Lynn Lott nació el 3 de julio de 1943. Es autora de más de veinte libros relacionados con la crianza, la educación y el desarrollo personal. Pero sobre todo, Lynn es conocida por haber creado, junto a Jane Nelsen, el programa de Disciplina Positiva. Un modelo pedagógico cada vez más apreciado en todo el mundo, que ofrece recursos prácticos para construir relaciones saludables entre padres e hijos a partir del equilibrio entre amabilidad y firmeza. La Disciplina Positiva nos invita educar con visión a largo plazo, dotando a niños y jóvenes de herramientas para una vida adulta autónoma, responsable y feliz.
Pueden dar fe de ello los más de 3.500 alumnos que ya han completado el curso «Disciplina Positiva», dirigido por Bei M. Muñoz para Escuela Bitácoras. El éxito de esta propuesta y la demanda de contenidos específicos para otras etapas nos ha animado a lanzar recientemente el curso «Disciplina Positiva de 8 a 16 años», con Bibiana Infante y Violeta Alcocer.
Lynn Lott también se detuvo a reflexionar sobre la mejor manera de acompañar a los adolescentes. Las particularidades propias de esta etapa, repleta de cambios y dudas, obligan a los padres a buscar nuevas estrategias para fortalecer vínculos con sus hijos. Hoy queremos compartir algunas de las consideraciones de Lynn, extraídas del libro Disciplina Positiva para adolescentes, que escribió en colaboración con Jane Nelsen. Como podrás comprobar, tienen que ver con los estilos parentales, un tema que ya tratamos anteriormente en el blog.
Más información sobre el curso «Disciplina Positiva»
1. Las consecuencias del exceso de control sobre un adolescente
"Cuando los niños de padres controladores se convierten en adultos, a menudo no pueden sobrellevar una relación con sus padres porque se sienten sofocados, juzgados y aniquilados por ser como son. [...] Los hijos de padres controladores pueden convertirse en adictos a la aprobación y buscan a otras personas que continúen con el trabajo de controlarlos. [...] Cuesta mucho tiempo convencer a una persona inmadura de que está bien ser alguien independiente de sus padres y de que deje atrás su percepción equivocada sobre lo que necesita hacer para obtener aprobación en la vida".
El patrón se repite constantemente. Las personas educadas a base de castigos y control terminan educando a sus hijos utilizando las mismas técnicas. Es como si al convertirse en padres olvidasen súbitamente lo mal que se sentían al ser tratados de ese modo. Además, no tienen en cuenta los peligros a largo plazo del exceso de control sobre un adolescente. Lott y Nelsen nos hablan de distanciamiento, dependencia emocional permanente e inmadurez. ¿Podemos afirmar que un castigo es eficaz, o que merece la pena, si implica el riesgo de destrozar la relación entre padre e hijo? ¿O, quizá peor, de convertir al adolescente en un adulto inmaduro e incapaz de asumir responsabilidades? "Si quitamos todo el poder al adolescente, nunca tendrá ocasión de aprender a ser responsable, o de cometer sus propios errores y aprender de ellos", añade Lynn Lott.
2. Los problemas de los padres demasiado permisivos
"Los padres permisivos sienten que han cumplido con su trabajo porque protegen o rescatan a sus hijos del dolor o el sufrimiento. Sin embargo, esta educación a corto plazo quita a los jóvenes la oportunidad de aprender las habilidades de vida que les proporcionan seguridad en sí mismos y flexibilidad. En lugar de aprender que pueden sobrevivir al dolor y la decepción, e incluso aprender de ello, los niños crecen siendo extremadamente egocéntricos, convencidos de que el mundo y sus padres les deben algo y de que tienen derecho a todo lo que deseen".
En el extremo opuesto al exceso de control está el exceso de permisividad. Son padres que tratan prácticamente como bebés a sus hijos adolescentes. Les protegen de todo sufrimiento; y cuando no pueden hacerlo, acuden rápidamente al rescate. Si en lugar de seres humanos fuesen aves, jamás permitirían que los niños aprendiesen a volar, al ser incapaces de asumir la posibilidad de una caída. Pero con frecuencia, el palo más duro se produce cuando comprueban que los esfuerzos resultaron inútiles. No sólo es imposible proteger a los jóvenes de todo padecimiento, sino que la sobreprotección acaba volviéndose en contra de quien la aplica. "Muchos adultos están resentidos con sus padres porque no les permitieron aprender las habilidades que necesitaban para triunfar en sus matrimonios, trabajos y la vida en general", afirma Lynn Lott.
3. No te conviertas en un padre negligente
"No importa con cuánta frecuencia diga tu hijo adolescente que desea que le dejes en paz. En realidad, necesita y desea cierta orientación; y todavía te necesita como copiloto a su lado. Incluso cuando actúe como si quisiera echarte del avión, se sentirá abandonado si te vas. Aunque parezca que no escucha una sola palabra de lo que le dices, en realidad sí lo hace, aunque le lleve algunos días, semanas o años demostrarlo".
Acompañar a un hijo adolescente exige grandes dosis de paciencia. La rebelión, las malas contestaciones, las difusas fronteras del espacio íntimo que un joven traza, pueden provocar que sus padres tiren la toalla y miren hacia otro lado. Lynn Lott nos anima a no abandonar, a no ignorarles, a no dejar de comunicarnos con ellos. Todavía nos necesitan, pero puede ser necesario realizar un gran esfuerzo para comprender de qué manera.
Más información sobre el curso «Disciplina Positiva de 8 a 16 años»
4. Cómo encontrar el equilibrio entre amabilidad y firmeza con un adolescente
"Un padre afectuoso y firme proporciona oportunidades a sus hijos para que aprendan lo siguiente:
1) La libertad viene con la responsabilidad.
2) Aquí se practica el respeto mutuo.
3) "Puedo aprender valiosas habilidades de la vida, como la resolución de problemas, la comunicación y el respeto por los demás".
4) Los errores son oportunidades para aprender.
5) Los miembros de la familia tienen sus propias vidas y yo soy parte del universo, no el centro del mismo.
6) "Mis padres me harán responsable a través de explorar las consecuencias de mis elecciones en una atmósfera libre de culpa, vergüenza y dolor".
Es fundamental asumir por completo que lo relevante son los resultados a largo plazo, no los asuntos a corto plazo. Dicho de otro modo, lo importante es que tu hijo acabe entendiendo cómo te sientes cuando llega a casa demasiado tarde... aunque lo que nos pide el cuerpo sea castigarle sin salir si se retrasa. "A veces podrías sentirte como si estuvieras dejando que tu hijo se saliese con la suya. Cuando las acciones se relacionan a metas a largo plazo, es preciso un salto de confianza para sentir la seguridad de que estás haciendo un buen trabajo como educador", admiten Lynn Lott y Jane Nelsen. En este proceso es muy importante el punto 4: los padres son los primeros que tienen que entender sus propios errores como oportunidades para aprender. Ni tú serás perfecto, ni lo serán tus hijos. Pero quizá ambos podéis estar dispuestos a mejorar durante la mayor parte del tiempo.
5. Una fábula sobre la importancia de dejar que los adolescentes crezcan y vuelen solos
"Un pequeño niño observaba a una mariposa luchando por salir de su capullo. Sintiendo lástima por la mariposa, el pequeño abrió el capullo con sus manos para que la mariposa quedara libre. Pero después de volar un rato, la mariposa cayó y murió. El niño no había comprendido que la mariposa necesitaba luchar para obtener fuerzas que le permitieran volar y vivir".
Con este breve cuento, Lynn Lott insiste en la importancia de dejar decidir a los adolescentes. Porque tomando sus propias decisiones cometen errores, tropiezan, sufren, caen, se levantan, intentan de nuevo, lo hacen mejor, continúan. Pero sobre todo, aprenden.