Los objetivos fundamentales de la educación sólo pueden alcanzarse a largo plazo. Esta es una realidad que conocemos todos los padres y educadores. Sin embargo, la exigencia diaria hace que a veces perdamos de vista las verdaderas metas, absorbidos por la necesidad de resolver desafíos que aparecen a diario. Quizá nos concentramos en evitar a toda costa que dos hermanos peleen, pero olvidamos ofrecerles recursos para resolver sus conflictos. O tal vez nos obsesionamos con que 'limpien' su plato de comida, omitiendo que lo relevante es que aprendan a alimentarse de manera saludable. De vez en cuando tenemos que parar. Hacer una pausa y dedicar unos minutos a recordar qué habilidades queremos que tengan los adultos en que se convertirán esos niños. En la lista aparecerá, más pronto que tarde, la empatía.
Este sencillo ejercicio sirve para reconectar con los auténticos objetivos de la educación, de los esfuerzos que realizamos cada día. Nos ayuda a tener presente, por ejemplo, la importancia de entrenar la empatía desde que son muy pequeños. En el curso «Las emociones en los niños», Cristina Gutiérrez Lestón comparte una preciosa definición de esta habilidad. Su autora es Laia, una niña de sólo 9 años, alumna de La Granja Escola.
"La empatía es el primer paso del camino hacia los otros".
Laia, 9 años
Más información sobre el curso «Las emociones en los niños»
¿Por qué es importante que los niños desarrollen su empatía?
Sin desmerecer en absoluto la certera descripción de Laia, Cristina Gutiérrez profundiza en el sentido del concepto. "La empatía es la capacidad de identificar las emociones de los demás y comprenderlas desde la perspectiva del que las siente, intentando pensar como él piensa, con sus creencias y valores. No es cómo me sentiría yo si estuviese en tu situación, sino cómo me sentiría yo si fuese tú", explica la profesora.
A través de estas palabras podemos comprender el alcance de la empatía como herramienta para la vida. En primer lugar, sin ella no existe el altruismo. Una persona incapaz de entender las emociones que no comparte es una persona inevitablemente egoísta. Por lo tanto, la empatía es igualmente determinante a la hora de comunicarnos de manera eficaz. Tener la capacidad de ponernos en la piel de otro es la mejor forma de encontrar puntos de encuentro.
La resolución de conflictos y la generación de confianza en los demás son también rasgos definitorios de las personas empáticas. Un individuo justo y equilibrado, que demuestra competencia para comprender incluso a quien piensa lo contrario que él, tiende a inspirar respeto en quienes le rodean. De ahí que la empatía sea una característica esencial de los líderes naturales.
Más información sobre el curso «Rabietas y límites desde el respeto»
Cómo entrenar la empatía
La Disciplina Positiva ha demostrado que los niños son más receptivos cuando se sienten valorados y comprendidos; esto es, importantes y escuchados. Para enseñarles empatía debemos estar dispuestos a comprender sus sentimientos, en especial cuando no aprobamos su conducta. No tienes que comprarle golosinas porque haya cogido un terrible berrinche al escucharte decir 'no'. Sin embargo, sí puedes decirle que entiendes su decepción, admitir que tú también sientes frustración cuando no obtienes lo que deseas. En el curso «Rabietas y límites desde el respeto», Alberto Soler nos muestra que los momentos de este tipo pueden convertirse en oportunidades para educar y aprender. Porque, como en cualquier otra situación, el ejemplo es aquí la herramienta más poderosa que tenemos.
La vida de un niño está llena de momentos idóneos para entrenar su empatía. En la escuela, paseando por el parque, jugando con sus amigos o sus hermanos. Hay un montón de circunstancias en las que puedes invitarles a reflexionar sobre los sentimientos de las personas que tienen cerca. Verbaliza lo evidente, hazle partícipe de cada instante en que alguien hace algo por los demás. Los miembros de su familia, sus profesores, un panadero amable o un vecino que tiene un detalle. Y sobre todo, intenta que no olvide que hay alguien tiene empatía con él, que hay alguien tiene en cuenta sus emociones. Es tan sencillo como recordarle, cada cierto tiempo, lo importante que es para ti. Decirle sin rodeos cuánto te gusta que sea tu hijo.