La Navidad es una época para compartir momentos, sonrisas y cariño con familiares y seres queridos. Sin embargo, no podemos negar que la Navidad tiene también un importante componente consumista. Los mensajes que invitan a comprar y comprar están por todas partes; y por supuesto, los niños están expuestos a ellos. Cientos de juguetes anunciados en televisión, larguísimas listas de deseos y preferencias, cartas a Papá Noel y los Reyes Magos... el concepto 'regalos' se ha convertido en el principal protagonista de la Navidad en muchísimos hogares.
Los adultos tenemos una grandísima cuota de responsabilidad en ello. Nos hemos acostumbrado a dejarnos llevar, a no establecer límites, a no pensar en lo que estamos haciendo cuando apilamos un montón de cajas al pie del árbol de Navidad. Unas veces nos mueven las ganas de ver felices a los más pequeños. En otras ocasiones preferimos complacer sus deseos a soportar sus protestas. A esto hay que añadir que, a menudo, los Reyes Magos dejan regalos en las casas de padres, abuelos, tíos y padrinos. Los niños reciben todo lo que piden y mucho más de lo que necesitan. Y a pesar de todo, el 7 de enero parecen lejos de sentirse satisfechos.
¿Cómo influye en tus hijos el número de regalos que reciben?
¿Dónde dirías que disfruta más jugando un niño? ¿En una habitación con cuatro juguetes o en una en la que dispone de dieciséis? Esto fue lo que se preguntaron cuatro investigadores de la Universidad de Toledo (Ohio, EE.UU) en 2018. Las conclusiones de su estudio son demoledoras. Cuando se trata de niños y juguetes, menos es más. Así de sencillo. Es una de las máximas que ya vimos a la hora de preparar un dormitorio Montessori.
"Con menos juguetes, los participantes encontraron menos incidencias en el juego, jugaron durante más tiempo y utilizaron sus juguetes de formas más variadas. Esto sugiere que cuando hay menos juguetes en su entorno, los niños se comprometen más a jugar con un solo juguete durante periodos de tiempo más largos, consiguiendo una mejor concentración para explorar y jugar de manera más creativa".
The influence of the number of toys in the environment on toddlers’ play
Dauch, C.; Imwalle, M.; Ocasio, B.; Metz, Alexia E.
Para entender por qué sucede esto es preciso comprender qué siente realmente el niño al recibir una montaña de regalos. No sólo es más de lo que necesita: también es mucho más de lo que puede asimilar. Las ganas y el interés se diluyen para dejar paso a la ansiedad. Entonces cae en un estado de sobreestimulación que le impide disfrutar y valorar sus regalos. Siempre decimos que la ilusión de los niños es lo más importante en estas fechas, pero cubriéndoles de regalos podemos estar fomentando exactamente lo contrario. Suena a paradoja, pero a veces llega a parecer que los regalos nos han robado la Navidad.
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Alternativas para evitar el exceso de regalos en Navidad
Es normal que los niños esperen y deseen recibir obsequios en Navidad. Viven en un entorno que les repite hasta la saciedad que tienen derecho a pedir. Quizá sea poco realista pretender aislarles de eso, pero sí podemos escoger qué mensaje queremos darles nosotros. En nuestra mano está que las fiestas giren alrededor de los regalos u optar por crear momentos especiales, tradiciones y costumbres propias; instantes que incidan en lo afectivo y lo emocional. Esto no implica olvidar que también hay algo hermoso en ofrecer presentes a nuestros seres queridos. Por ejemplo, fabricar juntos algunos regalos Waldorf DIY es una bonita alternativa al consumismo navideño.
Cada familia debe buscar su camino. En los últimos años se ha puesto de moda la llamada 'regla de los 4 regalos'. Consiste en dar a los niños algo que deseen intensamente, algo que necesiten, algo de ropa y algo para leer. No es una solución universal, pero puede ser una referencia interesante. También hay familias que se ponen de acuerdo con abuelos y tíos para que la improvisación no conduzca al exceso de regalos. Si queremos que los niños valoren algo más que lo puramente material, es esencial que nosotros mismos seamos los primeros en dar importancia a otros aspectos. El deseo de recibir cien juguetes nuevos puede ser muy intenso, pero es fugaz. La huella de un recuerdo feliz es siempre mucho más profunda.