Haga lo que haga una madre o un padre, llegará el momento en que su hijo rompa las normas. No importa si el adulto ha sido un modelo de comportamiento perfecto, ni si ha establecido límites justos y coherentes. Tarde o temprano, por error o a conciencia, niños y adolescentes infringen las reglas marcadas por sus padres. La gestión que cada adulto hace de este tipo de situaciones es lo que define su estilo parental. Por supuesto, también nos posiciona cada palabra que empleamos, cada decisión que tomamos y cada minuto que decidimos pasar o no con nuestros hijos; pero es ante los conflictos cuando tomamos una posición más evidente.
El tema ha interesado a científicos e investigadores desde hace décadas. En el curso «Rabietas y límites desde el respeto», Alberto Soler presenta uno de los trabajos de referencia al respecto, el realizado por Diana Baumrind. La psicóloga estadounidense clasificó en tres categorías los estilos parentales: autoritario, permisivo y democrático (también conocido como autorizativo). No es una tipología cerrada, sino que todas las madres y padres solemos mezclar rasgos de los tres. También es común que las circunstancias nos hagan cambiar entre un estilo y otro a lo largo del tiempo. Lo interesante es que en la mayor parte de los casos hay uno que predomina claramente sobre los demás.
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El estilo parental autoritario
Los padres que emplean este estilo tratan de modelar, controlar y dirigir las conductas de sus hijos con ideas rígidas. Las normas en el hogar son algo impuesto por ellos, sin mediar explicaciones o negociación. Convierten a los niños en subordinados. Por eso, las responsabilidades que se les conceden no tienen que ver con la confianza, sino con la intención de inculcarles respeto por el trabajo. Estos padres no acostumbran a ofrecer muestras de afecto. Tampoco suelen tener en cuenta las necesidades e intereses de sus hijos. Utilizan castigos para intentar corregir comportamientos que les parecen incorrectos. Para ellos, la obediencia total es una virtud, una prueba de que los jóvenes interiorizan su criterio.
El estilo parental permisivo
Cuando es el estilo dominante, los deseos e intereses de los niños tienen mucho peso en las interacciones entre padres e hijos. Los padres con estilo permisivo no muestran gran interés en imponer normas, realizar exigencias o ejercer control sobre los pequeños. Orientan su atención hacia el desarrollo de la autonomía de sus hijos, un aspecto al que dan una gran importancia. Desean darles toda la libertad posible. De ahí que no se presenten como modelos de comportamiento ni como agentes correctores. Son más bien un recurso que está disponible cuando los niños lo necesitan.
- Estilo permisivo indulgente. Los padres mantienen un alto nivel de responsabilidad hacia sus hijos, pero un bajo nivel de exigencia.
- Estilo permisivo negligente. Los padres presentan bajos niveles tanto de responsabilidad como de exigencia hacia sus hijos, construyendo relaciones frías.
El estilo parental autorizativo o democrático
Este estilo es el de los padres que establecen relaciones cálidas, afectuosas y comunicativas, sin olvidar la firmeza y la exigencia. Intentan aplicar su autoridad de manera racional, imponiéndola sólo en momentos concretos. El cuidado de la comunicación con sus hijos es una prioridad para ellos y se mantienen abiertos al intercambio de opiniones. En consecuencia, explican el sentido de las normas y escuchan argumentos cuando los niños se niegan a cumplirlas. Por eso valoran su obediencia, pero también sus deseos, intereses y cualidades personales.
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¿Cómo influyen los estilos parentales en el desarrollo de los niños?
La investigación científica ha demostrado que los estilos utilizados por los padres pueden influir a corto, medio y largo plazo en los niños. Seguro que no te sorprende que los problemas psicológicos se asocien principalmente a aquellos en que tienen cabida los gritos, castigos y el sentimiento de culpa. El empleo de estos 'recursos' puede provocar aislamiento social, depresiones o ansiedad, entre otras consecuencias negativas. Con todo, conviene subrayar que no sólo influye cómo corregimos las conductas. También pesa lo que hacemos para cuidar y fortalecer los vínculos que nos unen a ellos. Como hemos visto antes, cada estilo tiene aparejados ciertos grados de cercanía, confianza y apego.
Así, el estilo democrático se asocia con los niveles más bajos de sintomatología, al contrario que los estilos autoritario y permisivo negligente. Curiosamente, un estudio realizado en España no demostró ninguna relación entre el estilo permisivo indulgente y los problemas antes referidos. ¿El motivo? No está claro. Entre otras hipótesis, algunos investigadores han barajado que la calidez de los lazos entre estos padres y sus hijos podría compensar la falta de control.
Las clasificaciones de estilos parentales son ante todo orientativas. Pero podemos afirmar que el correcto desarrollo de los niños pasa por las demostraciones de afecto, por la armonía entre amabilidad y firmeza, por supervisar su conducta al mismo tiempo que fomentamos su autonomía. Porque las normas y los límites son necesarios, pero el cariño, los cuidados y el respeto mutuo lo son todavía más. En los cursos sobre autoridad de Escuela Bitácoras encontrarás las propuestas de los profesionales más prestigiosos para desarrollar tu estilo parental desde el amor y la determinación. Herramientas eficaces para ofrecer a tus hijos una educación enriquecedora y coherente.