Cuando una niña ríe, sus padres son felices. Si descubre algo y comparte su sentimiento de asombro, los adultos que tiene cerca lo celebran. Y si expresa gratitud cuando alguien ha hecho por ella, es probable que reciba una felicitación. Muchas de las emociones expresadas por los niños son acompañadas e incluso promovidas por sus padres y por sus educadores. Sin embargo, existen otras que no generan tanto entusiasmo. Piénsalo por un instante. ¿Qué suele suceder cuando un niño pequeño expresa tristeza, enfado, miedo...?
Por supuesto, hay ocasiones en las que intentamos escuchar, prestar atención y validar esa emoción que surge. Pero otras veces "tendemos a negarla o distraerla", tal como explica Laura Estremera en el curso «Acompañamiento emocional». Recurrimos al "no llores", al "no tengas miedo", a todas esas muletillas que también nosotros escuchamos cuando éramos pequeños. Podemos decirlo con todo el cariño del mundo o podemos alterarnos y perder la paciencia... pero la realidad es que estamos eligiendo no acompañar la emoción manifestada.
"En lugar de buscar la necesidad tras la emoción, buscamos que cese. Pero las emociones no expresadas no desaparecen. Continúan existiendo. Quizá dejan de ser observables, pero generan angustia y buscan su salida de otro modo", añade Laura. Por eso debemos ser conscientes de la importancia de evitar la negación cuando los niños tratan de expresar lo que sienten. Aprender a acompañar las emociones de tus hijos te ayudará a conectar con ellos y fortalecerá los vínculos que os unen.

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Pero, ¿por qué intentamos 'detener' algunas emociones?
Cada situación es distinta, cada relación madre-hijo es única y cada emoción tiene sus particularidades. Aún así, existen ciertas circunstancias en las que los adultos podemos tener una tendencia más acusada a reprimir emociones que el niño intenta manifestar.
- "Querría que mi hijo siempre fuese feliz". No nos gusta que lloren porque preferimos que estén contentos. Es evidente, pero al mismo tiempo sabemos que esto es imposible. Lo realista no es desear felicidad permanente y en exclusiva, sino una vida plena. En el curso «La familia, primera escuela de las emociones», Mar Romera nos muestra cómo la capacidad para identificar y expresar todas las emociones (y no sólo la felicidad) es un requisito indispensable para acercarnos a esa plenitud.
. - "Su dolor me resulta incómodo". Puede que en el llanto de tus hijos veas reflejado tu propio malestar, tu propia infancia, aquellos momentos de tu niñez en los que tal vez no te sentiste escuchada; y por eso te alteren esas emociones.
. - "Me estás haciendo pasar vergüenza". Los juicios ajenos nos condicionan más de lo que deberían. Una rabieta en el supermercado inquieta más por las miradas que despierta que por la verdadera importancia que tiene.
. - "Quiero mantener el control de la situación". Lo imprevisible nos altera tanto que exigimos a los niños una capacidad de regulación que todavía no tienen.
Es normal que, con mucha frecuencia, no estés cómoda o conforme con la manera en que tu hijo exterioriza lo que siente. Pero es fundamental que también en esos casos respetes que sienta miedo, ira, angustia o tristeza. El cambio en su conducta es cuestión de tiempo. Para que adquieran herramientas para regularse, lo mejor que podemos hacer es acompañarles desde el respeto.
"Lo que perseguimos es favorecer un desarrollo emocional acompañado a largo plazo, que puedan expresar todas sus emociones de forma adecuada y respetuosa, que comprendan sus necesidades y que entiendan que los otros tienen necesidades. No lo conseguiremos mientras sean pequeños, pero sí podemos ir sembrando semillas".
Laura Estremera - «Acompañamiento emocional» | Escuela Bitácoras

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Cómo acompañar las emociones de los niños desde la calma y el respeto
Para acompañar emociones intensas de manera respetuosa debemos aprender a validar. Y validar supone cambiar la forma en que habitualmente reaccionamos ante ellas. Cambiemos el "no estés triste" por un "sé que querías que te comprase ese juguete y ahora estás triste". Dejemos de decirles que "no se llora", que "no es para tanto" y que "no hay que tener miedo"; y hagamos el esfuerzo de demostrar que estamos a su lado para ayudarles a enfrentarse poco a poco sus temores. Aprendamos que negar emociones no soluciona la necesidad que hay detrás.
"Todas las emociones merecen ser escuchadas, reconocidas y validadas, porque todas son válidas", apunta Laura Estremera. Al reprimir las emociones de un niño enviamos un mensaje de rechazo. Les decimos que tienen un problema. Por contra, al validar y permitir que se expresen, les ayudamos a comprender que las emociones son naturales y pasajeras. Enviamos un mensaje de confianza en ellos y en su capacidad para resolver dificultades. Les alentamos a ser conscientes de sus propios sentimientos y necesidades.
En Escuela Bitácoras encontrarás numerosos cursos diseñados para ayudarte a gestionar tu autoridad como madre/padre, mejorar tu relación con tus hijos y comprender sus emociones. Todos ellos guiados por profesionales de reconocido prestigio, como el pediatra Carlos González, el psicólogo Alberto Soler, la pedagoga Mar Romera o la educadora Laura Estremera, entre muchos otros.