"Ayúdame a hacerlo por mí mismo". Como probablemente sepas ya, son palabras de María Montessori, en una reflexión sobre la autonomía de los niños y el complejo proceso que les conduce a conquistarla. En muy pocas palabras, la italiana es capaz de captar la esencia de lo que debe ser el acompañamiento adulto en ese camino. Pero, por otra parte, la misma Montessori nos advierte que "cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para un niño". ¿Es realmente posible seguir estos dos consejos al mismo tiempo, sin caer en contradicciones? Se trata de ayudarles, pero sin caer en el exceso; pero también de fomentar la cooperación y la autonomía, que vayan haciendo cada vez más cosas solos. ¿Cómo encontrar este equilibrio?
No existen manuales de instrucciones que vayan a decirte detalladamente qué hacer ante cada situación ante la que te encuentres como madre, padre o acompañante. Cuándo ayudar al niño pequeño y cuándo no, qué decisión tomar, cómo hacer cada cosa. Y si encuentras alguno, desconfía. Aspirar a la perfección es absurdo. Lo responsable es comprender y asumir la importancia de reflexionar, observar y hacer autocrítica. Para acompañar a tus hijos mientras adquieren autonomía tendrás que estar dispuesta a aprender durante el camino. Aprender de tus aciertos y tus errores, aprender conociéndole y aprender disfrutando junto a él.
Lo que sí existen son conceptos que nos dan herramientas para tomar decisiones más acertadas. En relación a la cooperación y la autonomía, Eduardo Rodríguez nos habla de un 'ingrediente' imprescindible y a menudo olvidado: la seguridad emocional. Lo hace en el curso «Cuidados de calidad en la etapa 0 a 3 años», uno de los últimos lanzamientos de Escuela Bitácoras.
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La expectativa adulta, un problema en el desarrollo de la autonomía de los niños
"En ocasiones, la cooperación está mal entendida por los adultos. Sobre todo, porque parten de una expectativa. 'Cooperación' nunca puede significar que el niño lo haga todo solo. Lo que tiene que ser la cooperación es una oportunidad", explica Eduardo. En efecto, a menudo caemos en el error de dar por hecho que podemos -o debemos- desentendernos de todo aquello que el niño puede hacer físicamente sin ayuda.
Veámoslo con un ejemplo. Tu hijo de 3 años ya sabe ponerse las zapatillas. Lo ha hecho un montón de veces. A pesar de todo, te dice: "quiero que me las pongas tú". Por lo general, los adultos respondemos cosas como "ya sabes hacerlo solito" o "prueba tú, que lo has hecho muchas veces". Por mucho que estemos diciendo la verdad, lo que hacemos es mostrar abiertamente nuestro deseo de desvincularnos de ese momento compartido.
"La autonomía no sólo es física, sino también emocional. En ocasiones, el niño necesita seguridad emocional para que exista cooperación. Puede que tenga la parte física: sabe ponerse las zapatillas. Pero, ¿para qué necesita esta seguridad emocional? Necesita saber si quien está enfrente va a seguir estando, que va a seguir acompañándole aunque ya tenga autonomía física", añade Eduardo Rodríguez.
Aunque el niño te diga "quiero que me las pongas tú", quizá esté preguntándote si "¿vas a seguir estando ahí, aunque yo sea capaz de hacerlo por mí mismo?". Los dos sabéis que puede ponerse las zapatillas solo. Ahora, piensa en la respuesta que quieres darle a la segunda cuestión.
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No hay cooperación y autonomía sin seguridad emocional
De acuerdo. En lugar de recordarle que ya sabe ponerse las zapatillas sin ayuda, le decimos "si tú lo necesitas, yo te las pongo". ¿Eso es todo? Claro que no: eso no son más que palabras. "Los mensajes a los niños tienen que ser auténticos. No debemos poner palabras a algo en lo que no creemos. Hay que decirlo de verdad, creer en ello", apunta Eduardo. Lo importante no es quién coja las zapatillas y las encaje en el pie. Lo que realmente cuenta es que adulto y niño sientan que están en un momento compartido, que pertenece a ambos.
"Tenemos que favorecer que el niño sea cada vez más autónomo, pero jamás lo conseguiremos en plenitud si no caminamos en paralelo hacia su autonomía emocional. Esta autonomía emocional se construye favoreciendo el vínculo afectivo con el niño en esos momentos compartidos. Eso es lo importante, no quién lleva a cabo la acción", añade el educador. Con el tiempo, verás que cuando los niños lo viven de este modo sienten el impulso de cooperar cada vez más.
En el curso «Cuidados de calidad en la etapa 0 a 3 años», Eduardo Rodríguez habla de seguridad emocional y otros requisitos para favorecer la cooperación. Los gestos delicados, la previsibilidad, la seguridad física, el tiempo de calidad... son algunos de los aspectos que aborda. Si quieres saber más sobre el desarrollo de la autonomía, desde los primeros meses hasta la adolescencia, también puedes matricularte en el curso «Cómo fomentar la autonomía en los niños», guiado por el psicólogo Alberto Soler.