¿Qué esperamos de los docentes? Las expectativas han cambiado de manera radical en las últimas décadas. La exigencia sobre los profesores ha crecido exponencialmente y trasciende el rendimiento académico de los niños. Hoy en día también se les considera actores decisivos en su desarrollo socioemocional; y se espera que tengan competencias para acompañarlo, sobre todo durante los primeros años de escolarización. Sin embargo, la formación que los maestros reciben en este área suele ser escasa y precaria. Esa es la gran paradoja: se les demanda algo sin ofrecerles una preparación específica previa.
Además, sus condiciones laborales y los medios a su disposición tampoco han mejorado al mismo ritmo que las exigencias. Aulas masificadas, horarios inasumibles, familias incapaces de comprender y respetar el verdadero papel del docente en la educación... A menudo, los profesores tienen que llegar al límite del esfuerzo para dedicar a cada alumno la atención necesaria. El contexto es complejo. Pero, a pesar de todo, en estas circunstancias es aún más importante que trabajen sus competencias emocionales. En buena medida, su propio bienestar y el de los niños a su cargo dependen de ello.
"Los docentes con mayor capacidad para identificar, comprender, regular y pensar con las emociones de forma inteligente, tendrán más recursos para conseguir alumnos emocionalmente más preparados y para afrontar mejor los eventos estresantes que surgen con frecuencia en el contexto educativo".
R. Cabello González, D. Ruiz Aranda, P. Fernández-Berrocal. Docentes emocionalmente inteligentes
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Un buen docente necesita competencias emocionales
Es evidente que la de docente es una profesión emocionalmente exigente. El desgaste es diario, constante y de alta intensidad. La capacidad para gestionarlo marca grandes diferencias en todas las facetas del oficio. Un estudio de M. A. Brackett, R. Palomera, J. Mojsa-Kaja, M.R. Reyes y P. Salovey, publicado en el año 2010, apunta la relevancia de las competencias emocionales para evitar el burnout o 'síndrome del trabajador quemado'. Este problema, frecuente entre los profesores, ha sido incluido por la OMS en la próxima actualización de su Clasificación Internacional de Enfermedades.
De este modo, la inteligencia emocional se presenta como una gran aliada para potenciar el nivel de satisfacción del profesor. Hay que tener en cuenta, además, que esto influye directamente en los alumnos. D. Rodrigo-Ruiz revisó en 2016 la evidencia sobre los efectos de las emociones de los docentes en los estudiantes. "Esos efectos no sólo son numerosos, sino que tienen gran relevancia e influencia en el estudiante en diferentes áreas. Entre ellas hemos distinguido sus emociones y percepciones, sus competencias emocionales, su motivación, su rendimiento académico, su disciplina en el aula y su comportamiento social", concluye la autora. En efecto, se ha comprobado que la empatía del docente influye más en el rendimiento escolar que los materiales educativos.
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El aula como espacio de aprendizaje socioemocional
"La inteligencia emocional es un conjunto de habilidades que el docente debería aprender (...) porque las aulas son el modelo de aprendizaje socioemocional adulto de mayor impacto para los alumnos (...) Para que aprendan y desarrollen las habilidades emocionales y afectivas relacionadas con el uso inteligente de sus emociones necesitan de un 'educador emocional'", señalan N. Extremera y P. Fernández-Berrocal, en un artículo publicado en 2004.
Es inevitable que el profesor sea un referente para sus alumnos. En él no sólo ven un adulto que posee y difunde conocimientos, sino también al encargado de solventar situaciones complejas. En un aula de educación infantil, por ejemplo, es el docente quien ayuda a los niños a aprender a expresar sus emociones. Sus propuestas generarán un clima más o menos estimulante para ellos. Su capacidad para escuchar, comprender y respetar opiniones será también un ejemplo para los pequeños. En cada paso que da, el profesor transmite una información que los niños absorben e interiorizan.
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La importancia de la inteligencia emocional en la adolescencia
En una etapa de cambios críticos como la adolescencia, la inteligencia emocional juega un papel determinante. Por eso es esencial que, llegado ese momento, los jóvenes manejen las herramientas precisas para gestionar momentos difíciles.
"La investigación ha analizado los beneficios de la inteligencia emocional en ámbitos tan importantes como la salud física y mental, el consumo de drogas, las relaciones interpersonales y la conducta agresiva o el rendimiento académico de los adolescentes. Estos estudios han mostrado que la falta de habilidades emocionales afecta a los adolescentes tanto en su vida cotidiana como en el contexto escolar".
Natalio Extremera Pacheco. Pablo Fernández-Berrocal. Inteligencia emocional en adolescentes
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