¿Qué es alimentación saludable? Si haces esta pregunta a las personas de tu entorno te hablarán de frutas, de verduras, de grasas, de azúcares... en definitiva, de los alimentos que deberíamos comer más a menudo y de los que deberíamos evitar a toda costa. Si hablamos de alimentación saludable para niños, la cosa se complica. Además de todo lo anterior, te hablarán de cantidades, de hábitos, de horarios y hasta de lactancia materna. Sin embargo, es poco probable que alguien mencione el buen ambiente en la mesa entre los pilares de una alimentación saludable.
La atmósfera emocional que generamos a la hora de comer es un aspecto determinante en la educación alimentaria que damos a los niños. Influye de manera decisiva en la relación que establecen con la comida, en su actitud ante ella, en sus preferencias y sus costumbres. Las mamás y los papás estamos tan preocupados por hacerles comer verdura o por convencerles de que dejen limpio su plato que no prestamos atención al ambiente que respiramos en la mesa. Es el gran olvidado cuando hablamos de alimentación saludable. Pero sin lugar a dudas, es un aspecto que conviene cuidar con mimo. A medio y largo plazo puede afectar a la salud de tus hijos tanto como otros factores a los que solemos conceder mayor importancia.
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1. ¿Qué es la hora de comer para tu familia?
Además del momento del día en que servimos alimentos y los ingerimos, la hora de comer puede ser muchas otras cosas. Quizá en tu casa es también la hora de ver la televisión, jugar con la tablet o chatear en WhatsApp. O tal vez sea un momento en que suelen surgir acaloradas discusiones. Como podrás imaginar, esta clase de hábitos son incompatibles con un buen ambiente sostenido en el tiempo. A la hora de comer no deberíamos discutir, ni elevar el tono, ni estar pendientes de pantallas, ni regañar a los niños. Se trata de disfrutar juntos, de comunicarnos relajadamente, de evitar distracciones y sobresaltos. Establecer esto como prioridad es crucial para conseguir el clima adecuado. La hora de comer debe ser un momento atractivo e interesante para los peques; y esto se consigue con variedad y originalidad en los platos, pero también con tranquilidad en la atmósfera familiar.
2. Comer en familia y comer lo mismo
En muchos hogares, los compromisos laborales y académicos dificultan que se celebren reuniones ante la mesa. Es fundamental aprovechar las oportunidades que tengamos, aunque se reduzcan al fin de semana. No renunciemos a comer en familia. Durante las comidas, los niños observan cómo nos relacionamos. Cuando generamos un ambiente agradable estamos contribuyendo a su bienestar emocional. Por supuesto, si comemos todos juntos debemos comer todos lo mismo. Será difícil que no haya problemas si pretendes que tus hijos coman menestra mientras tú devoras una hamburguesa con patatas fritas.
3. A los niños les encanta participar y aprender
Una de las mejoras maneras de fomentar el buen ambiente es integrar a los niños en todas las rutinas. Los niños se portan mejor cuando se sienten bien; y para sentirse bien deben sentirse valorados, capaces e importantes. El Baby Led Weaning (BLW) o alimentación complementaria autorregulada les invita a explorar sus habilidades desde pequeños. Poco a poco podremos hacerles partícipes de otras actividades relacionadas con las comidas. Diseñar el menú, hacer la compra, poner la mesa, ayudar a cocinar un plato, recoger y limpiar, programar el lavavajillas... Permitir que los niños colaboren en las tareas domésticas favorece un clima agradable y también es fundamental para impulsar su autonomía.
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4. Respetemos las sensaciones de hambre y saciedad de los niños
Hay que decirlo cuantas veces sea necesario hasta que los adultos lo tengamos claro. Si quieres que tu hijo aprenda a alimentarse, no insistas para que coma. Como explica el nutricionista Julio Basulto, obligar a comer a los niños es abrir la puerta a la aparición de problemas y trastornos. Presionando, chantajeando, amenazando y castigando, pero también concediendo premios por comer algo que no quería, estamos fomentando relaciones negativas con la alimentación. "No hagas creer a tu hijo que tu vinculación emocional con él depende de lo que coma o no coma", advierte Sara Traver. Afronta las comidas con tranquilidad; y si es posible, sin que niños ni mayores estén excesivamente cansados. Evitar el estrés que propician las presiones es imprescindible para crear buen ambiente en la mesa.
5. ¿Qué hay en tu nevera y tu despensa? Tus hijos lo saben
"Si no quieres que tus hijos coman alimentos superfluos, no los tengas en casa", aconseja Sara Traver. Así de sencillo. Puede que tu hijo de 5 años no quiera comer lo que pones en su plato porque sabe dónde hay un cajón lleno de chucherías. Quizá haya estado comiéndolas antes o tal vez planee buscarlas después. O peor aún, puede que exija que se las des ahora mismo, en lugar de lo que le has ofrecido. Almacenar en la despensa algo que no sea saludable también puede acabar sembrando tensión a la hora de comer. No caigas en la tentación de recurrir a alimentos insanos ni siquiera cuando tu hijo parezca estar en huelga de hambre. No existe ningún niño que haya enfermado por tener únicamente comida saludable a su alcance.
6. ¿Qué es lo más importante en las ocasiones especiales?
La comida está en el centro de muchísimas tradiciones. Desde los cumpleaños a la Navidad, pasando por las bodas, las reuniones familiares y otras celebraciones. Sin embargo, vale la pena hacer un esfuerzo por enseñar a los niños que lo más importante no es comer, sino disfrutar de la oportunidad de estar juntos. Poco a poco podemos introducir pequeños cambios para que no todo gire alrededor de la comida. Esto no significa renunciar a disfrutar de una cena en común, sino dar más valor a lo personal, lo afectivo y lo emocional. Cuando nos sentimos cómodos y felices fortalecemos los vínculos, ante la mesa o en cualquier otro contexto.