El 5 de mayo es el Día de la Madre. En la Escuela Bitácoras lo estamos celebrando con grandes descuentos en todos nuestros cursos, pero también queremos aprovechar esta bonita fecha para reflexionar sobre la relación madre-hijos. No cabe duda de que es algo muy especial. Es el único vínculo afectivo que se genera antes del nacimiento del bebé. Mamá suele ser la primera figura de apego para el niño; y durante varios años, su felicidad está estrechamente ligada a la solidez de los lazos que le unen a ella. Cuidar esa relación es una de las experiencias más hermosas de la maternidad. La Disciplina Positiva nos ofrece multitud de recursos para hacerlo. El tiempo especial es uno de los más potentes y eficaces.
Es imposible mimar los vínculos si la comunicación no es fluida. Para comunicarnos, primero tenemos que establecer conexión, estar relajados y con los cinco sentidos puestos en disfrutar de ese momento compartido. Y para que dos partes estén conectadas, ambas deben estar predispuestas a ello. Esto no es tan fácil como puede parecer. Para una madre es complicado conectar con cada uno de sus hijos por sus obligaciones como adulta. Trabajo, problemas personales, cansancio, relaciones de pareja... en ocasiones no podemos aspirar a mucho más que a salir adelante cada día. Tampoco resulta sencillo para los niños, que ansían conectar con mamá, pero no siempre son capaces de encontrar el momento y la manera idónea. El tiempo especial es exactamente eso: una forma de armonizar las necesidades de las dos partes y asegurar la conexión.
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¿Qué es el tiempo especial?
Este recurso es muy recomendable para familias con varios hijos. Cuando hay más de un niño en el hogar, es habitual que mamás y papás planifiquen actividades en las que todos puedan tomar parte. Pasar tiempo en familia, además de saludable, es divertido. Sin embargo, no todas las necesidades afectivas quedan satisfechas con estos momentos. El tiempo especial es íntimo y exclusivo, es un rato compartido únicamente entre un adulto y un niño. "Es esencial buscar esos ratitos para cada uno. No hace falta que sea algo espectacular, como ir al parque de atracciones. Consiste en pasar un rato juntos: leer un cuento, darnos un baño, ir a comprar el pan... cualquier cosa en la que estemos solos y tengamos tiempo para establecer conexión", expone Bei M. Muñoz en el curso «Disciplina Positiva».
Hay pocas cosas que motiven más a los niños que disfrutar de un tiempo especial con su madre. Les ayuda a tener presente que, a pesar de que no siempre pueden disponer de su atención, son importantes para ella. Se sienten escuchados, queridos y tenidos en cuenta. Por eso, cuando encontramos la manera de dedicarles esos minutos especiales con cierta regularidad, tienden a estar más relajados. No necesitan recurrir a comportamientos disruptivos para que mamá esté pendiente de ellos. Carlos González lo explica con sumo detalle durante el curso «Necesidades afectivas de los niños». A veces no tenemos paciencia para interpretar sus conductas, pero a través de ellas están diciéndonos cómo se sienten.
Más información sobre el curso «Adolescentes. Cómo comunicarnos con ellos»
¿Cómo utilizar el tiempo especial con tus hijos?
El tiempo especial es una herramienta que podemos aplicar con niños y adolescentes. Con los más pequeños, lo fundamental es la frecuencia, que sientan que cada día tenemos un rato para ellos. Desde los 5 o 6 años podemos hacer hincapié en la importancia que damos a esos momentos, planeándolos con ellos e incluyéndolos en la agenda. Ir a pasear juntos el domingo, dedicar la tarde del jueves a jugar a lo que ellos escojan, ver una película el viernes después de cenar... lo relevante no es la actividad en sí misma, sino cuidar la conexión y aprovecharla para comunicarnos con ellos.
Con los adolescentes, usar el tiempo especial puede ser más complejo, pero no por ello menos oportuno. En el curso «Disciplina Positiva de 8 a 16 años», Bibiana Infante y Violeta Alcocer nos proponen numerosos recursos para conectar con ellos. Es una etapa durante la que pueden parecer reacios a comunicarse, pero encontrar instantes para hacerlo es esencial. Requiere empatía, paciencia, comprensión y respeto por sus gustos y orientaciones. Porque nos necesitan tanto como cuando son pequeños, aunque de una manera distinta. No dejes de echar también un vistazo al curso «Adolescentes. Cómo comunicarnos con ellos», en el que Cristina Gutiérrez nos ofrece las claves para entenderles y acompañarles en esta etapa repleta de cambios.