El estereotipo del adolescente nos presenta un joven inestable y caprichoso, a menudo prácticamente un tirano. Una persona que no duda en usar todos los medios a su alcance para conseguir lo que quiere, sea un nuevo smartphone o que el profesor de matemáticas cambie la nota de su examen suspenso. Por supuesto, todos sabemos que la realidad no funciona exactamente de esta forma. Ni todos los adolescentes son así, ni existe una etapa de la vida en que todo el mundo se comporte inevitablemente de manera despótica y egoísta. Sí es verdad que la adolescencia es una fase complicada. Es un momento de búsqueda de la identidad y conquista definitiva de la autonomía, de cambios muy relevantes a todos los niveles. Pero es también un periodo en que, hasta cierto punto, padres y madres empezamos a recoger los frutos de lo que hayamos sembrado durante la infancia.
"Si alguien me preguntara qué creo que se está perdiendo más en las familias de hoy, sin duda respondería que la firmeza de madres y padres", dice Cristina Gutiérrez Lestón, directora de La Granja Escola y profesora del curso «Adolescentes. Cómo comunicarnos con ellos». A menudo, detrás de un joven voluble hay unos padres que no han entendido qué es la firmeza, cómo aplicarla y cuánto la necesita su hijo. "Cada día veo menos padres sólidos, bien asentados, seguros, con las cosas claras para dar fuerza, estabilidad y equilibrio a sus hijos. Padres que saben que se equivocarán, que lo asumen y siguen adelante sin miedo. La no firmeza provoca debilidad. Debilidades que, con frecuencia, terminan en patologías", añade Cristina.
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El verdadero significado de 'firmeza'
El término 'firmeza' significa "cualidad de firme y seguro". Procede del latín firmus (bien asentado, sólido, fuerte). Como puedes observar, no se trata de ser inflexible, severo ni agresivo. Más bien se trata de asentar unos cimientos consistentes; o trasladado a la educación, de actuar con seguridad y coherencia partiendo de unos principios claros. "Muchos padres hacen todo lo que está en su mano para que sus hijos se sientan bien. Y lo consiguen. Los niños tienen todo lo que desean, se sienten genial y eso da tranquilidad a los padres. Todo funciona... hasta que llega la adolescencia. Aparece la frustración y los niños no tienen recursos para tolerarla, porque no la han practicado", explica Cristina Gutiérrez.
Entonces sí surge ese adolescente que define el estereotipo. Las explosiones de rabia, la inestabilidad, el desinterés e incluso el abandono ante cualquier cosa que exija un esfuerzo. "Entonces veo padres desesperados que no reconocen a su hijo. No comprenden cómo han llegado a ese punto y no saben cómo afrontar la situación. Muchos culpan a la etapa de la adolescencia. La adolescencia es una época de cambios, inseguridades y miedos... pero es peligroso creer que es la culpable de todo. Porque cuando pensamos así, los padres dejamos de actuar, de analizar lo que hemos hecho mal o no hemos hecho", apunta la directora de La Granja Escola.
Por tanto, la firmeza no sólo es un principio desde el que se actúa, sino un valor que se transmite. Para ser un adolescente o un adulto firme, capaz de enfrentarse a dificultades, un niño necesita unos padres firmes, conscientes de la importancia de que conozca y experimente todas las emociones y no sólo la felicidad.
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Confía en tus hijos y ellos confiarán en sí mismos
Un adolescente que no ha tenido la oportunidad de enfrentarse a la frustración se da cuenta de que ha vivido en una mentira. Ha vivido en una especie de burbuja creada por unos padres sobreprotectores. Y, lo que es peor, ha interiorizado que no puede valerse por sí mismo. Porque cada vez que sus padres han hecho lo imposible por ahorrarle un sufrimiento, le han enviado un mensaje debilitador. "Yo lo hago por ti porque tú no puedes". Sin darse cuenta y desde la mejor intención, han sembrado desconfianza y miedo. No se trata de exponerles innecesariamente al dolor, sino de entender que hay ocasiones en que necesitan esforzarse, incluso enfrentarse a la rabia y la tristeza, para aprender a confiar en su capacidad para salir adelante.
"Si confiamos en ellos, ellos confiarán en sí mismos. Disminuirán sus miedos y podrán superar las dificultades. Las burlas de compañeros, un examen suspendido, las peleas con amigos... Los padres que saben que no son perfectos ni pretenden serlo, los padres que saben dar un no, están entrenando a los niños en la firmeza. Porque el camino de la vida tiene curvas, subidas y bajadas, pero el objetivo principal es avanzar asumiendo los errores", resume Cristina Gutiérrez.
La comunicación entre padres e hijos es vital para que la adolescencia no resulte traumática. En Escuela Bitácoras encontrarás «Adolescentes. Cómo comunicarnos con ellos», un curso que te ayudará a encontrar vías para conectar con los jóvenes. Además, con el curso «Disciplina Positiva de 8 a 16 años» aprenderás a aplicar las herramientas de este modelo pedagógico, de reconocida eficacia y con miles de seguidores en todo el mundo.