El andador o tacatá aún es un material relativamente frecuente en muchas habitaciones infantiles. Muchas familias los reciben como regalos de familiares o amigos cuando un bebé llega a casa. Algunos padres los compran por iniciativa propia, convencidos de que se trata de un objeto útil y beneficioso. Incluso en ciertas guarderías, aunque cada vez menos, puede verse todavía algún tacatá. En grandes superficies y tiendas especializadas es sencillo encontrarlos a la venta. Eso en España, porque en otros países, como Canadá, su venta está prohibida desde hace varios años. Como podrás imaginar, no es una excentricidad o un capricho de los canadienses. Es una medida de seguridad y protección.
Pediatras, fisioterapeutas, educadores y otros expertos llevan tiempo alertando sobre los peligros de los andadores infantiles. Sin embargo, ante la permisividad de las leyes vigentes, algunos padres ignoran los riesgos que asumen al permitir que sus hijos los usen. En el curso «Guía del bebé (0 a 3 años): desarrollo, juegos y emociones», Alejandra Melús concreta una serie de materiales a evitar durante esta etapa. El tacatá está entre ellos. Alejandra, maestra de Educación Especial y experta en Atención Temprana e Intervención Psicomotriz, expone con detalle los motivos para impedir que los niños los utilicen.
1. El tacatá no favorece la aparición de la marcha
Lo primero que debemos tener claro es que caminar no es estrictamente un aprendizaje, sino un proceso madurativo. Por tanto, los niños no necesitan la intervención constante de un adulto para aprender a caminar. Lo hacen progresando a su propio ritmo, desarrollando sus capacidades de manera natural. Se supone que la función principal de los andadores es impulsar este proceso. Pero, lejos de ayudar al bebé, en realidad pueden ser contraproducentes y ocasionar retrasos en su desarrollo.
Basta con pensarlo durante unos instantes para comprenderlo. ¿En qué se parece la acción de caminar a la de moverse empleando un tacatá? Los seres humanos no tomamos impulso de esa manera al caminar. Tampoco perdemos el control de la velocidad tan fácilmente, ni mucho menos esperamos a chocar contra algo para detenernos. Son dos actividades distintas. Como veremos en los próximos apartados, nada de lo que experimenta el niño con el andador es útil para el desarrollo de la marcha autónoma.
2. El uso de andador incrementa el riesgo de sufrir accidentes
Algunos padres creen que, rodeados por una barrera de plástico, los bebés están más seguros en un tacatá. Los datos contradicen esta impresión. La Asociación Española de Pediatría no puede ser más tajante. "Cuadriplican el riesgo de caída por una escalera, duplican el riesgo de fractura por caída por una escalera y además adelantan la edad de caída por una escalera de los 12 a los 8 meses. También aumentan el riesgo de quemaduras y de intoxicaciones", indican los doctores. Lo que este material hace no es proteger al niño, sino impedirle aprender a valorar peligros por sí mismo.
3. La postura al utilizar un tacatá es perjudicial para el bebé
La postura que los niños adoptan en el andador provoca numerosas descompensaciones. Sus piernas permanecen abiertas todo el tiempo, lo que favorece la luxación de caderas. Las piernas quedan colgando, obligándole a colocarse de puntillas y cargar su peso en la zona inferior del coxis. De este modo, el bebé estimula en exceso sus gemelos y no ejercita en absoluto sus muslos. Tal como advierte Alejandra Melús, con todo esto impedimos al niño conocer y desarrollar su musculatura y su propio cuerpo.

Más información sobre el curso «Movimiento libre del niño en la etapa 0-3 años»
4. Los andadores impiden el desarrollo del equilibrio
Teniendo en cuenta lo anterior, es evidente que el uso de andador perjudica el desarrollo del sentido del equilibrio. Al no adquirir el patrón natural de la marcha autónoma, ni conocer su propio cuerpo, ni compensar su peso, el niño tiene que enfrentarse a una serie de dificultades añadidas. Es importante recordar que el equilibrio no sólo es importante para caminar. Existen muchas otras actividades que pueden resultar problemáticas, frustrantes o incluso peligrosas si no está debidamente desarrollado.
5. Los niños que usan andador gatean menos
Todavía son muchos los papás y mamás que infravaloran la importancia del gateo. A menudo, se valora como señal positiva que el niño camine cuanto antes, sin pasar por esa etapa previa. Olvidamos que durante el gateo los bebés trabajan muchas habilidades que resultarán determinantes en etapas posteriores. Por ejemplo, existen importantes relaciones entre gateo y lectoescritura. Hay un montón de cosas que un niño no puede hacer mientras utiliza un tacatá. Una de las más importantes es gatear.
6. La utilización de tacatá perjudica el desarrollo psicomotor
En la etapa en la que suele usarse el andador, el niño necesita todo lo contrario de lo que este objeto le proporciona. Porque, por encima de todo, necesita libertad para moverse. Voltearse, incorporarse, sentarse, tocar, observar, alcanzar, explorar, descubrir, prestar atención, aproximarse, alejarse... El tacatá no sólo no le ayuda, sino que llena de obstáculos el camino que debe recorrer naturalmente. Es responsabilidad del adulto preparar un ambiente seguro y estimulante para el niño. En el curso «Movimiento libre del niño en la etapa 0-3 años», Eduardo Rodríguez nos muestra cómo hacerlo de acuerdo con la pedagogía Pikler-Lóczy.
Desafortunadamente, hay muchos materiales contraproducentes que, como los andadores, se ofrecen con frecuencia a los bebés. Alejandra Melús se detiene a analizarlos en «Guía del bebé (0 a 3 años): desarrollo, juegos y emociones». Este curso te ayudará a entender las particularidades de cada área de desarrollo del niño, así como las necesidades específicas de cada etapa. Una guía imprescindible para comprenderle, acompañarle y evitar errores comunes.