Los primeros meses de vida de un bebé pueden marcar y definir todo su desarrollo físico, psicológico y socioafectivo a largo plazo. Comprender esto nos ayuda a hacernos una idea sobre la importancia de los cuidados y el acompañamiento durante esa primera infancia. Los niños nos necesitan más que nunca en su primer año, porque su supervivencia y su bienestar dependen por completo de los adultos próximos. Todo esto puede parecer evidente, algo que todo el mundo sabe; pero lo cierto es que no siempre demostramos verdadero respeto a las necesidades de los más pequeños. ¿Quién no ha escuchado llamar 'mamitis' al llanto de un niño de ocho o nueve meses? ¿O etiquetar como 'manipulación' las demandas de atención de una niña de esa edad?
En el curso «Desarrollo de los primeros años», la educadora Laura Estremera nos invita a reflexionar sobre la historia de la especie humana. Nuestros orígenes y nuestra evolución están directamente relacionados con los procesos que atraviesan los niños y las niñas en su primer año de vida. "Si no sabemos de dónde venimos podemos caer en el error de pretender acelerar estos procesos, o pensar que son cosas que debemos evitar o superar lo antes posible", advierte Laura.
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Hace 4 millones de años...
... todos los homínidos se desplazaban a cuatro patas. Sin embargo, en cierto momento apareció el fenómeno de la bipedestación. Algunos comenzaron a utilizar únicamente sus extremidades inferiores. O lo que es lo mismo, a caminar de manera parecida a la que empleamos hoy en día. Al margen de todos los cambios vitales que esto supuso para ellos, los seres bípedos afrontaron una serie de desafíos evolutivos. Su centro de gravedad cambió de ubicación, de modo que su pelvis tuvo que estrecharse para soportarlo.
Las modificaciones en el estilo de vida causaron una evolución en el neocórtex de nuestros ancestros. Como consecuencia, el tamaño de sus cabezas fue haciéndose mayor. Con pelvis más estrechas y cráneos más grandes, se hizo necesario que las crías empezasen a nacer antes; y por lo tanto, con buena parte de su desarrollo básico todavía por completar.
Si observamos las crías de otras especies animales, comprobamos que en muy poco tiempo son capaces de comportarse de forma similar a los adultos. Pensemos en una cría de caballo. Nace con un elevado nivel de desarrollo, que por ejemplo le permite caminar casi de forma inmediata. Es una especie precocial. Por contra, una cría de ratón es altricia. Las especies altricias tienen un cerebro pequeño, de modo que apenas necesitan crianza. Los seres humanos mezclamos características de ambos tipos: somos altricios secundarios. Tenemos un cerebro de gran tamaño que todavía está lejos de su madurez cuando nacemos. Lo mismo sucede con nuestro sistema nervioso central.
Esto es lo que hace imprescindibles, además de 9 meses en el útero materno, otros 12 meses de exterogestación.
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La importancia de comprender la exterogestación
"Para equipararla a la de otras especies, la gestación humana debería durar veintiún meses en lugar de nueve", expone Laura Estremera. Un año más. Alrededor de los doce meses, precisamente, los niños comienzan a mostrar sus primeras capacidades para desplazarse, comunicarse y alimentarse con cierta autonomía. Es decir: su comportamiento empieza a ser parecido al de los adultos de su especie. Por eso son tan importantes los cuidados que les ofrezcamos hasta ese momento, la forma en que respondamos a sus necesidades. No sólo las fisiológicas, sino también las emocionales. "Durante el primer año de vida, los bebés deberían disfrutar de unas condiciones lo más similares posible a las que tenían en el útero", apunta Laura.
La infancia humana es especialmente larga y permite enormes aprendizajes. También favorece que las relaciones materno-filiales sean necesarias y relevantes. Y por supuesto, provoca que las experiencias durante la primera infancia condicionen todo el desarrollo. Esa es la enorme responsabilidad de los progenitores humanos. "Debemos entender el porqué de la dependencia, de la infancia larga, de las necesidades. No las cuestionemos, no pensemos que los niños tienen 'mamitis' o que nos están manipulando. Nada es por azar. En la naturaleza, si algo está y algo existe, es por un motivo", concluye la educadora.
El curso «Desarrollo de los primeros años» está pensado para ayudarte a comprender la importancia de ese primer año. A través de sus 12 lecciones podrás profundizar en los cambios emocionales, motrices y cognitivos que experimenta tu hijo; y obtendrás recursos para acompañarle mientras disfrutas del proceso.