Las rabietas, la hora de comer y la hora de dormir. Esos tres asuntos concentran gran parte de las preocupaciones de mamás y papás. Tanto nos inquietan estas cuestiones que a menudo llegamos a perder la perspectiva. No queremos que los niños tengan berrinches, pero nos cuesta mucho dar ejemplo y mantener la calma en momentos difíciles. Pretendemos que lleven una alimentación saludable, pero nuestra propia dieta deja bastante que desear. Y nos preocupa un montón que descansen bien, hasta tal punto que sacrificamos nuestro propio descanso. Por supuesto, es un error. Para que en casa haya buen ambiente es fundamental que todos los miembros de la familia puedan recargar energías con un sueño tranquilo y reparador.
Es frecuente y normal que los niños planteen ciertos desafíos a la hora de dormir. Reticencias para meterse en cama, peticiones reiteradas (seguro que te suena lo de "otro cuento", "pis" o "agua"), miedos y pesadillas... Pondrán a prueba nuestra paciencia. Y sin lugar a dudas, necesitan que les acompañemos mientras atraviesan esta etapa. Esto no quiere decir que tengamos que llegar al extremo de renunciar a dormir bien. "Respetar los ritmos de los niños no es consentir siempre, sino ser sensibles a sus necesidades y crear condiciones adecuadas para poder satisfacerlas", explica Alberto Soler en «El sueño en la infancia». El psicólogo comparte en este curso algunas ideas para facilitar el descanso de toda la familia.

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La importancia de las rutinas
Cuando los niños tienen problemas para dormir, lo primero que debemos revisar es lo que sucede antes de que llegue el momento de ir a la cama. "Los hábitos y las rutinas de sueño juegan un papel importante en la calidad del sueño infantil y el bienestar de los padres", advierte Alberto Soler, "se ha demostrado que tener una rutina antes de dormir mejora de forma significativa el sueño de los niños y también la satisfacción de sus padres". Como explica el psicólogo, se trata ayudarles a mantener en hora su reloj biológico.
¿Qué podemos hacer? Se trata de elaborar una especie de guión que podamos seguir a diario y que ayude a los peques a encontrar la calma. No busques una solución universal, porque no existe. Es esencial pensar en las necesidades y preferencias de cada niño y crear una rutina acorde a él. Un baño tranquilo, disfrutar de un masaje, escuchar música relajante, leer un cuento... las posibilidades son casi infinitas. Por contra, conviene evitar los sobresaltos y el uso de pantallas.
Lo imprescindible es que os sintáis cómodos con vuestra estructura y que podáis mantenerla. Está comprobado que las rutinas sostenidas consiguen que los niños tarden menos en quedarse dormidos. También despiertan menos veces por las noches; y por lo tanto, reclaman menos la presencia de sus padres. Además, cuando encontramos una fórmula adecuada y la asentamos, los niños responden mejor cuando tenemos que hacer una excepción puntual.

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Otras técnicas conductuales
Existen muchas otras propuestas para buscar la manera en que toda la familia pueda descansar. Algunas familias emplean la técnica de la presencia parental. El cuidador del bebé o niño permanece en su habitación hasta que se queda dormido, aunque evitando interactuar con él. Puede empezar pasando la noche completa en ese cuarto e irse retirando cada vez antes, de forma progresiva. Con niños de hasta 6 años también puede dar buenos resultados la llamada huggy puppy intervention. Consiste en convertir al pequeño en cuidador, explicándole que su muñeco de peluche tiene miedo. No es extraño que los niños 'se dejen engañar' y encuentren más sencillo quedarse dormidos de este modo.
Hagamos lo que hagamos, es importantísimo que los padres comprendamos cómo funciona el sueño infantil. No hay mejor primer paso que afrontar el tema desde la calma, entendiendo las necesidades del niño y no insistiendo en ver problemas graves y patologías donde no suele haber más que conductas normales. Planteamientos como el de la terapia de aceptación y compromiso o el abordaje de Zúrich en 3 pasos apuestan por esta visión. Alberto Soler nos habla de ellos en el curso «El sueño en la infancia». También profundiza en el colecho, práctica que muchos critican partiendo de prejuicios injustos e infundados. Y si tu hijo es lactante, no te puedes perder «Lactancia y sueño», el tercer curso de Carlos González para Escuela Bitácoras.