Piensa durante un instante en todo lo que aprende un niño desde que nace hasta que cumple seis años. La comunicación está, sin duda, entre los hitos más impresionantes. Aprende un idioma con su vocabulario, su gramática, su sintaxis... Al mismo tiempo, es capaz de comprender y asimilar la comunicación no verbal. Durante este tiempo también progresa en el dominio de su cuerpo: primero se sienta, después se incorpora, luego camina, corre, salta, usa sus manos con destreza. Además, interioriza las normas de la comunidad a la que pertenece. Aprende cómo alimentarse, cómo relacionarse, cómo comportarse.
Los niños adquieren la mayor parte de estos conocimientos sin realizar esfuerzos, sin que nadie les enseñe de forma deliberada. Aprenden viviendo, observando, escuchando y sintiendo. Esto es lo que María Montessori definió como mente absorbente.
"Si comparamos nuestra habilidad de adultos con la de los niños, necesitaríamos sesenta años de duro trabajo para conseguir lo que el niño logra en sus tres primeros años".
María Montessori
![YouTube video](https://i.ytimg.com/vi/AUTjh_FrHRc/hqdefault.jpg)
Más información sobre el curso «Montessori en el hogar»
"Los niños son como esponjas"
Probablemente, mientras lees estas líneas alguien está pronunciando esas palabras en algún lugar del mundo. O en varios a la vez. "Los niños son como esponjas". Una verdad inapelable, pero para ser exactos quizá deberíamos hablar de superesponjas. Porque llega un punto en que una esponja no puede absorber más, pero la mente del niño no entiende de límites. Su cerebro asimila toda la información que recibe, de forma continua e indiscriminada, sin esfuerzos y sin pausas. Este mecanismo de aprendizaje es muy distinto al que emplea un adulto. No sólo porque sea más potente, sino por las transformaciones que desencadena. Montessori lo dedujo observando a los niños; pasados los años, la neurociencia ha podido comprobar que estaba en lo cierto.
"Nosotros somos recipientes; las impresiones se vierten en nosotros, y nosotros las recordamos y las tratamos en nuestra mente, pero somos distintos de nuestras impresiones, como el agua es distinta del vaso. El niño experimenta en cambio una transformación: las impresiones no sólo penetran en su mente, sino que la forman. Éstas se encarnan en él. El niño crea su propia «carne mental», utilizando las cosas que se hallan en el ambiente. A este tipo de mente la hemos llamado Mente Absorbente".
María Montessori
Del creador inconsciente al trabajador consciente
En su libro La mente absorbente del niño, María Montessori establece diferencias entre la etapa de 0 a 3 años y la que comprende desde los 3 hasta los 6. Al atravesar esa frontera, el niño deja de ser un «creador inconsciente» para convertirse en un «trabajador consciente». Su cerebro continúa siendo una asombrosa esponja, pero es capaz de buscar experiencias para mejorar las destrezas que ha adquirido.
"A los tres años de edad, es como si la vida recomenzase, pues entonces la conciencia se manifiesta, completa y clara. Estos dos períodos, el periodo inconsciente y el periodo posterior de desarrollo consciente, parecen separados por una línea perfectamente marcada. La posibilidad de la memoria consciente, en el primer período no existe; y cuando surge la conciencia ya tenemos la unidad en la personalidad y, por tanto, la memoria".
María Montessori
![YouTube video](https://i.ytimg.com/vi/ImCRuRNwIdQ/hqdefault.jpg)
Más información sobre el curso «Movimiento libre del niño en la etapa 0-3 años»
![YouTube video](https://i.ytimg.com/vi/ImCRuRNwIdQ/hqdefault.jpg)
El papel del adulto y los periodos sensibles
Que el cerebro del niño tenga este formidable potencial no significa que los adultos no juegue papel alguno en su desarrollo. Es más, la observación adulta tiene una gran importancia. Sólo prestando máxima atención podremos ofrecer las condiciones que el niño necesita para avanzar en los aprendizajes hacia los que su instinto le guíe. En este sentido, Montessori señaló la relevancia de los periodos sensibles.
Tal como explica Bei M. Muñoz en el curso «Montessori en el hogar», estos periodos son "pequeñas ventanas de oportunidad en las que los niños aprenden de forma muy sencilla, sin que les cueste trabajo". Son momentos en los que comienzan a mostrar un gran interés en ciertas actividades, de manera natural y espontánea. Lo hacen porque, exactamente en ese instante, su cerebro se encuentra en el punto justo para adquirir las habilidades relacionadas con esas tareas en muy poco tiempo.
Existen varias clasificaciones de los periodos sensibles. Una de las más conocidas nos habla del periodo sensible del orden, el del refinamiento del movimiento, el del refinamiento de las percepciones sensoriales y el del lenguaje. Sin embargo, lo esencial no es tanto atender a una u otra clasificación, sino las señales que nos informan sobre los intereses del niño en cada etapa. De ese modo es posible aprovechar las ventanas de oportunidad para fomentar y acompañar su aprendizaje.