Los celos son una gran preocupación para las mamás y los papás con varios hijos. No es para menos. Las envidias entre hermanos generan muchos problemas y pueden afectar gravemente a la convivencia en el hogar. Nos inquietan hasta tal punto que cuando sabemos que hay un bebé en camino tomamos medidas preventivas. Charlamos con el mayor. Le explicamos lo importante que es su nuevo rol. Subrayamos que habrá cariño y atención para todos. Nos esforzamos al máximo por evitarlos, pero los celos brotan como malas hierbas.
En realidad, los celos son un asunto universal. Aparecen entre hermanos, pero también en la pareja, entre amigos, incluso entre compañeros de trabajo. ¿Por qué? Pues porque son reacciones naturales del ser humano cuando siente que sus privilegios están en entredicho. "Los celos se producen porque las relaciones afectivas son muy importantes para nosotros. Deseamos que no se rompan. Cuando una relación afectiva corre peligro de romperse, automáticamente hacemos cosas para evitarlo", comenta el pediatra Carlos González.
Un adulto equilibrado no siente celos de forma patológica o injustificada. Tú sabes que tus amigos no te dejarán de lado por tener otras amistades. Comprobar que su círculo de afecto crece no te produce desasosiego. Esto parece sencillo, pero no lo es: nadie lo aprende a base de explicaciones amables. Es la experiencia la que nos enseña cómo funciona el cariño. Cuando tienes tres años, lo único que puede decirte la experiencia es que necesitas a tus papás para sobrevivir. Ante la repentina llegada de un bebé, lo que te dicen tus ojos es que las atenciones que recibes se están reduciendo drásticamente. ¿Cómo permanecer en calma ante esta súbita incertidumbre? ¿Podrías estar seguro de que no van a dejar de cuidarte?
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Padres, hijos y celos en la historia de la humanidad
Durante el curso «Necesidades afectivas de los niños», Carlos González reflexiona en voz alta sobre la función que los celos entre hermanos han cumplido a lo largo de la historia. En la actualidad, vivimos en un sistema con leyes, principios y valores que tratan de garantizar que los niños sean atendidos por sus padres. Pero, ¿qué sucedía hace varios miles de años? Ningún troglodita habría sido castigado por renunciar al cuidado de su hijo mayor por tener que ocuparse de un bebé.
"¿Por qué un cavernícola seguía cuidando a su hijo de 3 años, sin ley, moral o religión que le obligase a ello? Porque ese niño se ponía tan pesado que había que cuidarle. Y eso que un recién nacido te exige toda la atención y dedicación", señala González. Es probable que hubiese algún troglodita que sí abandonase a sus descendientes. Pero nosotros no descendemos del negligente, sino del responsable. Si el ser humano ha sobrevivido es, en parte, porque ha aprendido a armonizar el cuidado de varios niños.
Los celos expresan temor a dejar de recibir cuidados y cariño. Sirven para reclamar tiempo y atención, cosas que para un niño son de vital importancia. "Los niños no están preparados para tener un hermanito y quedarse tan tranquilos, sin celos. Tampoco los padres están preparados para escuchar llorar a su hijo y no hacerle caso. Durante millones de años, los niños han llorado y sus padres han respondido cuidándoles", concluye Carlos González.
Así debemos entender los celos entre hermanos. Los niños no conocen otra manera de recordarnos que nos necesitan. Recurrirán a esa estrategia hasta aprender que un bebé no les privará de nuestro afecto. Por eso son más acentuados entre los más pequeños: su experiencia es menor. Y por eso son más frecuentes cuanto más corta es la edad que separa a dos niños. Cuando compiten por las mismas cosas (el pecho de mamá, un hueco en la cama de los mayores, ir un rato en brazos...) la rivalidad se endurece.
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Cómo lidiar con los celos entre hermanos
A estas alturas ya habrás asumido que no vamos a ofrecerte fórmulas mágicas. Los celos entre hermanos son inevitables. Más que preguntarnos qué podemos hacer para que no aparezcan, debemos pensar en cómo preferimos reaccionar cuando surjan. Y como siempre, lo primero es escuchar. Escucha activamente a tus hijos. Ve más allá de lo superficial, de lo que observes a simple vista. Enfréntate al reto de comprender por qué tu hijo "se porta mal". Quizá no quiera un juguete o una golosina, aunque sea eso lo que verbalice. Tal vez esté reclamando tu tiempo, tu atención y tu cariño.
Cuando los celos producen conflictos es especialmente importante evitar los castigos. Señalando culpables no hacemos más que alimentar la hostilidad entre hermanos. El modelo de Disciplina Positiva ofrece un amplio abanico de recursos para gestionar estas disputas. Lo esencial es invitarles a expresar sus problemas y sus sentimientos, demostrando que escuchar nos interesa más que juzgar. Celebrar periódicamente reuniones familiares suele ayudarles a concentrarse en la búsqueda de soluciones.
Un niño celoso necesita, en definitiva, aprender que no es menos importante cuando sus padres están pendientes de su hermano. Disfrutar de vez en cuando de un tiempo especial, íntimo y exclusivo con mamá o papá hará que se sienta valorado y tenido en cuenta. "Es fundamental buscar esos ratitos entre adulto y niño. Leer un cuento, darnos un baño, ir a dar un paseo... cualquier cosa, estando solos y con tiempo para establecer conexión", explica Bei M. Muñoz, profesora del curso «Disciplina Positiva».