Pocas cosas dicen más de una persona que su manera de gestionar los errores. No sólo los propios, sino también los ajenos. Lo que hacemos ante nuestras propias equivocaciones y ante las que cometen los que nos rodean define en gran medida nuestro carácter. Por supuesto, la realidad es compleja. No es lo mismo equivocarse haciendo informes en la oficina que juzgar de manera injusta a un amigo. No reaccionamos igual ante la pifia del panadero al devolvernos el cambio que ante el desliz de un ser querido. Pero si existe una condición humana que nos obliga a enfrentarnos al error, esa es la paternidad. Ser mamá o papá implica tomar un montón de decisiones y ser testigo de otras muchas. Y quien decide, tarde o temprano se equivoca.

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Un error es una oportunidad para aprender
Saber que somos referentes para nuestros hijos, que se fijan en nosotros todo el tiempo, supone una enorme responsabilidad para los padres. En ocasiones esa mirada produce presión o incluso estrés. No queremos decepcionarles y por eso acabamos ocultando los errores en los que inevitablemente incurrimos. Olvidamos que también en ese aspecto, en nuestra forma de encajar y responder al tropiezo, somos ejemplo para ellos. Jane Nelsen, creadora del programa de Disciplina Positiva, propone darle la vuelta a la noción de error con la que estamos familiarizados. Por desagradable o doloroso que sea, un fallo abre un nuevo escenario, nos sitúa en un cruce de caminos. Podemos quedarnos paralizados o avanzar. Mirar a otro lado o aprovechar la oportunidad para aprender.
"Los adultos podrían aprender más sobre el principio de concebir los errores como oportunidades para aprender observando a los niños mientras aprenden a andar. Ellos no malgastan el tiempo en sentirse incapaces cada vez que se caen. Simplemente, se vuelven a levantar. Si se hacen daño en la caída, pueden llorar durante unos minutos antes de volver a levantarse solos, pero no incorporan a su experiencia culpa, crítica ni otros mensajes contraproducentes".
Jane Nelsen, creadora del programa de Disciplina Positiva
Las tres 'R' para reparar los errores
Todo esto parece muy fácil hasta que aparecen los auténticos desafíos. Estamos repletos de buenas intenciones, convencidos de la importancia de aprovechar cualquier traspiés para aprender y para transmitir algo valioso a los niños... pero entonces hacen algo que nos altera de verdad. Dejan caer su plato de comida, pelean entre ellos o son deliberadamente groseros. El enfado es más que comprensible, pero reaccionamos de manera irrespetuosa, por ejemplo gritándoles. Bastan cinco minutos para que entendamos que hemos metido la pata, pero no sabemos qué hacer al respecto. Y sencillamente, lo dejamos correr.
En el curso «Disciplina Positiva», Bei M. Muñoz comparte herramientas prácticas para manejar este tipo de situaciones. Entre las más eficaces están Las tres 'R' para reparar los errores. Son tres sencillos pasos que te permitirán curar y proteger tu vínculo con tus hijos, al tiempo que ofreces un modelo de comportamiento y ambos extraéis una enseñanza de lo sucedido.
- Reconocimiento:"Me he equivocado".
- Reconciliación: "Lo siento, ¿me perdonas?".
- Resolución: "Busquemos juntos una solución al problema".
Para aplicar la primera 'R' tendrás que estar dispuesto a perdonarte a ti mismo. Porque al llegar a la segunda serás testigo de algo maravilloso: la naturalidad con la que perdonan los niños. Sin pedir nada a cambio, sin inútiles manifestaciones de ego u orgullo, los niños conceden perdón a quien reconoce sinceramente sus errores. A través de las dos primeras 'R' generaréis el contexto positivo que necesitáis para afrontar juntos la tercera.

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Enséñale a no tener miedo a equivocarse
Debemos tener presente los errores no sólo son oportunidades de aprendizaje para nosotros mismos, sino también para nuestros hijos. La primera enseñanza está precisamente en la actitud que tomamos ante las equivocaciones. Las respuestas y las reacciones que observen en nosotros son la base sobre la que construyen su propio modelo de comportamiento. Con frecuencia es aquí donde encontramos el origen del miedo al fracaso en niños y adolescentes. Por eso el objetivo no puede ser no equivocarnos y sí saber equivocarnos.
Cristina Gutiérrez Lestón, directora de La Granja Escola, profundiza en estas cuestiones en sus cursos para Escuela Bitácoras. En «Las emociones en los niños» ofrece recursos para acompañar a los pequeños mientras descubren sus sentimientos y estados de ánimo. Con un enfoque más específico, en el curso «Adolescentes. Cómo comunicarnos con ellos» nos explica cómo estar a su lado en una etapa llena de grandes cambios, pero también de hallazgos y vivencias en las que deseamos estar presentes.