Es probable que algunas alarmas se hayan encendido en tu mente al leer las palabras 'adolescentes', 'tolerar' y 'frustración'. Las dificultades de los jóvenes para digerir el fracaso son una importante preocupación para muchos padres. Cuando no alcanzan lo que pretenden surge la aflicción, el enfado, el impulso de abandonar proyectos iniciados, la cerrazón en el pesimismo... Es muy fácil que verles así nos genere impotencia: llega a parecer que no existe forma de ayudarles. ¿Qué podemos hacer para enseñarles a tolerar la frustración? Y más aún, ¿es posible que hayamos hecho algo que, sin pretenderlo, fomente esa clase de reacciones?
Para encontrar respuestas a estas preguntas, lo primero es comprender qué es la frustración. El verbo latín frustrare deriva del adverbio frustra, que significa "en vano, inútilmente". "La frustración puede ser emoción o sentimiento. Aparece cuando no conseguimos aquello que deseamos y nos consideramos responsables por ello", explica Cristina Gutiérrez Lestón, profesora del curso «Adolescentes. Cómo comunicarnos con ellos» y directora de La Granja Escola. Entre los jóvenes es muy frecuente que aparezcan problemas para tolerar la frustración cuando no consiguen algo material (por ejemplo, algo que querían comprar), no material (aprobar un examen), o la atención de padres, profesores, amigos...
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¿Por qué no son capaces de tolerar la frustración?
Cristina Gutiérrez nos advierte sobre la importancia de distinguir entre rabia y frustración. Son cuestiones distintas, aunque a menudo provocan reacciones muy parecidas. Cuando sentimos frustración nos culpamos a nosotros mismos por no materializar un deseo determinado. Sin embargo, al experimentar rabia sentimos que la culpa es de otra persona. Pueden producir el mismo enfado, la misma tristeza, idéntica desesperación, pero no son iguales. Es fundamental que sepas diferenciar si el problema de tu hijo adolescente es de gestión de la rabia o de tolerancia a la frustración.
"Tolerar la frustración sirve para superar obstáculos con inteligencia y determinación. Te autoriza a perseguir tus sueños, te da energía para no temer al fracaso o las equivocaciones, te hace sentirte fuerte y seguro", apunta Cristina. Es una competencia esencial, útil en múltiples situaciones personales, académicas y profesionales. Pero se adquiere a través de la práctica; y desde la mejor de las intenciones, los padres no siempre la permitimos.
Para saber cómo tolerar la frustración necesitan la oportunidad de enfrentarse a ella. Cada vez hay más niños sobreprotegidos, acostumbrados a conseguir siempre lo que quieren. Sus padres tratan de dárselo, pensando únicamente en su felicidad. Tarde o temprano llega el día en que hay algo que no pueden brindarles. Entonces descubren que sus hijos no saben tolerar la frustración. ¿Cómo van a saberlo, si nunca se han enfrentado a ella?
La tolerancia a la frustración puede entrenarse
Visto lo anterior resulta sencillo comprender cómo queriendo niños autónomos, terminamos criando adolescentes dependientes. "La principal habilidad para tolerar la frustración es la paciencia, muy ligada a la actitud. Y se puede entrenar", dice Cristina Gutiérrez. Por supuesto, también está directamente vinculada a la resiliencia, de la que ya hemos hablado anteriormente. "Para aprender tolerar la frustración, el primer paso es entrenar la paciencia. Y se entrena de una sola manera: esperando", añade la profesora.
La clave es entender que necesitan aprender a convivir con con emociones desagradables, sobre todo cuando emergen al negarles algo que piden o anhelan. "Deben darse cuenta de que esas emociones también nos pertenecen y nos definen. Es necesario dejar que tengan su lugar para que realicen su función. Los jóvenes no pueden ir por la vida sin esa información, sin conocer cuál es su respuesta emocional ante una frustración. Y muchas veces no se lo permitimos en casa", advierte Cristina.
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Herramientas para trabajar la tolerancia a la frustración
Es importante ayudar a los niños a identificar sus emociones y sentimientos desde pequeños. Acompañarles y permitir que se den cuenta de lo que sienten. Porque para tolerar lo negativo o lo desagradable, primero necesitarán aceptarlo. También es necesario que aprendan a identificar los motivos por los que se sienten de un modo u otro. Sólo así entenderán cómo actuar. El objetivo no es contener o suprimir emociones, sino tener capacidad para buscar una solución. La frustración, como otras emociones, aparece para alertarnos de que tenemos alguna cuestión por resolver.
En el curso «Adolescentes. Cómo comunicarnos con ellos», Cristina Gutiérrez comparte el conocimiento acumulado en su larga trayectoria trabajando con niños y jóvenes. Siguiendo sus consejos comprobarás que una comunicación sincera y fluida es el secreto para solventar muchos de los retos que nos plantean los adolescentes. En una línea similar, Bibiana Infante y Violeta Alcocer aportan más estrategias en el curso «Disciplina Positiva de 8 a 16 años». El modelo de Disciplina Positiva, creado por Jane Nelsen y Lynn Lott, es idóneo para construir relaciones respetuosas y abiertas con tus hijos.