Los padres marcan los límites, los hijos los aceptan. Cuando no lo hacen, mamá o papá proceden a emitir una advertencia, incluso una amenaza. Si la actitud rebelde persiste, llega el momento del castigo, el sermón, la retirada de privilegios, el aumento de las medidas de control... Pero con eso y con todo, no existe fórmula que garantice que el comportamiento quede corregido. En ocasiones, la sanción parece eficaz; aunque los padres solemos olvidar varias cosas que podemos provocar sin darnos cuenta al castigar a nuestros hijos. Entre otras muchas consideraciones, el uso de premios y castigos afecta a la motivación de los niños.
Muchos padres confiesan pasarlo mal cuando castigan a sus hijos. Sin embargo, aceptan el castigo como 'mal menor': piensan que en ciertas ocasiones no existe alternativa para la resolución de problemas y conflictos. Esta clase de creencias fue lo que motivó a Jane Nelsen y Lynn Lott para crear y difundir el modelo de Disciplina Positiva. Se trata de una propuesta que nos invita a cambiar la forma en que gestionamos nuestra autoridad como padres. Lott y Nelsen nos proponen olvidar las fórmulas punitivas y de control, sustituyéndolas por una comunicación basada en el equilibrio entre amabilidad y firmeza. "La firmeza, cuando se acompaña con la amabilidad, equivale a respeto por el niño, por nosotros y por la situación", explican las autoras.

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Límites para niños y adolescentes desde la perspectiva de Disciplina Positiva
Antes de seguir leyendo piensa durante un par de minutos. ¿Cuál es la finalidad de los límites? ¿Por qué establecemos un momento para hacer los deberes, o un tiempo máximo durante el que se puede utilizar el teléfono móvil o la videoconsola? Los objetivos esenciales son dos. En primer lugar, educar a los niños y adolescentes. Y además, proporcionarles un ambiente seguro y estable en el que crecer y madurar. Vuelve a pensar. ¿Qué suele ocurrir cuando impones los límites que consideras lógicos, cuando los sostienes a base de castigos, monólogos y control? Discusiones, enfados, gritos, rebeliones y luchas de poder. La eficacia de estos métodos parece bastante discutible.
"Eliminar el castigo no significa dejar que los niños hagan lo que les apetezca".
Jane Nelsen
La idea no es darles carta blanca, sino implicarles activamente en el establecimiento de límites. En lugar de decidir por nuestra cuenta qué está bien y qué está mal, podemos hacerles partícipes de la toma de decisiones. Pedirles su opinión, escuchar su punto de vista, comprobar si son capaces de proponer soluciones razonables... Por lo general, los padres decimos: "puedes salir, pero tienes que llegar a casa a las 3". ¿Por qué no explicar primero las razones por las que queremos marcar una hora tope de regreso? Una vez expuestos nuestros argumentos, escuchemos los suyos y busquemos un acuerdo. A menudo, una pizca de flexibilidad basta para evitar muchos conflictos. Ceder ante tus hijos no debilita tu autoridad, sino todo lo contrario.
Es muy importante que, si logramos alcanzar un entendimiento, perfilemos los límites con la mayor claridad posible. "Entonces llegarás como máximo a las 4. Y no podrás pedirme a última hora quedarte un rato más", por ejemplo. La implicación del niño o adolescente es factor decisivo para tener éxito cuando usamos estrategias similares a la descrita. "Los niños están mucho más dispuestos a cumplir límites que han ayudado a establecer, porque saben por qué son necesarios y cómo responsabilizarse de ellos", afirman Jane Nelsen y Lynn Lott. El exceso de control, por contra, suele provocar efectos no deseables. Los hijos de padres controladores pueden convertirse en adictos a la aprobación.

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¿Qué hacer cuando los niños o adolescentes incumplen los límites?
En los cursos «Disciplina Positiva» y «Disciplina Positiva de 8 a 16 años», Bei M. Muñoz, Bibiana Infante y Violeta Alcocer ofrecen las claves para encontrar el equilibrio entre amabilidad y firmeza. También resuelven las dudas que suelen aparecer cuando se empieza a aplicar este modelo en el hogar. Por ejemplo, muchos padres comentan que sus hijos adolescentes contestan con un parco "no sé" cuando les piden que aporten posibles soluciones a un conflicto. A menudo, esos jóvenes están ya acostumbrados a que sean sus padres los que imponen las soluciones con un sermón. Darles tiempo, proponerles aplazar la charla hasta que tengan alguna idea, suele dar resultado.
Además, estos cursos te mostrarán cómo mantener el respeto cuando tus hijos incumplen los límites pactados. La Disciplina Positiva se enfoca en las soluciones, en la oportunidad para aprender que representan los errores; y no en la búsqueda de culpables. Construir relaciones a partir de estos principios lleva tiempo y necesita práctica, pero su eficacia está comprobada. El ambiente en casa es mucho más saludable que cuando insistimos en los castigos o la violencia verbal, que no educa a los niños y puede tener graves consecuencias.