El acompañamiento emocional durante la infancia es una tarea tan importante como compleja. Tiene importancia porque las necesidades afectivas y emocionales de los niños son tan relevantes como las fisiológicas, de cara a un desarrollo saludable. Su complejidad radica en la proyección a largo plazo del acompañamiento, así como en el carácter cambiante de las emociones. Esta misión no sólo exige a los padres comprender cómo funciona el cerebro de nuestros hijos, sino también disponer de recursos para gestionar distintas emociones en momentos variados. Las herramientas basadas en la creatividad están entre las más eficaces a la hora de acompañar a niños pequeños; aunque explorar el universo emocional jugando es recomendable a cualquier edad.
"Se trata de despertar la capacidad de pensamiento creativo para explorar el mundo interno de forma más amable y efectiva", indica María José Llorente Wattenberg, profesora del curso «Creatividad y gestión emocional». ¿Y cómo lo hacemos? "No es necesariamente dibujar, pintar o bailar", explica esta arteterapeuta, "es conectar con sus motivaciones creativas para hacer un acompañamiento". La creatividad es una gran aliada para ayudar a los niños a expresar sus emociones. Como podrás comprobar si aplicas las propuestas de María José, el contacto regular con el universo emocional y la creatividad es esencial para el bienestar de niños y adultos, de individuos y familias.

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Un paseo fotográfico vinculado a las emociones que sentimos
Esta es una idea muy apropiada para esta época del año; sobre todo ahora que volvemos a pasear por la calle, el campo o la playa. Si tus hijos tienen edad suficiente para manejar una cámara, puedes proponerles dar un paseo y tomar algunas fotos. El objetivo no es conseguir imágenes espectaculares, sino divertirnos tratando de hacer fotos que remitan a las emociones que queremos trabajar. Tristeza, felicidad, ira, miedo... Cada uno puede buscar su manera de expresar esa emoción escogida antes de iniciar el paseo. La propuesta es lúdica y seguramente os resultará divertida, pero podemos decir que no es un juego. Estamos explorando nuestro mundo interior, aunque para hacerlo busquemos un ambiente desprovisto de juicios.
Después del paseo podemos imprimir las fotos y guardarlas en cajas, creando un compartimento para cada emoción. Llegarán los días en que no podamos ir de paseo. Entonces podremos recurrir a ese 'archivo' para repasar qué nos sugería cada imagen y qué nos sugiere ahora. Puede ser buena idea cambiarlas de caja si su significado varía. Por supuesto, también podemos salir a dar un paseo fotográfico sin condiciones, sin plantear ninguna emoción concreta como objetivo. Más tarde, al compartir esas imágenes, charlaremos sobre lo que trataba de expresar el fotógrafo y lo que experimenta el espectador al contemplarlas. Lo fundamental es que todos nos sintamos libres y seguros para explorar nuestras emociones desde el juego.
La caja de los secretos acompañados
En este caso recurrimos al dibujo. Cada uno de los participantes en la actividad (mamá, papá, abuelos, hermanos...) debe pensar en un secreto, el que quiera. No tendrá que contarlo a los demás en ningún momento, así que puede ser algo realmente íntimo. A continuación deberá hacer un dibujo que le recuerde a ese secreto. No es preciso que sea una ilustración explicativa, se trata más bien de un mensaje en clave. Una forma geométrica o un garabato pueden bastar para recordarnos ese secreto en el que hemos pensado.
Terminados los dibujos, los meteremos en una caja. Así, nuestros secretos no se comparten pero sí se acompañan. Uno de los participantes puede decidir qué día reabriremos la caja; otro podría pensar qué hacer con lo que hemos guardado dentro. ¿Qué tal un collage usando los dibujos? ¿O imaginar un cuento apoyándonos en las imágenes? También podemos intentar crear un relato colectivo, una historia que uno comienza, otro continúa y otro termina.
Como seguramente sospeches, lo importante no son los dibujos, ni lo que hacemos con ellos después, ni siquiera los secretos. Lo interesante es plasmar en el papel algo que sentimos y volver a ello pasado un tiempo, explorándolo mientras jugamos.

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Más herramientas para gestionar y acompañar emociones desde la creatividad
En el curso «Creatividad y gestión emocional», María José Llorente aporta muchas otras ideas para gestionar emociones. El emodiccionario hecho en casa o en el cole, la 'galaxia interna', juegos para expresar la rabia, dinámicas para trabajar la conciencia corporal y la capacidad expresiva... a lo largo de 10 lecciones, descubrirás cómo la creatividad puede ayudarte a fortalecer vínculos familiares. Como artista visual y profesional de la arteterapia, María José también te brinda consejos para que puedas crear tus propias herramientas para el acompañamiento emocional partiendo de la creatividad.
Esta formación es 100% complementaria con «Acompañamiento emocional», uno de los últimos lanzamientos de Escuela Bitácoras. De la mano de Laura Estremera comprenderás cómo evolucionan las necesidades emocionales de los niños durante sus primeros años de vida. Porque conocer y entender a tus hijos es la mejor manera de estar cerca de ellos mientras crecen.