nos apetezca probar algo nuevo, después de seis meses a base de pecho y/o biberones. Pero los pasos a dar no deben ser rápidos, sino firmes y seguros. "No podemos retirar tomas de leche a favor de alimentos. Debemos tener claro que los sólidos son complementarios, que lo principal es la leche y que lo normal es que con eso esté bien alimentado. Si ofreces a tu hijo la oportunidad de escoger alimentos y llevárselos a la boca, no lo hará con cuatro meses. Cada uno lo hace cuando le toca, porque no todos son iguales", concluye Sara Traver. En cuanto el proceso comience... paciencia, paciencia y más paciencia. "Si quieres que tu hijo aprenda a alimentarse, no insistas para que coma", advierte Julio Basulto.