Lynn Lott es la creadora, junto a Jane Nelsen, del modelo de Disciplina Positiva. Nacida el 3 de julio de 1943, ha publicado numerosos libros sobre crianza, educación y relaciones familiares. Uno de los temas sobre los que más ha reflexionado es el de las tareas domésticas. No es de extrañar: en casi todos los hogares hay, con más o menos frecuencia, conflictos relacionados con el reparto de estos trabajos. Lynn Lott nos propone aprovecharlos para fortalecer vínculos y mejorar el ambiente en casa, partiendo de relaciones basadas en el equilibrio entre amabilidad y firmeza.
"Cuando los niños tienen dos o tres años y ansían ayudar, cuando quieren hacer la colada o pasar la aspiradora, los padres solemos pedirles que se vayan a jugar. El mensaje es "aparta para que pueda acabar rápido". Años más tarde esos mismos padres comienzan a pedir ayuda para ordenar habitaciones, lavar platos sucios o cortar el césped. Y descubren que sus hijos han aprendido perfectamente aquella lección de 'apartarse' a la hora de las tareas domésticas".
Lynn Lott
Lott cree que "a través de las tareas domésticas podemos enseñar a los niños respeto, inventiva, responsabilidad y habilidades de organización, así como a tomar decisiones en equipo". Su propuesta para conseguirlo es seguir un esquema de seis pasos, que desarrolla con detalle en su libro Chores without wars (Tareas sin guerras), escrito en colaboración con Riki Intner. Son los seis pasos para conseguir cooperación familiar en las tareas domésticas.
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1. Piensa en tu familia como en un equipo
Si el reparto de tareas en tu casa no es justo ni cómodo para todos, es hora de afrontar cambios. El primero tiene que ver contigo, con tu punto de vista sobre la situación. Quizá hayas llegado a ese punto en que eres tú quien asume casi todas las tareas, porque tu prioridad es que nada quede sin hacer. Es esencial que entiendas que todos los miembros de la familia son parte del problema y que todos deben ser parte de la solución. Fortalecer relaciones, involucrar a todo el mundo, repartir el trabajo, tener en cuenta las edades y destrezas de cada uno, fomentar la responsabilidad, buscar oportunidades para desarrollar la autoestima... esas serán las verdaderas metas. "El equipo funciona mejor si todos están en el mismo bando", apunta Lynn Lott.
2. Tu nuevo rol es el de 'entrenador'
Si tu familia es un equipo, tú debes entrenarlo. Es decir, tienes que preparar y plantear estrategias, motivar y alentar, fomentar la cooperación, buscar la manera de que el trabajo sea divertido... Cuando los niños se involucran en las tareas domésticas, liderar también es ayudarles a desarrollar sus habilidades; y cuidar de que todos traten con respeto a los demás y a sí mismos. Adoptar y mantener este rol de entrenador es una tarea compleja y a largo plazo, porque la condición de líder no se gana ni se consolida de la noche a la mañana.
3. Baja el ritmo, da un paso atrás
Los problemas suelen estallar cuando uno de los miembros de la familia se cansa de encargarse de todo lo que los demás deberían hacer y no hacen. Quizá seas tú esa persona reactiva, resignada a ocuparse de un montón de tareas. Si es así, el consejo de Lynn Lott es parar. Siéntate y observa. En medio de las tormentas diarias es difícil, pero si eres capaz de tomar cierta distancia podrás detectar dónde están exactamente los problemas. Te ayudará a saber qué quieres y qué no, a comprender que seguir por el mismo camino no conduce a ningún sitio. Es necesario para trazar un nuevo plan que involucre a toda la familia: padres e hijos, adultos y niños.
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4. Concéntrate en decidir cuáles serán tus tres primeros pasos
Cuando tomamos la decisión de cambiar las cosas es fácil caer en la tentación de elaborar un gran plan perfecto. Funciona mejor a la inversa: cuanto más simple sea, más probabilidades habrá de que salga bien. Cuando los planes son complejos nadie recuerda qué tiene que hacer. Lynn Lott recomienda escoger pasos concretos y muy simples. Por ejemplo, cambiar la dinámica a la hora de cenar; que no sea una sola persona la que cocine, ponga la mesa, recoja y lave los platos. Elabora un plan sencillo, ponlo en común y escucha propuestas para introducir cambios y mejoras.
5. Inicia un diálogo en lugar de intentar resolver los problemas de inmediato
La medida habitual cuando hay tareas pendientes es dar órdenes e ultimátums, especialmente a los niños. Es fundamental dejar de actuar de ese modo y apostar por la conversación. Puedes abrir una charla sobre cualquier problema explicando tu postura en pocas palabras, de forma directa y sencilla; y pidiendo opinión a los demás. Volviendo al punto 2, se trata de ser entrenador y no jefe. Porque liderar también es implicar a otros, recogiendo y valorando sus aportaciones.
6. Haz lo que dijiste que harías
Perdemos mucha energía tratando de obligar a otros a hacer lo que queremos. "Recoge tu habitación", "deja tu ropa sucia en el cesto", "ordena tus juguetes"... Si quieres que el reparto de tareas sea diferente tendrás que centrarte en tu propia conducta. No asumas nada que no te corresponda según el plan trazado, ni te dediques a insistir en que otros hagan lo que ya saben que tienen que hacer. Si los problemas persisten tocará buscar soluciones a través del diálogo, por ejemplo en reuniones familiares siguiendo las pautas de Disciplina Positiva. Se trata de trabajar en la paciencia, de aprender a afrontar los contratiempos con cierto sentido del humor.