La pedagogía Reggio Emilia es cada vez más conocida y aplicada en todo el mundo. Sus orígenes se remontan al periodo posterior a la II Guerra Mundial, en la región italiana de la Emilia-Romagna. Fue allí donde un pequeño grupo de familias tomó la iniciativa para crear un modelo de escuela distinto. Esos fueron los cimientos del enfoque Reggio Emilia, desarrollado principalmente por el pedagogo Loris Malaguzzi. Aunque falleció en 1994, sus aportaciones conservan por completo su vigencia. De hecho, es posible que sean hoy más interesantes y aplicables que nunca.
Reggio Emilia es una apuesta firme por la curiosidad, la creatividad y el inmenso potencial de los niños. Por comprender que no son hojas en blanco, ni recipientes vacíos que podamos llenar de conocimientos, sino constructores de su propio aprendizaje. Los espacios de luz y el juego con la luz están entre los aspectos característicos y fundamentales de esta propuesta. Con herramientas como las cajas o las mesas de luz podemos aplicar este enfoque en el hogar o un aula de educación infantil.

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Espacios de luz y juego con la luz en Reggio Emilia
Una mesa de luz es básicamente una tabla lisa dotada de iluminación. Puedes fabricar la tuya en casa: en el curso «Materiales educativos DIY en la primera infancia», Cristina Ramírez te cuenta cómo hacerlo paso a paso. También las encontrarás a la venta en tiendas. En cualquier caso, lo relevante no es tanto la herramienta como la forma de utilizarla.
"El taller de luz es un elemento importante dentro del enfoque pedagógico Reggio Emilia", señala Elena Muñoz, "la tecnología se contempla como una herramienta más a disposición de los niños. Las cajas de luz, proyectores, retroproyectores... sirven para crear contextos ricos, con múltiples posibilidades de aprendizaje".
"La luz es esencial para la vida y es fascinante. Promueve la experimentación y la investigación. Nos permite lanzar preguntas a los niños y seguir investigando. Un espacio de luz es un espacio inmersivo donde hay un montón de propuestas de exploración libre. Promueve la curiosidad innata de los niños y desarrolla su creatividad", añade Elena.
Los materiales empleados en Reggio Emilia siempre estimulan la experimentación, la manipulación y la transformación. Están disponibles en un espacio preparado de manera cuidadosa, en el que el educador se posiciona como guía y colaborador del niño. Sobre todo ello profundiza Elena Muñoz en el curso «Reggio Emilia y el juego con la luz».

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Las actividades en el taller de luz y sus beneficios
Los bebés pueden empezar a familiarizarse con las formas y los colores jugando en la mesa de luz. Cuando avanzan en el proceso de lectoescritura, la luz les ayuda a relacionarse con letras y números. Y con el apoyo de la luz también podemos contar cuentos e historias, observar animales, hacer puzzles y construcciones... Desde matemáticas hasta lenguaje, pasando por arte y ciencias, las tareas y juegos que podemos abordar en una mesa de luz son casi infinitos. La creatividad, auténtico pilar de la pedagogía Reggio Emilia, ocupa ineludiblemente un lugar destacado en todos ellos.
El taller de luz es un formidable alimento para la curiosidad de los niños. Genera momentos en los que pueden encontrar la calma y tienen oportunidades para concentrarse en la experimentación. El juego en este contexto se hace rico, variado y prolongado, con alicientes para la vista, pero también para el resto de los sentidos. Podemos trabajar la motricidad fina manipulando objetos en la mesa de luz; y los aromas y las texturas también tendrán presencia si escogemos materiales extraídos de la naturaleza.
En el curso «Reggio Emilia y el juego con la luz» descubrirás ideas para divertirte y aprender con la luz junto a tus hijos. La manera más amena de iniciarte en este modelo pedagógico, en el que el niño y sus capacidades son los grandes protagonistas.