Reggio Emilia es la pedagogía de la luz. Es un modelo en que abundan las propuestas en las que niños y niñas tienen la oportunidad de manipular, experimentar y jugar con luces, sombras y colores. Seguramente hayas escuchado hablar de la mesa de luz, un material cada vez más utilizado tanto en centros educativos como en hogares. Pero hay muchas otras herramientas a las que podemos recurrir: retroproyectores, focos, linternas... lo esencial es conocer las claves de este enfoque pedagógico para "generar experiencias sensoriales que abran puertas hacia el aprendizaje". Así nos lo explica Maite Villaverde en el curso «Herramientas prácticas inspiradas en Reggio Emilia».
"Hay múltiples elementos que podemos usar para crear un ambiente que capte la atención de niños y niñas y los predisponga a una experimentación sensorial. La luz genera mucha curiosidad. Con ella, los niños se concentran y se relajan. Son herramientas muy ricas para introducir en casa o en el aula y elaborar propuestas que coloquen a los niños en el centro del proceso de enseñanza y aprendizaje", añade Maite. El juego con la luz ofrece maravillosas posibilidades para despertar la capacidad de maravillarse de los niños, aportando variedad y riqueza a los proyectos educativos. Como dice Vea Vecchi, "la luz hace posible gran cantidad de experimentaciones y aprendizajes a través de la fascinación".

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Los retroproyectores y los paisajes digitales en la pedagogía Reggio Emilia
Es posible que te llame la atención comprobar que el enfoque reggiano contemple el uso de aparatos como mesas de luz o retroproyectores. Es cierto que Loris Malaguzzi defendía el uso de materiales cotidianos, incluso reciclados. Sin embargo, esto no implica rechazo a los materiales tecnológicos. "Estos elementos no se introducen en nuestra vida para desplazar otros lenguajes, sino que se entremezclan", comenta Maite Villaverde.
En la actualidad, las mesas de luz son relativamente comunes. Las encontramos a la venta en tiendas especializadas, incluso podemos fabricarlas en casa con bastante facilidad. Curiosamente, los proyectores y retroproyectores son herramientas presentes en muchas escuelas que por alguna razón han caído en el olvido. Igual que las mesas, nos permiten trabajar e investigar con los sentidos. Además, nos brindan la opción de experimentar con tamaños y espacios. En el curso «Herramientas prácticas inspiradas en Reggio Emilia» encontrarás vídeos con propuestas prácticas de juego con la luz.
Imagina, por ejemplo, las reacciones que despierta proyectar en el cuerpo del niño una hoja de árbol recogida en el parque. "Se generan dinámicas de juego y narración de historias muy divertidas. Les encanta ver lo que está en el retroproyector en su propio cuerpo. Se crea un ambiente lúdico muy nutritivo", señala Maite. En Reggio Emilia, las propuestas en las que ponemos un retroproyector al alcance de los peques se llaman paisajes digitales. Paisajes que construimos y analizamos, sobre los que exponemos teorías... en suma, paisajes que favorecen una atmósfera de conexión y aprendizaje.

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La importancia de alimentar la curiosidad de niños y niñas
Los adultos tenemos cierta tendencia a dar demasiada importancia a los materiales, dejando de lado los valores desde los que usamos esos materiales. Es fundamental entender que es funcionan mejor unos recursos limitados que se utilizan desde una preparación adecuada, que los recursos abundantes utilizados desde el desconocimiento. Si no tienes acceso a una mesa de luz o un retroproyector, no desistas. "Podemos usar pequeños focos, linternas... todo aquello que nos dé una oportunidad de jugar con luz y sombras, siempre desde un acompañamiento que tenga en cuenta las potencialidades de niños y niñas", expone Villaverde. Nuestra tarea no es gestionar materiales, sino facilitar oportunidades de aprendizaje.
Todo es más sencillo y natural cuando situamos a los niños y las niñas en el centro del proceso. Porque ellos son curiosos por naturaleza. Si escuchamos, comprobaremos que se hacen preguntas; si observamos, veremos que cuestionan lo que sus sentidos advierten. Son capaces de conversar entre ellos y buscar soluciones cuando les ofrecemos oportunidades para hacerlo. En resumen, ellos crean su propio aprendizaje, generando esquemas mentales que usarán en otros contextos de su vida. Porque el aprendizaje, ante todo, debería ser siempre un proceso vivo y abierto.