Cuando alguien se convierte en mamá o papá, hay una cosa asegurada: tarde o temprano, tendrá que lidiar con las rabietas de su hijo. Es inevitable. Los padres tratamos de evitarlas, nos preguntamos por qué se producen con tanta frecuencia y por motivos tan nimios; en ocasiones, llegamos a pensar que la niña puede tener un problema. Podemos darle tantas vueltas como queramos, pero lo único cierto e irrefutable es que los berrinches existen desde que existen los niños. Había niños con rabietas hace 300 años, los hay en la actualidad y continuará habiéndolos dentro de otros 300. Lo que quizás pueda cambiar es la mirada y la reacción de los adultos cuando un peque tiene uno de estos episodios que tan frustrantes pueden llegar a resultarnos.
A menudo, los adultos hacemos interpretaciones erróneas de los berrinches de los niños. "Te dirán que las rabietas son teatro para manipularte y tomarte el pelo, que se hace pis encima para llamar la atención, que se provoca el vómito para eso mismo... pero no es cierto", explica el pediatra Carlos González en el curso «Autoridad y límites», enumerando algunas de las creencias más extendidas sobre las pataletas infantiles. Hay muchos padres convencidos de que los niños pequeños son capaces de estallar de forma intencionada y deliberada. "Si tienes un niño de 3 años capaz de fingir una rabieta, en vez de intentar educarlo ve con él a Hollywood, que te forras", añade González.
Más información sobre el curso «Autoridad y límites»
Los niños no pueden fingir rabietas porque son pésimos actores
Carlos nos propone un divertido desafío. Si piensas que un niño de menos de 7 años puede fingir un berrinche de manera creíble, intenta hacer tú mismo esa clase de interpretación. Durante unos minutos, revuélcate por el suelo, llora y laméntate de tu suerte; y que alguien juzgue si parecías realmente afectado. Probablemente la respuesta sea negativa. "Si has visto alguna obra de teatro de fin de curso, sabrás ya que los niños son muy malos actores. Sólo los buenos actores profesionales actúan bien. ¿Y tú quieres creer que tu hijo de 3 años es capaz de fingir una rabieta sólo para conseguir un helado? Es imposible", explica González.
"Cuando tu hijo llora, está llorando de verdad. No es teatro ni comedia. Está sufriendo. Sí es verdad que un niño de 7 o 10 años puede fingir que llora, pero lo hace fatal. Sabes que no está llorando de verdad y él sabe que tú lo sabes", comenta el prestigioso doctor. En el fondo, el problema ante una rabieta no suele ser que los padres no nos creamos que el niño está sufriendo. Se trata más bien de un juicio: consideramos que no tiene motivos para pasarlo mal. ¿Un helado? ¿Un juguete? ¿Un rato más en el parque? Nuestro cerebro adulto nos dice que nadie puede sentirse tan mal por algo tan irrelevante. Pero, ¿es realmente así?
"¿Que está sufriendo por una tontería sin importancia? Te parecerá a ti que es una tontería sin importancia, a él no. Por eso sufre; si no, no tendría una rabieta. Niños y adultos sufren por distintas cuestiones. Yo he visto adultos llorando porque ha perdido el Barça, porque ha perdido el Madrid o porque el Sevilla ha bajado a Segunda. Y he visto personas llorando porque le salen arrugas o patas de gallo. Sí, lloraban, porque para ellos era importante. Pero si tu equipo baja a Segunda y se lo dices a tu hijo de 3 años, no va a llorar. No le importa. Pero si a tu hijo de 3 años se le cae la torre de construcción con la que está jugando, puede que sí llore. Porque eso sí le importa y lo está pasando mal".
Carlos González, en el curso «Autoridad y límites» | Escuela Bitácoras
Más información sobre el curso «Rabietas y límites desde el respeto»
Cómo gestionar las rabietas de los niños
No existe una estrategia que haga desaparecer de un plumazo los berrinches en niños que están en edad de tenerlos. Pero sí hay algo importante que está en las manos de mamás, papás y docentes: lo que les enseñamos y transmitimos a largo plazo. Detrás del estruendo de una rabieta hay una oportunidad para que el niño aprenda cómo relacionarse, cómo comunicarse, cómo negociar e incluso cómo tolerar la frustración. "Lo que tú hagas a tu hijo cuando haga algo que te molesta, como una rabieta, será lo que tu hijo haga cuando los demás hagan algo que le moleste", advierte Carlos González. Si le gritas, aprenderá a gritar; si eres agresivo con él, hará exactamente eso con otros. Y si demuestras empatía, aprenderá de tu ejemplo.
Por supuesto, incluso teniendo esto en cuenta, los berrinches pueden generar situaciones desagradables. Pero en toda crianza y educación hay momentos por los que preferiríamos no pasar; y sin embargo, seguimos adelante, sin enfadarnos ante cualquier cosa que el niño haga y no nos guste. González lo explica con un ejemplo realmente gráfico. "Las rabietas son como las cacas que tenemos que limpiar. No te gustan, pero sabes que son normales. Que los niños pequeños lo hacen, que no es a propósito y que cuando sea mayor dejará de hacerlo. ¿Qué haces cuando tu hijo se hace caca encima? Le cambias el pañal, le limpias el culo y ya está. No te enfadas, ni te entristeces, ni te desesperas, ni te preocupas. Lo mismo pasa con las rabietas. No son agradables, como la caca. Pero son normales, no tienen importancia y dejarán de hacerlas con el tiempo", sostiene.