Una mesa de luz es uno de los recursos educativos más completos que puede haber en el hogar o el aula. Las posibilidades del juego con la luz son abundantes; y a medida que el niño se desarrolla, idea nuevas opciones. La mesa ofrece alternativas para investigar, experimentar y aprender durante largo tiempo, por eso siempre atrae el interés de los peques. "En los talleres Reggio Emilia se promueve lo artístico y lo artesanal, fundiéndose con lo pedagógico", explica Elena Muñoz, "el juego con la luz promueve la curiosidad innata de los niños y alimenta su creatividad". En el curso «Reggio Emilia y el juego con la luz», Elena nos enseña cómo sacar todo el partido a este recurso, atendiendo a los fundamentos del enfoque Reggio Emilia.
Pero, ¿qué es exactamente una mesa de luz? Se trata de una superficie amplia y lisa, con una base luminosa y una tapa translúcida. La luz emana desde esa base y los niños pueden jugar sobre la tapa. Puede que hayas visto alguna en el estudio de un arquitecto o un diseñador. En Internet puedes encontrar un montón de tutoriales DIY para fabricar tu propia mesa de luz. Si no eres aficionada al bricolaje, también existen tiendas online que venden modelos preparados para su uso, con diversas características y tamaños. Sea cual sea tu elección, recuerda que los materiales sirven de poco si no comprendemos cómo utilizarlos. En este caso, lo interesante es saber cómo aplicar el enfoque educativo Reggio Emilia.
"Los niños tienen 100 lenguajes, pero les robamos 99", sostiene Loris Malaguzzi, uno de los principales impulsores de esta propuesta. En Reggio Emilia, el niño es protagonista de su propio aprendizaje; acompañado de un adulto que confía en su capacidad y moviéndose en un entorno que le motiva para aprender.

Más información sobre el curso «Reggio Emilia y el juego con la luz»
La mesa de luz en Reggio Emilia, un recurso interdisciplinar
Cuando encendemos una mesa de luz en una habitación en penumbra, generamos un nuevo ambiente en la estancia. La iluminación invita a los niños a concentrarse y la atmósfera cálida y relajada es idónea para el trabajo en equipo. La curiosidad se activa y el niño toma la iniciativa. En una mesa de luz puede tocar, sentir, manipular, imaginar, experimentar, proponer, descubrir... Los materiales que pondremos a su alcance estimularán el juego libre y los aprendizajes relacionados con las materias convencionales, de manera simultánea o por separado. El taller de luz ofrece alicientes variados al niño, por eso provoca un juego rico y prolongado.
Si colocamos letras translúcidas sobre la mesa de luz, trabajaremos lectoescritura desde el juego. Agrupando y clasificando distintos materiales tendremos la oportunidad de adentrarnos en las matemáticas. Si observamos una hoja o un insecto sobre la mesa, investigaremos ciencias naturales. Además, empleando materiales con texturas diferentes fomentaremos la estimulación táctil . Existen incluso recursos, como los cubos sonoros, que incorporan la estimulación auditiva y la posibilidad de aprendizajes musicales. Geometría, arte, dibujo, geografía, lenguaje, narrativa... Prácticamente cualquier contenido es trasladable a la mesa de luz, donde gana en atractivo a ojos del niño. Es, por tanto, un recurso interdisciplinar.
El enfoque Reggio Emilia habla de tres maestros. El primero es el niño, protagonista de su aprendizaje. El tercero es ese espacio preparado en el que incluiremos la mesa de luz. Entre uno y otro estás tú. El adulto acompañante es guía y colaborador. Para desempeñar este rol correctamente es preciso un cambio de mirada y comprender la importancia de seguir los intereses del niño. Elena Muñoz nos prepara para ello en el curso «Reggio Emilia y el juego con la luz».

Más información sobre el curso «Lectoescritura»
Materiales y actividades: cómo utilizar una mesa de luz según el enfoque Reggio Emilia
Además de permitirnos la aproximación a todo tipo de contenidos, la mesa de luz es adecuada para niños y niñas de todas las edades. Como hemos mencionado antes, es fundamental prestar atención para seguir la curiosidad de cada peque; pero es cierto que hay intereses que, en la mayor parte de los casos, surgen en determinadas etapas del desarrollo. Es buena idea manejar un abanico de actividades y materiales para la mesa que podamos ofrecer a los niños en función de su edad. No tiene por qué ser un obstáculo para que ellos tomen la iniciativa.
Durante los tres primeros años de vida, las formas y los colores suelen atraer su atención. Existen numerosos materiales translúcidos, de distintos colores y contornos variados. Aquellos con silueta de personas o animales nos acompañarán a la hora de contar cuentos sencillos. En los años siguientes añadiremos el trabajo de lectoescritura y matemáticas con letras, números y fichas translúcidas. También estarán preparados para manipular granos de arroz, lentejas o arena; así como para dibujar y jugar con acuarelas sobre la mesa. Y más adelante, los puzzles, los juegos de construcción, las plantillas para calcar y otros materiales complejos irán resultándoles cada vez más estimulantes.
En el curso «Reggio Emilia y el juego con la luz», Elena Muñoz presenta una amplia variedad de actividades de juego con la luz. A lo largo de sus 15 lecciones recorre y analiza propuestas relacionadas con lectoescritura, matemáticas y otras áreas temáticas. Fundadora del proyecto Inspirados en Reggio Emilia y madre de dos hijos, Elena cuenta con amplia experiencia en la aplicación de este maravilloso enfoque educativo.