Si tienes hijos o alumnos adolescentes, sabrás lo complicado que puede resultar establecer comunicación con ellos. Quizá no siempre, pero sí en ciertos momentos. No sólo es normal y natural, sino también necesario: la adolescencia es una etapa de grandes cambios a todos los niveles. Los jóvenes adquieren responsabilidades, toman decisiones importantes y descubren muchas cosas sobre sí mismos y sobre los adultos que pronto serán. Gestionar todo esto puede ser difícil tanto para los chicos y chicas como para sus familias. Es común que los padres sientan frustración al no ser capaces de conectar con sus hijos adolescentes, que aparentemente se han convertido en personas irritables y desprovistas de motivación.
Es lógico que, en esta clase de situaciones, los adultos busquemos estrategias para alentarles y/o hacerles sentir mejor. El problema es que muchos de los métodos 'tradicionales' para conseguir estos objetivos únicamente surten efectos a corto plazo. La educación, como sabes, es una tarea a largo plazo; y durante la adolescencia es fundamental no perder de vista la meta. El fin último es brindarles habilidades útiles para la vida, herramientas que les ayuden a encontrar su lugar en el mundo. La Disciplina Positiva ofrece recursos para comunicarnos, conectar y motivar a los jóvenes, teniendo en cuenta esa importantísima visión de futuro.
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¿Qué solemos hacer para conectar con los adolescentes?
Te proponemos dedicar diez minutos a hacer una breve lista con tus estrategias habituales para conectar, alentar o motivar a tus hijos adolescentes. Repasa situaciones recientes y recuerda qué hiciste para intentar que se sintiesen mejor. Es posible que ofrecieses premios o que recurrieses a la amenaza del castigo. Puede que prometieses alguna recompensa, como una tarde de compras o ir a algún sitio que les apetezca. Quizá hayas usado elogios buscando levantar el ánimo. Tal vez has asumido alguna responsabilidad que correspondía a tu hijo, como recoger su habitación, simplemente por evitar una desagradable (y repetitiva) discusión.
Algunas de estas estrategias pueden dar resultado a corto plazo. Pero piensa ahora en el aprendizaje a largo plazo que tus obtienen de ellas. ¿Qué habilidades útiles para la vida desarrollan cuando prometes, premias, castigas, elogias...? Un uso continuado de los métodos citados en los ejemplos anteriores podría fomentar el materialismo, las actitudes egoístas o incluso manipuladoras. El mensaje que transmitimos al adolescente es que sólo deben hacer cosas a cambio de algo; o que es justo y normal que tú resuelvas sus problemas.
En el curso «Disciplina Positiva de 8 a 16 años», Bibiana Infante y Violeta Alcocer proponen enfoques diferentes, que permiten conectar y dar aliento sin olvidar las habilidades de vida que deseamos transmitir a los jóvenes. Cuando validamos sus emociones, cuando escuchamos antes de insistir en que nos escuchen, cuando confiamos en ellos y permitimos que tomen decisiones y asuman responsabilidades... trabajamos aspectos como la empatía, la confianza en sí mismos, el espíritu crítico o la capacidad para tomar decisiones. "La Disciplina Positiva funciona a largo plazo y prepara a nuestros hijos para la vida", resume Bibiana Infante, psicóloga con más de 20 años de experiencia.
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Un ejemplo práctico: los deberes sin hacer a última hora
Apliquemos lo anterior a un ejemplo concreto. Una situación que se ha vivido, se vive y se seguirá viviendo en muchos hogares. A pocas horas de ir al cole, la hija o el hijo de 13 años anuncia que no ha hecho unos deberes importantes.
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Estas son algunas frases típicamente utilizadas en este contexto:
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"Venga, yo te preparo todo lo demás para que te dé tiempo a acabar".
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"¿Por qué no tomas ejemplo de tu hermana y eres organizada como ella?".
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"¡Eres un desastre! ¿Cómo puedes haberte olvidado de hacer tus deberes?".
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"Si fueses capaz de hacer tus deberes durante un mes completo, te compraría el móvil que quieres".
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"No me puedo creer que lo hayas dejado para última hora. Lo haré por ti esta vez, pero será la última; la próxima sufrirás las consecuencias".
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"Bueno, le diré al profesor que estuviste enferma y por eso no pudiste hacer tus tareas".
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Y aquí tenemos algunas alternativas que encajan con el modelo de Disciplina Positiva.
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"Yo no voy a dar la cara por ti. Tendrás que hablar con tu profesor".
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"Ahora mismo estoy alterada porque ha vuelto a pasar esto. Busquemos un momento mejor para hablar de ello".
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"¿Podemos pensar soluciones para que esto no vuelva a repetirse?".
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"Yo puedo ayudarte con los deberes cada día entre las 19:00 y las 20:00, como habíamos hablado. Ahora no es el momento".
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"Espero que aprendas de esta experiencia y encuentres una solución".
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"Confío en que encontrarás la solución. Cuando algo es importante para ti, sabes cómo resolverlo".
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Las diferencias son evidentes. En los primeros casos se prioriza el rescate inmediato, pero parece difícil que el adolescente se sienta capaz y obtenga motivación para asumir sus responsabilidades en la ocasión siguiente. Por contra, puede que en los segundos ejemplos haya menos consuelo inmediato, pero incidimos en nuestras posibilidades de transmitir un aprendizaje valioso a largo plazo. El objetivo es motivar para que entienda que debe hacerse cargo de sus tareas; y que de este modo aprenda habilidades útiles para la vida.
"Los padres rescatadores llegamos a incapacitar a nuestros hijos. No permitimos que aprendan habilidades útiles para la vida", apuntan Violeta Alcocer y Bibiana Infante. Puede ser peor aún si optamos por un perfil demasiado controlador. "Los hijos de padres controladores pueden convertirse en adictos a la aprobación", advierte Lynn Lott, creadora del modelo de Disciplina Positiva junto a Jane Nelsen.