Alrededor de los 6 meses de edad, el bebé y su familia afrontan uno de los primeros grandes cambios en su vida. A partir de ese instante, cuando se den una serie de condiciones, el niño podrá comenzar a disfrutar de alimentación complementaria. Hasta ese momento, la leche materna (o en su defecto, la de fórmula) habrá sido su único alimento. Pero a partir de entonces podrá saborear frutas, verduras, legumbres, carnes, pescados... ofrecidos siempre de manera tranquila y progresiva. Esto no significa, ni mucho menos, que la leche deje de ser importante. Seguirá siendo su principal sustento hasta cumplir el año de edad; y mantendrá un papel fundamental durante bastantes meses más.
Sin embargo, en algunos hogares continúa habiendo confusiones a la hora de valorar el peso de la alimentación complementaria. "Hay gente que piensa que los alimentos complementarios tienen que sustituir a la leche. No es así. El objetivo es que el niño aprenda a saborear los alimentos que formarán parte de su dieta durante toda la vida. La idea es que el niño disfrute comiendo y que sus gustos se decanten hacia alimentos saludables", explica el nutricionista Julio Basulto en el curso «BLW. Alimentación complementaria autorregulada».
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¿Qué dicen las autoridades sanitarias sobre la alimentación complementaria?
La Comisión Europea, en sus normas recomendadas sobre alimentación infantil, insiste en que la leche materna debe ser "la principal fuente nutritiva durante todo el primer año de vida". Aunque el bebé empiece a probar otros alimentos a partir de los 6 meses, la base continúa estando en la lactancia. "Un niño no deja de ser lactante de un día para otro. No deja de necesitar leche materna para comer únicamente alimentos sólidos", sostiene Basulto. El organismo aclara que "durante el segundo año de vida del niño, los alimentos familiares deberían convertirse gradualmente en la principal fuente nutritiva"; aunque defiende que la lactancia materna puede mantenerse tanto tiempo como mamá y bebé deseen y necesiten.
En la misma línea se expresa la Organización Mundial de la Salud, que recomienda "lactancia materna exclusiva durante seis meses, la introducción de alimentos apropiados para la edad y seguros a partir de entonces, y el mantenimiento de la lactancia materna hasta los 2 años o más". Por tanto, no tiene sentido apremiar al bebé para que se alimente exclusivamente a base de verduras, fruta, carne... "No es alimentación sustitutiva. Lo que tenemos que hacer es incorporar, ofrecer, respetar... poner a su alcance los alimentos para que él escoja en función de sus gustos, preferencias y apetito. Eso sí, dentro de una oferta de alimentos saludables y seguros", aclara Julio Basulto.
La mayor parte de pediatras y nutricionistas recomiendan el BLW (Baby Led Weaning) como una manera natural y respetuosa de ofrecer alimentación complementaria. En «BLW. De la teoría a la práctica», con Sara Traver; y «BLW. Alimentación complementaria autorregulada», con Julio Basulto, encontrarás las claves para acompañar a tu bebé mientras descubre nuevos alimentos junto al resto de la familia.
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Pero, ¿de verdad la leche materna alimenta lo suficiente a un bebé después de los 6 meses?
Hay una respuesta rápida y sencilla a esta pregunta: sí. El temor a que un bebé no esté bien alimentado simplemente a base de leche materna es común, pero no tiene ningún tipo de fundamento científico. De hecho, si observas las necesidades calóricas de los niños entre los 6 y los 12 meses, comprobarás que el aporte habitual de alimentos sólidos o papillas no es suficiente. La leche continúa siendo su fuente principal de nutrientes, de donde extrae todo lo que necesita para desarrollarse de manera saludable y feliz. Por eso la OMS aconseja ofrecer el resto de los alimentos siempre después de lactar.
Otras mamás piensan que, aunque su leche fuese suficiente durante los primeros 6 meses, quizá no lo sea en el semestre siguiente. Existen estudios que demuestran que la leche humana de madres que han ofrecido lactancia durante más de un año tiene un contenido significativamente superior en grasas y energía que la de mujeres que han lactado en periodos más cortos. Esto significa que la leche materna evoluciona a medida que el bebé crece. Mientras que la leche de vaca entera aporta unas 638 kilocalorías por litro, la leche de una mujer que ha lactado durante más de un año puede aportar alrededor de 880. Y no sólo es más nutritiva, sino que además aporta afecto, seguridad y beneficios inmunológicos a mamá y bebé.
En definitiva, ofrecer alimentación complementaria nunca debe hacernos dudar de la importancia de la lactancia materna. Si por cualquier motivo no puedes o no quieres dar el pecho a tus hijos, asegúrate de utilizar una leche de fórmula de calidad, sin aditivos innecesarios o malsanos. En el curso «Lactancia materna», Alba Padró te cuenta todo lo que necesitas saber para disfrutar de la maravillosa experiencia de alimentar a tu bebé.