La de María Montessori fue una de las voces destacadas de la 'Escuela Nueva', movimiento pedagógico surgido a finales del siglo XIX y desarrollado también durante el XX. Muchas de las maravillosas propuestas realizadas en aquella época se mantienen hoy vigentes, al menos en esencia. El trabajo de la italiana en particular sigue siendo inspirador para padres y docentes en todo el mundo. María Montessori nos invita a confiar en los niños, como constructores de su propio aprendizaje; y a cambiar nuestro rol acompañante, entendiendo de otra forma conceptos como los de 'educación' o 'escuela'. La italiana planteó principios aplicables en ámbitos muy diversos, entre los que está el de la lectoescritura.
Las cuestiones relacionadas con la lectoescritura suelen ser protagonistas de las primeras preocupaciones 'académicas' de padres y madres. En cierto momento, muchos pensamos que ha llegado la hora de que el niño aprenda a leer y escribir. Tal vez incluso buscamos maneras de impulsar esos aprendizajes desde casa. Sin embargo, la realidad nos muestra que las cosas no funcionan de ese modo. Los niños no están preparados para recorrer el camino de la lectoescritura por el simple hecho de haber cumplido tres, cinco o siete años. Hay muchas cosas que entran en juego: el nivel de madurez, el impulso del interés del niño, el papel del adulto, el ambiente, los materiales disponibles... El enfoque Montessori trata de tener en cuenta todos estos factores.
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El camino hacia la lectoescritura en el método Montessori
No tiene sentido pretender que los niños aprendan a leer y escribir como una tablet aprende a hacer algo cuando instalamos una nueva app. Comprender la vivencia del niño es más importante que seguir a rajatabla determinadas instrucciones. El método Montessori propone que la fuerza que conduzca al niño hacia la lectoescritura sea su propia iniciativa. A través del juego y unos materiales que el adulto pondrá a su alcance, adquirirá y desarrollará recursos que facilitarán la adquisición de las capacidades de leer y escribir, en un proceso largo que debe completar a su ritmo.
El abecedario recitado es, para muchos papás, uno de los primeros recuerdos de lo aprendido en el cole. Se trata de nombrar una por una todas las letras, desde la A hasta la Z. Pero en Montessori no se comienza memorizando que la letra F se llama 'efe'. En primer lugar se presentan sonidos. El acompañante puede jugar con los niños a descomponer palabras en sonidos, sin mostrarle grafías. La palabra 'mesa', por ejemplo, es mmmmm-eeeee-sssss-aaaaa. A base de analizar palabras que les resultan conocidas, como animales u objetos de uso frecuente, los niños acaban reconociendo los sonidos correspondientes a las letras empleadas en su lengua materna.
Sólo se avanza una vez consolidada esta etapa. La siguiente hace hincapié en lo manipulativo y lo sensorial. En Montessori las letras no sólo se conocen a través de la vista. Con letras dibujadas en papel de lija, los niños siguen el trazo con su dedo y sienten una textura distinta. También pueden dibujar letras con el dedo en cajones de arena. Así se familiarizan con las grafías que más adelante plasmarán en pizarra o papel. En el curso «Lectoescritura», Laura Estremera utiliza algunos materiales Montessori para acompañar sus explicaciones. Hay varios que puedes fabricar fácilmente en casa.
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La importancia del interés del niño y el rol del adulto
Esta clase de actividades sensoriales, que fomentan la iniciativa y el movimiento, estimulan el interés del niño. Es así como llegan a la lectoescritura siguiendo su curiosidad y no por imposición de un adulto. Por eso entre las funciones fundamentales de ese acompañante está la observación para detectar intereses. Montessori habló de la mente absorbente de los niños, que atraviesa periodos sensibles en los que están predispuestos a ciertos aprendizajes. En esos momentos se ofrecen materiales adecuados, diseñados para responder a los intereses surgidos.
Como podrás imaginar, el adulto tiene muchas otras responsabilidades. Fomentando la lectura compartida desde edad temprana, por ejemplo, podrá estimular el interés del niño por las letras y el mundo de los libros. En el método Montessori, tras conocer los sonidos correspondientes a las letras y familiarizarse con las grafías, se aborda la lectura mecánica de palabras. El niño avanza de nuevo a su ritmo, con apoyo de ilustraciones; y observa más adelante la posición de las palabras en cada frase. Así comienza a entender el funcionamiento de las categorías gramaticales. El proceso culmina con la lectura y comprensión de textos.
Hay numerosos métodos para abordar el proceso de lectoescritura. Cada uno tiene unas particularidades que debemos conocer antes de intentar aplicarlos. Por ejemplo, hay enfoques que proponen presentar grafías mayúsculas antes que las minúsculas, mientras que en Montessori es a la inversa. Se interpreta que para el niño es más fácil realizar trazos curvados, más abundantes en las minúsculas que en las mayúsculas, generalmente rectas. Laura Estremera nos ayuda a entender estos detalles en el curso «Lectoescritura». Un total de 15 lecciones que te ayudarán a acompañar a tus hijos en este recorrido, entendiendo todos los procesos que intervienen en la adquisición de estas capacidades y sabiendo cómo afrontar las dificultades que podáis encontrar.