Los colegios convencionales son espacios conocidos por todo el mundo. La mayor parte de quienes hoy somos madres y padres asistimos a este tipo de centros; por eso lo normal, lo lógico y lo sencillo nos parece que nuestros hijos sigan el mismo camino. Expresiones como 'educación en la naturaleza' o 'escuela en la naturaleza' nos resultan extrañas, incluso hay quien les atribuye un punto alternativo o hippie. En realidad, estos recelos aparecen cuando desconocemos cómo funciona un proyecto educativo en el medio natural.
El temor y la desconfianza ante lo desconocido son emociones profundamente humanas. Nos sentimos seguros ante lo que conocemos y nos inquieta aquello con lo que no estamos familiarizados. Quizá por eso hay personas que arquean una ceja cuando escuchan hablar de escuelas en la naturaleza. "¿Una escuela en el bosque? ¿Y qué hacen cuando llueve?", se preguntan algunos. "Pero en invierno se morirán de frío", apuntan otros, ignorando que países con climas fríos como Noruega son referentes en educación en contacto con el medio natural. Por supuesto, no faltan los preocupados por el currículum. "Si están todo el día en el campo, ¿cuándo aprenden a leer y escribir?".
La ropa adecuada solventa los contratiempos relacionados con el clima; y aprendizajes como la lectoescritura son perfectamente viables en estos entornos. Pero más allá de esta clase de detalles, hay una pregunta clave para comprender de verdad el funcionamiento de cualquier escuela, esté o no en la naturaleza. ¿Cómo se entienden, afrontan y resuelven las necesidades de niños y niñas?
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La jornada lectiva en una escuela en la naturaleza
"El día a día en una escuela en la naturaleza es tan variado como escuelas hay en el mundo. Cada escuela tiene sus rutinas, sus métodos...", explica Katia Hueso en el curso «Educar en la naturaleza». Los horarios y las rutinas son similares en casi todas las escuelas convencionales, pero en el medio natural las cosas funcionan de otro modo. No existe una manera única de plantear la jornada, sino que cada centro busca y establece sus propias dinámicas de acuerdo con el entorno y las necesidades de niños y niñas.
Al mismo tiempo, sin embargo, también existen algunos aspectos comunes. La Guía de Escuelas en la Naturaleza elaborada por la Federación EdNa alude a ellos en su definición de 'escuela en la naturaleza'.
"Las escuelas en la naturaleza son proyectos pedagógicos activos que ofrecen a las personas un contacto regular, directo y permanente con la naturaleza silvestre y en los que esta constituye el escenario de referencia, la fuente de materiales y medio inspirador para un estilo de vida sostenible, mediante un acompañamiento respetuoso".
Guía de Escuelas en la Naturaleza - Federación EdNa
Katia Hueso fundó en el año 2011 el espacio 'Saltamontes', primera escuela infantil al aire libre de España. Nos cuenta que, en muchos casos, la jornada en estos centros comienza con una reunión o asamblea entre todos sus participantes, tanto niños como acompañantes adultos. El día transcurre en un lugar de juego, generalmente ubicado en la naturaleza silvestre. Antes de la despedida y el regreso al hogar, suele celebrarse una nueva asamblea para recapitular la jornada, compartir cuentos y canciones... "Hay un componente muy importante de juego libre y permanencia en la naturaleza, con un acompañamiento cercano y respetuoso por parte de las educadoras", resume Hueso.
Así, podemos hablar de tres pilares fundamentales en el funcionamiento diario de estas escuelas. Además de la permanencia en la naturaleza, el acompañamiento respetuoso y el juego libre cumplen un papel esencial.
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La importancia del juego libre y el acompañamiento respetuoso en las escuelas en la naturaleza
La Federación EdNa define 'juego libre' como aquel en que se tiene "oportunidad de elegir a qué, dónde, con quiénes y con qué lo desean hacer, manteniendo el control sobre el desarrollo de la actividad y pudiendo decidir cambiarla o abandonarla" cuando se desee. La espontaneidad y la motivación interna se convierten así en dos de sus ingredientes básicos. Por otro lado, cuando hablamos de acompañamiento respetuoso hablamos de respeto a los niños y a sus procesos de desarrollo; de acompañar desde el equilibrio entre afecto, paciencia y firmeza.
¿Cómo se conjuga todo esto en una escuela en la naturaleza? "El juego libre en la naturaleza aporta a los niños y niñas una serie de experiencias vitales insustituibles. Jugar en el barro, saltar de los árboles, trepar, cubrirse de hojas, construir cabañas... son universales de la infancia. Todos los niños quieren tener estas experiencias, pero no todos tienen la ocasión de hacerlo. La naturaleza nos la brinda. Las acompañantes tratamos de aportar otras experiencias enriquecedoras para que niños y niñas puedan desarrollar en plenitud todos sus lenguajes. Lo fundamental es darles el tiempo que necesitan para desarrollar todo su ser en plenitud y conocerse, frente a sí mismos, frente a la naturaleza y frente a sus compañeros", detallan desde Nenea, medrar creando, proyecto que se desarrolla en Lugo (Galicia).
El contacto con la naturaleza no sólo es beneficioso, sino también necesario para la infancia y para todo ser humano. Sin embargo, es posible que en tu lugar de residencia no haya un proyecto educativo de este tipo. Por eso, en el curso «Educar en la naturaleza», Katia Hueso propone alternativas y recursos para acompañar a tus hijos o alumnos en espacios naturales. Porque son vivencias que todos los niños deberían tener la oportunidad de disfrutar.