Hay un montón de madres y padres convencidos de que sus hijos "nunca tienen hambre". Al menos eso es lo que ven con sus propios ojos. Llega el mediodía y la hora de comer, la familia se sienta a la mesa... y la niña no tiene apetito. Por la noche, con la cena, más de lo mismo. La conducta no se relaciona con ningún problema de salud. Tampoco parece haber inquietudes que puedan causar estrés e inhibir sus ganas de comer. Entonces, ¿qué sucede? ¿De verdad es posible que un niño sano se niegue a probar bocado la mayor parte de las veces que tiene un plato delante?
Los protagonistas de este tipo de casos suelen ser niñas y niños de 3 años o más, aunque quizá sea más frecuente a partir de los 6. Su actitud preocupa a sus familias; y cuando sembramos preocupación, es sencillo recoger conflictos. Los padres acaban optando por la presión, el chantaje o el soborno para que los niños coman; los peques terminan comiendo sin apetito o rebelándose, dando pie a discusiones y mal ambiente. La desesperación también puede provocar que el tema sea motivo de consulta con un pediatra o un psicólogo. Lo curioso es que, a menudo, la explicación es sencilla y está a la vista. Solo hay que saber dónde mirar.
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El círculo vicioso de la alimentación no saludable
Para comprender cómo está funcionando el mecanismo de apetito de un niño, es preciso observar sus ingestas a lo largo de todo un día. No solo a mediodía y por la noche, sino durante toda la jornada; tanto en casa como en el comedor escolar u otros lugares. Porque a menudo, esa falta de hambre tiene que ver con un consumo de alimentos insanos que puede parecernos puntual... cuando en realidad no lo es.
Hay un montón de niñas y niños que siguen un esquema diario muy similar a este.
- Desayuno: zumo y leche con galletas industriales.
- Almuerzo (en el colegio): bollería industrial.
- Comida (en casa o en el colegio): verduras, legumbres, carne, pescado...
- Merienda: batido con sabor a frutas.
- Cena: verduras, legumbres, carne, pescado...
¿Qué sucede? A mediodía y a la hora de cenar encuentran sobre la mesa opciones saludables. Sin embargo, antes y después de estas comidas ingieren productos altamente calóricos y con escaso valor nutricional. La bollería, las galletas —incluso las tipo María— y los batidos industriales contienen grasas no saludables y/o azúcares añadidos. Son muy saciantes y pueden explicar por qué un niño llega sin apetito al momento en que sí hay alimentos saludables en su plato.
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Mala alimentación... y mala educación
Madres y padres solemos infravalorar el impacto de productos como los que acabamos de describir. Pensamos que no pasa nada por ofrecer uno de esos bollos a la hora de merendar. Claro que no pasa nada cuando se trata de una ocasión puntual, pero sí pasa algo cuando contribuimos a crear un hábito insano. Los niños se acostumbran más rápido de lo que imaginamos a esos sabores dulces y salados de alta intensidad.
Además, los fabricantes de estos productos se preocupan por atraer a los más pequeños y esquivar la vigilancia de los adultos. Conquistan a la infancia utilizando colores llamativos, regalando juguetes con la compra o imprimiendo en los envases los dibujos de los personajes de animación preferidos de niñas y niños. En otras ocasiones, los productos se presentan de forma que invitan a creer que son saludables. Ocurre con los zumos y batidos. Los anuncios insisten en su alto contenido en fruta y nos enseñan cómo los beben deportistas famosos. En letra pequeña encontramos las desmesuradas cantidades de azúcares que contienen.
Más allá de la discusión estrictamente nutricional, conviene pensar en la educación que brindamos a los niños cuando les ofrecemos estos productos. Un zumo envasado puede no ser insano; al menos, no tanto como otras opciones. El problema es que un niño que se acostumbra a beber zumo y no a consumir fruta fresca estará más cerca de escoger, llegado el caso, un envase de zumo cargado de azúcar.
No se trata de presionarles para que coman lo que un adulto les imponga, sino de buscar el equilibrio entre sus preferencias y unos hábitos saludables. En los cursos sobre alimentación de Escuela Bitácoras encontrarás todo lo que necesitas saber para evitar conflictos y problemas relacionados con la nutrición de tus hijos.