La pandemia de COVID-19 dura ya varios meses, pero las certezas que tenemos sobre la enfermedad son todavía escasas. Sí sabemos que el coronavirus afecta con virulencia a nuestros mayores; y por tanto, tenemos el deber de protegerles tanto como podamos. Para muchas familias, esto se ha convertido en un importante contratiempo. Hay un montón de abuelos y abuelas que son cuidadores habituales de los niños. Y por supuesto, son muchos más los que tienen un vínculo muy especial con sus nietos. A menudo, la figura de los abuelos es esencial en la educación de los niños. Compaginar la protección con el contacto frecuente se ha convertido en una tarea prácticamente imposible.
La recomendación básica de los expertos no ha variado en los últimos meses. Lo más seguro y responsable es que los mayores limiten al máximo su círculo de contactos. En muchos casos, eso implica renunciar a las visitas de sus familiares. Esto se traduce en una condena a la soledad, uno de los efectos del coronavirus más dolorosos y con menor visibilidad mediática y social. Con esta separación, los peques también pierden el afecto, la compañía y la comprensión de sus abuelos. Entender la relación entre ellos es fundamental para cuidarla y conservarla. No podemos permitir que el coronavirus provoque que la distancia entre abuelos y nietos termine siendo inabarcable.
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La relación entre abuelos y nietos
Hay muchísimas familias en que los abuelos asumen el rol de cuidadores de los niños. Pueden llegar a ser cuidadores principales, compartiendo con ellos más tiempo que los propios padres. Cuando la relación entre abuelos y nietos es frecuente y estrecha, debemos ser conscientes de que son mucho más que cuidadores: están desempeñando un papel determinante en la educación de los niños. No se limitan a velar por su seguridad, o a recogerles en el colegio y en actividades extraescolares, sino que tienen un rol activo y protagonista en la formación de su carácter.
Para muchos niños, el contacto con sus abuelos es el único con personas de esa generación. De este modo, es la única fuente que puede brindarles ciertos valores, así como darles a conocer partes de la historia familiar. Por otro lado, los abuelos suelen ser extraordinarios transmisores del afecto incondicional que todo niño necesita. Porque ellos siempre están, sea para ayudar, para escuchar o quizá para actuar como mediadores entre padres e hijos. Esto hace que surja una complicidad especial entre abuelos y nietos. "Los abuelos son lo mejor que hay después de los padres. Es muy positivo que los abuelos participen en la vida del niño", sostiene Carlos González, pediatra y profesor de varios cursos en Escuela Bitácoras.
No podemos olvidar que los peques también aportan un montón de cosas a sus abuelos. La llegada de un bebé suele suponer para los mayores una motivación renovada. Es una oportunidad para mantenerse activos y despiertos, para sentirse importantes y valorados. Cuando los niños crecen, la ocasión de transmitirles conocimientos y experiencias aporta aún más sentido a su recorrido en la vida. Además, en las circunstancias actuales, mantener el contacto con los nietos es para los abuelos una razón para aprender a manejar las nuevas tecnologías.
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El papel de las nuevas tecnologías en las relaciones entre abuelos y nietos
Seguro que durante los últimos meses has escuchado decir que "los niños están siendo profesores de nuevas tecnologías para los mayores". Es positivo que los abuelos tengan ganas de aprender a usar aplicaciones de videollamada, correo electrónico o mensajería instantánea para estar en contacto con sus nietos; pero es probable que sea necesaria tu supervisión para que hagan un uso seguro y responsable de estas herramientas. No podemos dar por hecho que los niños saben utilizarlas correctamente sólo porque manejan sus principales funcionalidades. Es común, por ejemplo, que ignoren una de las partes más importantes: la relacionada con la protección de su privacidad.
"Tus hijos saben menos de lo que crees sobre nuevas tecnologías. Que hayan crecido rodeados de ellas no significa que sepan usarlas".
Juan García, profesor del curso «Niños, móviles e Internet: una guía para padres» - Escuela Bitácoras
La clave reside en fomentar lo beneficioso y vigilar lo peligroso. El objetivo no es simplemente que abuelos y niños puedan verse a través de una pantalla, sino cuidar el vínculo que les une. Debemos preocuparnos por transmitir a los mayores nuestro cariño, hacerles ver que les necesitamos y les echamos en falta, combatir a su lado la soledad que esta situación puede hacerles sentir. Los niños deben saber que sus abuelos siguen estando ahí para ellos; y en la medida de lo posible, comprender que les necesitan, aunque es posible que las visitas y el contacto físico todavía tengan que esperar algún tiempo más.
Usemos las nuevas tecnologías, aprovechemos su potencial; pero no lo fiemos todo a ellas. Hagamos el esfuerzo de activar nuestra creatividad y proponer a todos los miembros de la familia nuevas maneras de mantenernos en contacto. Recuerda que la creatividad es una gran aliada para ayudar a los niños a expresar sus emociones.