Cada 5 de octubre celebramos, desde 1994, el Día Mundial de los Docentes. En su edición de este año, la jornada declara su intención de "reafirmar el valor de la misión docente". Y es que ser docente y enseñar es mucho más que ser un mero transmisor de conocimientos. Los docentes son guías determinantes en el desarrollo de los niños, portadores de oportunidades y esperanzas, motores en el progreso de sus capacidades. Es evidente que la labor de profes y educadores es decisiva a muchísimos niveles. Por eso es tan importante que estén preparados para gestionar situaciones complejas desde el punto de vista emocional. La habilidad del docente para relacionarse con su alumnado es una cuestión a la que quizá no prestamos la atención que merece.
Los niños necesitan sentirse felices y a salvo para desarrollar su potencial. Los educadores tienen un papel protagonista a la hora de crear el ambiente propicio en el aula. Un estudio realizado conjuntamente por tres universidades finlandesas demostró que un maestro empático es el mejor impulso para la motivación de los niños. Pero hay algo todavía más interesante. Este mismo trabajo comprobó que las interacciones positivas y cálidas entre profesores y estudiantes influyen más en el desarrollo de las capacidades y en los resultados académicos que los factores estructurales, como los materiales educativos disponibles o el tamaño del aula. Por lo tanto, un buen educador debe ser capaz de generar y mantener vínculos de apego seguro con los menores a su cargo.

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El apego se construye en el hogar... ¿qué ocurre en la escuela?
Fue John Bowlby quien formuló la Teoría del Apego, allá por los sesenta. Su inconmensurable trabajo, alentado por un interés profundo y sincero en la infancia, le llevó a entender que las necesidades afectivas y emocionales de los niños son, como mínimo, tan importantes como las fisiológicas. Los pequeños desarrollan una relación privilegiada con su adulto de referencia durante sus primeros años de vida, muy especialmente en el primero. Ese vínculo, que por lo general le une a su madre, se convertirá después en una especie de patrón para sus relaciones futuras con otras personas. De ahí la importancia de conocer el tipo de apego que marcó tu infancia.
Amigos, compañeros, parejas... el apego que nuestra familia nos brinda influye en la manera en que construimos otros vínculos, como niños y como adultos. El maestro no es una excepción. En el temido primer día de cole, el niño pasa súbitamente de verse en un ambiente seguro, en el que sabe que todas sus necesidades están cubiertas; a encontrarse en un lugar extraño. Tiene otros veinticinco niños alrededor, muchos de ellos aterrorizados. Por mucho que mamá o papá prometan y consuelen, no hay ninguna garantía de que ese adulto desconocido a quien llaman 'profe' vaya a encargarse de él.
Como es evidente, un pequeño con vínculos de apego seguro en el hogar podrá conectar más fácilmente con su educadora. Pero la destreza del docente para convertirse en una figura de apego subsidiaria es también relevante. De hecho, un entorno escolar en el que el niño se sienta valorado y querido puede incluso compensar ciertas carencias afectivas familiares. Por todo esto deberíamos dedicar mayores esfuerzos a acompañar a los niños durante el periodo de adaptación a la escuela.

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¿Cómo construir vínculos de apego seguro en el aula?
Con aulas masificadas y condiciones de trabajo mejorables, el trabajo de gestión emocional resulta aún más difícil para el docente. Pese a todo, con pequeños esfuerzos pueden hacerse enormes progresos. Lo esencial es que la maestra sea capaz de educar con el ejemplo. Debe mostrar cualidades como la amabilidad, la gratitud, el interés y el respeto hacia los demás. Y por supuesto, tendrá que buscar estrategias para que los niños desarrollen estas aptitudes. Durante una jornada escolar, en el aula aparecen infinidad de ocasiones para invitarles a cuidarse y aceptarse mutuamente, para aprender a entenderse, a compartir, a resolver conflictos...
Esta clase de recursos contribuyen a que los pequeños afiancen sus vínculos con profesores y compañeros. Por el contrario, se ha comprobado que la autoridad impuesta por la fuerza, las amenazas y los castigos merman su interés y su motivación. Conviene tener presente que la manera de educar tiene efectos sobre su creatividad, sobre su modo de ver el mundo y sobre su autoestima. Sin lugar a dudas, aspectos más significativos que la mera adquisición de conocimientos.
Cada vez más docentes adquieren formación específica y se preparan para los inevitables retos emocionales que deben afrontar en el aula. Si quieres profundizar en la Teoría del Apego y su aplicación práctica, apúntate al curso «Claves para criar desde el apego seguro», con Soraya Sánchez. Para comprender cómo sienten y cuál es la mejor manera de acompañarles, en la Escuela Bitácoras hemos preparado cursos como «Necesidades afectivas de los niños», «Creatividad y gestión emocional» y «Las emociones en los niños» con Carlos González, María J. Llorente Wattenberg y Cristina Gutiérrez Lestón. Y si buscas un modelo que te permita construir relaciones desde el equilibrio entre amabilidad y firmeza, el curso «Disciplina Positiva», con Bei M. Muñoz, es justo lo que estás buscando.