Entre el 1 y el 9 de octubre celebramos la décima edición de la Semana Internacional de la Crianza en Brazos. Este evento anual trata de difundir los beneficios del porteo, visto como una práctica que va más allá del uso de portabebés. El porteo es en realidad toda una forma de entender la crianza. No hay mejor aliado que el uso del portabebés para potenciar el contacto físico frecuente entre madres e hijos, que alimenta la conexión íntima entre ellos. Más que una herramienta de transporte, es una manera de afrontar el comienzo de nuestra relación con los más pequeños.
No es sólo cuestión de gustos y preferencias. Existen numerosos estudios que corroboran las aportaciones del porteo al bienestar de niños y adultos. Se ha comprobado que los bebés criados en brazos lloran menos que aquellos que no son porteados. También sabemos que la salud de niños prematuros o con necesidades especiales mejora gracias al contacto físico con sus cuidadores. Además, esa proximidad posibilita que madres y padres respondan con más rapidez a las demandas de sus hijos. Así crece la confianza entre ellos, aumenta el conocimiento mutuo y se fortalecen los vínculos que los unen.
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El porteo fomenta el apego seguro
El contacto piel con piel entre madre e hijo es algo natural para el ser humano. En la prehistoria no había otra forma de garantizar la protección, el bienestar y la alimentación de un bebé. Miles de años después, los brazos de mamá y papá continúan siendo el lugar más cálido y seguro del mundo. Sin embargo, nuestra sociedad relega a un segundo plano esta necesidad vital de los recién nacidos. En muchas familias, las obligaciones laborales provocan que los más pequeños apenas puedan compartir tiempo con sus padres. Las oportunidades de disfrutar de un contacto físico directo y relajado llegan a ser realmente escasas.
"Permanece cerca de tu hijo. Cuanto más pequeño sea, más cerca tenemos que estar. La cercanía les da seguridad", afirma Soraya Sánchez en el curso «Claves para criar desde el apego seguro», durante la lección dedicada a los ingredientes para favorecerlo. El porteo es un recurso que nos permite no sólo transportar al bebé, sino también realizar tareas cotidianas sin perder el contacto con él. Elvira Porrés, autora del libro Tócame, mamá. Amor, tacto y nacimiento sensorial, también otorga un papel decisivo al contacto en el desarrollo del apego seguro. "Si su necesidad de contacto no está satisfecha con una respuesta afectuosa, el niño arrastrará en su vida la impresión de no ser amado", sostiene Porrés.
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¿Es compatible el porteo con el movimiento libre?
Un aspecto que suele generar dudas sobre la conveniencia del porteo es su compatibilidad con el movimiento libre de los niños. Aunque suene casi contradictorio, precisan tanto la cercanía de sus padres como tiempo y espacio para desarrollar su autonomía y su psicomotricidad. Si lo pensamos con detenimiento, es difícil que un bebé tenga necesidades que se anulen mutuamente. En ocasiones sienten hambre y sueño a la vez, pero no por ello escogemos entre alimentarles y ayudarles a descansar. Nuestro papel consiste precisamente en buscar soluciones para satisfacer sus necesidades. Si reducimos o eliminamos los momentos que pasan en cunas, parquecitos y similares, encontraremos tiempo para el porteo y también para el movimiento libre.
Otra crítica habitual al porteo desde las pedagogías más preocupadas por la autonomía del bebé alude a la postura. Se argumenta que los portabebés imponen gestos antinaturales al niño, obligándole a permanecer sentado cuando aún no sabe hacerlo por sí mismo. Incluso se han planteado dudas sobre los daños que podría sufrir su columna vertebral. Sin embargo, como explica Elena López en el curso «Portea bien a tu bebé», el porteo no implica imponer posturas, ni mucho menos obligar a mantener la columna erguida y sosteniendo el peso de su cabeza.
La clave es saber elegir y utilizar un portabebés adecuado para la etapa de desarrollo en que esté el niño. En el caso de un recién nacido, por ejemplo, es fundamental prestar mucha atención a la ergonomía. Con un ajuste correcto podrá mantener la espalda arqueada. También podrá apoyar su cabeza sobre el cuerpo del adulto y no irá sentado, sino en suspensión. Una postura natural, similar a la que conoce desde el útero materno. Y por supuesto, con la ventaja añadida de sentir muy cerca a su mamá; porque no existe nada más natural que el contacto directo entre madre e hijo.