Pregunta a cualquier madre o padre si desea que sus hijos sean autónomos. La inmensa mayoría contestará afirmativamente, sin vacilar ni un segundo. A continuación, prueba a preguntarles cómo se consigue tal cosa. Es probable que las respuestas sean más variadas; y sobre todo, que a más de uno le entren las dudas. ¿Qué podemos los padres hacer para acompañar a nuestros hijos en la conquista de su autonomía? ¿Es el objetivo conseguir que hagan muchas cosas por sí mismos cuanto antes, aunque nos cueste pasar malos ratos? Con frecuencia, los padres queremos autonomía pero no comprendemos los procesos que los niños atraviesan para adquirirla. Creemos que el sentido fundamental de la autonomía es ahorrarnos tiempo y esfuerzos a los adultos. Y olvidamos que la confianza en los niños es un ingrediente imprescindible en su desarrollo.
La conquista de la autonomía requiere tiempo. Un tiempo durante el que los padres no estamos más cómodos y liberados. Es más bien al contrario. "Acompañar hacia la autonomía significa dejar que el niño coma solo, aunque se ponga perdido. Permitir que camine por la calle en lugar de ir en carrito, aunque empleemos 15 minutos en recorrer 100 metros, porque se detiene con cada cosa que le llama la atención. Es dejar que se vista solo, que suba y trepe a los sitios, que recoja sus cosas... aunque tarde mucho más que nosotros", subraya el psicólogo Alberto Soler en el curso «Cómo fomentar la autonomía en los niños». El camino hacia la autonomía, como puedes observar, no es confortable sino exigente. Entre otras muchas cosas, requiere que los padres nos comprometamos a confiar en los niños. ¿Estás dispuesta a hacerlo?
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Entendiendo la relación entre confianza y autonomía
Es evidente que los niños tienen limitaciones a nivel físico y cognitivo, en función de su edad y su nivel de madurez. Por mucha confianza que pretendamos demostrar, es absurdo esperar que un niño de 2 años doble perfectamente su ropa. Sin embargo, sí es posible que con cierta supervisión pueda dejarla en los cajones correspondientes. Puede que tengamos que renunciar a que todos los pantalones queden impecablemente alineados, al menos durante un tiempo. Pero si la exigencia no es la perfección, el niño puede hacerlo. "Si pensamos que lo van a hacer mal y que nos necesitan para todo, intervendremos más de lo necesario. Así no dejaremos que hagan cosas que pueden hacer", apunta Alberto Soler.
Esto exige un cambio de actitud. En lugar de partir del no, tendremos que estar dispuestos a confiar. Porque cuando partimos del no llegamos a muchas situaciones en las que el límite no lo marcan sus capacidades, sino otros factores. Preferimos el no a la confianza porque tenemos prisa o miedo, porque nos obsesionamos con que las cosas estén perfectamente hechas, porque resulta más cómodo... Durante un solo día hay muchas circunstancias en las que les impedimos colaborar o intentar cosas por sí mismos. Vale la pena pararse a detectarlas y analizar los motivos por los que actuamos de ese modo. Es fácil comprobar que muchas veces no permitimos a los niños explorar su autonomía por comodidad o puro egoísmo.
¿Con qué derecho nos enfadaremos cuando sean ellos los que se nieguen a hacer cosas solos, simplemente porque les resulta más cómodo?
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¿Qué mensaje envías a tus hijos cuando no demuestras confianza en ellos?
Sólo hay una manera de expandir límites, experimentar nuevas sensaciones, conocer el propio cuerpo y construir una autoestima fuerte y saludable. Todo pasa por afrontar nuevos retos. Cuando proyectamos nuestros miedos sobre los niños o priorizamos sistemáticamente la comodidad o la rapidez, impedimos que vivan situaciones que pueden hacerles conocerse y crecer. Y eso es lo que necesitan para mejorar sus habilidades, pero también para sentirse importantes, competentes y tenidos en cuenta.
Ponte en su lugar. Si en la mayoría de ocasiones no dejas que tu hijo colabore o haga algo por sí mismo, ¿qué le estás enseñando? ¿Que merece la pena intentarlo o que es mejor esperar a que alguien lo haga por ti? ¿Que su opinión es valiosa o que es preferible que sea otro quien le diga qué hacer, qué pensar, qué decir...? No sólo educamos a base de palabras. De nada servirá que le hables de la importancia de valerse por sí mismo y ser responsable si con tus actos le dices todo lo contrario.
Acompañar hacia la autonomía exige que estés dispuesto a ser la mejor versión de ti mismo. Que tengas paciencia y seas flexible, que afrontes los errores como parte fundamental de los aprendizajes, que intentes educar con el ejemplo. Porque, al fin y al cabo, sólo podemos controlar nuestra propia conducta, nuestra propia actitud, nuestra propia mirada. "Si tú no confías en tus hijos, ellos tampoco podrán confiar en sí mismos", concluye Alberto Soler.