Seguro que te ha pasado algo similar en más de una ocasión. Abres una caja llena de recuerdos antiguos y curiosos, o sacas esa cesta donde guardas los carretes de hilo y lana... y tu bebé queda sencillamente hechizado por la magia de lo cotidiano. No lo habías planeado, pero terminas comprobando que explorar esos objetos es un pasatiempo mucho más placentero que cualquier juguete. El bebé disfruta de una oportunidad de descubrir el mundo, de acercarse a él con todos sus sentidos. Puede observar, tocar, escuchar, saborear, oler... y le encanta hacerlo. Esta idea es la esencia de una herramienta usada con frecuencia en pedagogías activas: el cesto de los tesoros.
"Se trata de una herramienta maravillosa para bebés de un año o más, aunque puede usarse incluso antes. Le permite acercarse al mundo a través de objetos naturales con muchas propiedades a nivel sensorial. Forma, tamaño, color, textura, olor, temperatura...", explica Sandra González en el curso «Herramientas prácticas inspiradas en Reggio Emilia». El cesto de los tesoros permite la exploración libre y segura, por lo que es una magnífica forma de acompañar el desarrollo de la autonomía. Como sabes, el adecuado acompañamiento por parte del adulto es uno de los pilares de la pedagogía Reggio Emilia; y en el caso de este recurso, su principal tarea es la preparación del ambiente.
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El cesto de los tesoros y las reacciones circulares secundarias
Para Jean Piaget, las reacciones circulares son el primer mecanismo de aprendizaje. Dicho de manera sencilla, son experiencias que resultan de la acción del bebé, como golpear un objeto contra el suelo. El ruido que se produce puede despertar el interés del pequeño, que repetirá el mismo gesto una y otra vez, de manera 'circular'. En las reacciones circulares primarias el bebé experimenta con su propio cuerpo, mientras que en las secundarias prueba también la manipulación de objetos. Esto es precisamente lo que hace un niño que tiene la oportunidad de jugar con un cesto de los tesoros.
"El bebé toca un objeto, lo alcanza, lo tira, lo hace rodar o chocar... así obtiene las primeras nociones de conservación, constancia y permanencia, que más adelante implicarán operaciones lógicas prematemáticas", comenta Sandra. Si regresamos a una escena de la vida cotidiana, piensa en la cantidad de veces que tu hijo ha dejado caer un objeto y le has pedido que no lo haga. Tal vez sea un error. El bebé está midiendo relaciones de causa y efecto: tiro algo y cae, haciendo ruido al llegar al suelo. Desde el punto de vista cognitivo es una operación con enorme valor. Por eso, en lugar de impedir o prohibir podemos reconducir. El cesto de los tesoros brinda una ocasión de sumergirse en esa clase de experiencias.
Además, Sandra González y Maite Villaverde nos recomiendan verbalizar mientras les acompañamos cuando usan este recurso. "Es importante nombrar los objetos que manipulan, así como sus características. Esto les aportará una mayor comprensión y entendimiento del mundo", apuntan.
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Cómo preparar un cesto de los tesoros según la pedagogía Reggio Emilia
El concepto clave para diseñar un cesto de los tesoros, de acuerdo con los principios de la pedagogía Reggio Emilia, es variedad. Trataremos de buscar materiales ricos en cuanto a formas, texturas, colores... Eso sí, la idea es apostar por lo natural. Si te paras a valorarlo, comprobarás que el plástico es un material casi omnipresente en nuestro día a día. A tu bebé no le faltarán ocasiones de experimentar con objetos de plástico. Por eso, en el cesto de los tesoros daremos preferencia a la madera, el corcho, los textiles, el metal...
¿Qué objetos puedes colocar en un cesto de los tesoros? Desde trozos de madera a sonajeros. Sirve tanto un cencerro como un huevo de zurcir de madera. A tu bebé le gustará encontrar una brocha de afeitar o un carrete de hilo. Corchos, cadenas, anillas de distintos tamaños... todo tiene cabida en el cesto, siempre y cuando su manipulación sea segura para el pequeño. En el curso «Herramientas prácticas inspiradas en Reggio Emilia», Maite y Sandra explican con detalle cómo preparar y presentar este taller. Además, podrás ver un ejemplo práctico, observando cómo disfruta del cesto de los tesoros un grupo de bebés de alrededor de doce meses de edad.