La crisis del coronavirus afronta nuevas etapas. Primero llegaron los permisos para pasear durante una hora diaria con niños y niñas; después, la luz verde a los adultos para paseos y ejercicio al aire libre. El futuro inmediato nos conduce a una desescalada o un desconfinamiento por fases, orientadas a retomar de forma progresiva aquellas actividades que llamábamos cotidianas. Pero las cosas no serán como antes, ni mucho menos. Tendremos que asumir restricciones y respetar medidas de seguridad e higiene. La nueva normalidad tendrá bastante de novedosa, pero más bien poco de normal. El mundo nos resultará extraño; y para los niños, el nuevo orden de las cosas puede resultar difícil de entender.
Porque a todas las complicaciones imaginables hay que sumar el agravante de incertidumbre. ¿Cómo explicar a los más pequeños algo que ni siquiera nosotros mismos terminamos de comprender? ¿Cómo transmitirles calma y seguridad, cuando ni siquiera los científicos que trabajan sin descanso están seguros de cómo evolucionarán las cosas? La comunicación, un pilar imprescindible en cualquier hogar y cualquier familia, tiene aún más importancia en este momento. La cuarentena estricta ha sido dura para los niños, pero los tiempos que se avecinan no lo serán menos. Es fundamental estar, en la medida de lo posible, preparados.

Más información sobre el curso «Las emociones en los niños»
Hablar sobre la nueva normalidad con los niños
Ante cambios complejos, la prevención y la anticipación son las mejores estrategias. Las circunstancias actuales nos exigen que la comunicación vaya un pasito por delante de los acontecimientos. No es buena idea esperar a estar en la calle, entrar en una tienda o encontrarnos con un conocido para pedir a un niño que no toque, que no se acerque o que no abrace.
Lo esencial es que la conversación sea lo más concreta posible. No se trata de hablar en términos genéricos, de informarles como lo haría un periódico; sino de ofrecerles una explicación adaptada. Piensa en cómo os afectarán los cambios y a qué situaciones os veréis expuestos. Hay muchas diferencias entre una familia en la que los dos progenitores prevén incorporarse pronto al trabajo y otra en la que sólo uno va a hacerlo. Las alteraciones tampoco serán iguales para quien viva en una gran ciudad y quien resida en una localidad pequeña. Por otro lado, si tus hijos son pequeños, es probable que necesites repartir información en varias charlas.
Claridad, sencillez y sinceridad son pautas básicas a seguir. Es mejor asegurar poco, pero estando seguros de que no incurriremos en contradicciones. Buscando ofrecer consuelo en las últimas semanas, muchos padres han prometido a sus hijos que podrían salir y jugar con sus amigos "cuando acabe el coronavirus". No les quedará más remedio que matizar esas promesas; y es posible que en los oídos de un niño suenen contradictorios. Las únicas certezas que deberíamos transmitir son las que nosotros mismos tengamos.

Más información sobre el curso «Disciplina Positiva»
La importancia de las emociones en momentos difíciles
El problema es que, hoy por hoy, para contar certezas sobran los dedos de una mano. No sabemos cuándo podrán jugar de nuevo con sus amigos, ni cuándo volverán al cole, ni cuándo visitarán a sus abuelos. Lo que sí podemos hacer es prestar atención a otro aspecto que también forma parte de la realidad: las emociones. Porque esta situación, con todos sus puntos negativos, puede brindarnos valiosos aprendizajes emocionales.
Trata de seguir de cerca la evolución del estado de ánimo de tu hijo. Puede que consiga sobrellevar las circunstancias con relativa normalidad, pero también puede reaccionar con nerviosismo, miedo, preocupación, enfado... Quizás le disgusten cosas que antes parecían no afectarle. Tal vez tenga reparos a la hora de salir a dar un paseo; o exprese angustia al ver que, tras varias semanas en casa, vuelves a salir para ir a trabajar. Es muy importante estar alerta para detectar y acompañar cualquiera de estas emociones.
La cuestión de las relaciones sociales merece capítulo aparte. El prolongado periodo de confinamiento puede haber afectado a su confianza a la hora de interactuar con otras personas. Lo mismo puede suceder cuando les transmitamos nuevas normas. Para ellos puede resultar difícil comprender que, si se cruzan con un amigo durante un paseo, no pueden jugar juntos como solían. Los niños perciben el miedo y la inseguridad en su entorno. Es preciso explicar y poner palabras a esta incertidumbre, intentar evitar que los temores circunstanciales se conviertan en desconfianza a largo plazo.
Comunicación, colaboración, validación de emociones y otras herramientas de Disciplina Positiva
"Sentirse tenidos en cuenta y sentirse importantes son los dos objetivos primordiales de todos los individuos, en especial de los niños", explica Jane Nelsen, creadora del modelo de Disciplina Positiva. Hoy parece que los acontecimientos nos superan, que las circunstancias nos desbordan; pero esta necesidad sigue estando ahí. Y tener en cuenta a los niños también significa hacerles saber que sus miedos, sus inquietudes, sus dudas... son importantes para nosotros.
A menudo, los padres caemos en el error de intentar que esas emociones desaparezcan por las buenas. La Disciplina Positiva nos propone validarlas y acompañarlas. Porque es normal tener miedo; y sentir nervios nunca debería estar 'prohibido'. Este modelo ofrece herramientas de comunicación para ayudarles a traducir al lenguaje verbal aquello que les preocupa.
Los adultos, al fin y al cabo, también sentimos las consecuencias de esta incertidumbre. Adaptando nuestras palabras al nivel de madurez de los niños, podemos compartir con ellos nuestras propias dudas. Porque hacerlo es darles la oportunidad de escuchar y ofrecer apoyo a su manera, de sentirse importantes y contribuir al bienestar familiar. En una situación como la que vivimos, un hogar en el que todos aportan y colaboran estará más cerca de ser un hogar unido.