En el sistema educativo español y en el de muchos otros países, la educación infantil va desde los 0 hasta los 6 años. Se trata de una etapa tan hermosa como determinante para los pequeños. Aprenden con asombrosa facilidad, gracias a esa mente absorbente como una esponja. Pero al mismo tiempo necesitan que los adultos que les guían les proporcionen tiempo, espacio, condiciones y estímulos para desarrollar todas sus capacidades y su potencial. Porque en este período los niños aprenden haciendo, sintiendo, experimentando, observando... La expresión artística libre les permite lograrlo; y además, les invita a expresarse y manifestar su ser.
Así pensaba María Montessori, que consideraba que "las manos son el instrumento de la inteligencia". Un planteamiento similar al de Rudolf Steiner, creador de la pedagogía Waldorf. "El que tiene la capacidad de mover sus dedos con agilidad posee ideas y pensamientos flexibles y puede penetrar en la esencia de las cosas", apuntó el austriaco. Hace alrededor de un siglo que Steiner y Montessori alertaron sobre la importancia de fomentar la creatividad. Sin embargo, la realidad de los centros de educación infantil suele ser otra.
Con frecuencia, la expresión artística se vincula estrechamente a la obligación y los resultados. Colorear una lámina de una forma concreta, colocar pegatinas según las indicaciones del educador, completar una manualidad atendiendo a ciertas instrucciones... El niño debe seguir el camino que le marcan para llegar a un destino predeterminado, como si el objetivo capital fuese completar un trabajo que mostrar a sus padres. El problema es que el fin se alcanza a fuerza de limitar los márgenes para la creación libre, la expresión y la experimentación. La pedagogía Waldorf apuesta por facilitarles esa libertad.

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La expresión artística en la pedagogía Waldorf
El proceso, todo lo que sucede mientras el niño trabaja y crea, es mucho más relevante que el resultado final. Por eso en Waldorf se pone el foco en el ser humano que está creciendo y no sólo en el alumno que asiste a la escuela. No existe ningún objetivo más importante que impulsar su desarrollo desde todos los puntos de vista: psíquico, emocional, espiritual y motor. Y para ello atiende a la individualidad de los niños. Si cada uno es distinto, con inquietudes y ritmos diferentes, no tiene sentido pretender que todos hagan lo mismo, de idéntica manera y en el mismo momento.
Las necesidades de los pequeños estarán mejor cubiertas cuanto más profunda sea la transformación de la comunidad educativa. Una escuela parecida a un hogar es más inspiradora que una similar a una oficina. ¿Por qué obligarles a permanecer sentados, si podemos crear un entorno flexible, cálido y estimulante, donde se sientan cómodos para explorar sus intereses? Además, Waldorf no contempla al educador como un jefe que impone tareas. Debe ser un guía que vela por el bienestar de los niños, que interviene y orienta cuando es preciso. Para que exista coherencia entre hogar y escuela, también es imprescindible la implicación activa de los padres. Tienen que conocer y ser partícipes de lo que ocurre en el aula.
Partiendo de estas bases, las propuestas vinculadas a manualidades, teatro, música o danza son auténticos pilares en la pedagogía Waldorf. La meta es aprender a través de la relación con el mundo, el entorno y los demás. Porque lo fundamental en este período no es saber pintar un sol de color amarillo, ni trazar perfectamente el número '8'. La clave es nutrir la autoestima y la creatividad, dar al niño cimientos y valores capaces de sostener múltiples aprendizajes.

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Waldorf y expresión artística en el hogar
Lo que sucede en el centro educativo es muy importante, pero nunca tanto como lo que ocurre en casa. El mejor colegio puede no servir de nada si los padres desatendemos nuestras propias responsabilidades. Hay un montón de cosas que podemos hacer para facilitar la expresión artística en el hogar. Para los niños no hay mejor regalo que un espacio en el que imaginar, investigar, crear, relacionar... desde la libertad y el respeto a sus tiempos e intereses. Conseguirlo no es cuestión de grandes inversiones. Sí requiere un esfuerzo muy especial: el de cambiar nuestra propia mirada para prestar atención a lo realmente importante.
En Escuela Bitácoras encontrarás tres cursos sobre pedagogía Waldorf, aplicables tanto a hogares como a centros educativos. «Waldorf en la primera infancia» explora los fundamentos de este modelo, sin olvidar su aplicación práctica. Con los cursos «Crea tus materiales Waldorf I» y «Crea tus materiales Waldorf II» aprenderás a fabricar materiales didácticos que se ajusten a las necesidades e intereses de cada etapa de desarrollo de los niños. En todos ellos contarás con el apoyo y la orientación de Gema Luna, maestra de educación infantil y primaria, experta en pedagogía Waldorf y directora de la Escuela Libre Canción de Luna (Madrid).