Comienza un nuevo curso. Y con la vuelta al cole, reaparecen las preocupaciones típicas de esta época. Libros, materiales, ropa, horarios, comidas... de un día para otro, las rutinas del verano son reemplazadas por otras muy distintas. Son muchos cambios en poco tiempo; y en ocasiones, cambios profundos y complejos. Esto es lo que ocurre en familias con niños de tres años, que son los que suelen asistir por primera vez a la escuela en estas fechas. Porque el llamado (y a veces temido) período de adaptación al centro escolar no sólo es cosa de los más pequeños, sino de todos los miembros de la familia.
Recuerda cómo te sentías la última vez que tuviste un primer día en el trabajo. O quizá, mucho antes, aquella vez que comenzaste una convivencia en un piso o residencia de estudiantes, en un entorno desconocido, rodeado de nuevos compañeros. En esta clase de situaciones, también tú necesitaste tiempo para adaptarte. La principal diferencia entre tu hijo y tú es que él no tiene la misma cantidad de recursos para gestionar la situación. Por eso necesita tu acompañamiento, cariño y apoyo mientras conoce su escuela y se acostumbra a ella. Para él no es fácil entender que allí, sin ti, también está a salvo.
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1. ¿Qué es el período de adaptación?
La palabra clave es vínculo. El período de adaptación es el tiempo que un niño tarda en afianzar vínculos con un nuevo cuidador, en este caso su educador o educadora. No consiste en que tú confíes en ella, ni de que se lo expliques a tu hijo de todas las formas que se te ocurran. Los lazos nacen y se fortalecen a medida que el niño comprueba con su propia experiencia que esa persona presta atención a sus necesidades. Tal como indicó John Bowlby en la Teoría del Apego, no se trata únicamente de necesidades fisiológicas, sino sobre todo de las afectivas y emocionales. El niño sentirá que está en un lugar seguro sólo tenga la certeza de que todas ellas están cubiertas, incluso si sus cuidadores habituales se ausentan.
2. ¿Cuánto dura el período de adaptación?
Es posible que esta sea la pregunta que más escuchan los educadores en esta época del año. Lo peor no es que no tenga respuesta, sino que denota un importante error de enfoque. El período de adaptación dura tanto tiempo como el niño necesite. No existe una medida estándar. Tampoco es mejor que precise menos tiempo, ni peor que requiera más. Obviamente, los padres no formulamos la pregunta desde el egoísmo. A menudo es una cuestión de agenda. Puede ser difícil que nuestras obligaciones nos permitan estar disponibles para acompañar a los niños durante el período de adaptación. Es importante estar presente, pero igual de relevante es actuar con empatía y comprender cómo se siente el pequeño en esta etapa.
3. ¿Es normal que llore al ir a la escuela, o cuando observa que tú te vas?
Por supuesto. De hecho, llorar en los primeros días de cole puede ser una buena señal. Los adultos sabemos que los niños estarán bien atendidos en la escuela, pero ellos tardan más en entenderlo. Alejarse de sus figuras de referencia les resulta muy complicado y necesitan tiempo para asimilar que la separación sólo es temporal. Llorar no significa que sean demasiado dependientes, ni que estén mimados, ni mucho menos que pretendan manipularnos. No hay mejor manera de ayudarles que siendo comprensivos con sus sentimientos y demostrando paciencia durante este período.
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4. Y si no llora... ¿ya está adaptado?
No necesariamente. El llanto es sólo una de las formas en que un niño puede expresar angustia. Puede ocurrir que deje de llorar al entender que sus padres no volverán por mucho que grite, pero esto no significa que esté adaptado. Conviene actuar con cautela y no confundir adaptación con resignación. En líneas generales, podemos decir que el proceso de adaptación culmina cuando existe confianza entre el niño y su nuevo cuidador; y cuando el niño actúa con naturalidad tanto en la escuela como en casa. Hay peques que están aparentemente tranquilos en el centro, pero se muestran más inquietos en el hogar. A veces es su manera de expresar el estrés que les produce esta etapa de transición. Pueden demandar más cariño y atenciones, ser algo más revoltosos o incluso tener dificultades para conciliar el sueño por las noches.
5. Pero, ¿no tardará más en adaptarse si sabe que estoy cerca?
Cada vez más escuelas permiten a padres y cuidadores estar cerca de los niños durante el período de adaptación. Algunos adultos creen, sin embargo, que su presencia puede ser contraproducente. "Si sabe que estoy por aquí, recurre a mí y no se acostumbra", suelen explicar. No funciona de este modo. Es obvio que a los niños les gusta que sus padres estén cerca de ellos. Y es normal que en un entorno extraño como la escuela, al principio opten por pegarse a mamá y papá. Pero poco a poco, si respetamos su ritmo, comprobaremos que nuestra presencia les aporta seguridad para explorar y relacionarse con el educador y los compañeros. Es así como podrá construir los vínculos que le proporcionarán seguridad cuando nosotros no estemos.
6. Recursos para acompañar a tus hijos durante el período de adaptación a la escuela
Tanto si vas a estar muy presente durante el período de adaptación como si no tienes tanta disponibilidad como querrías, lo más importante es que seas consciente de lo que este proceso supone para tu hijo. Sé paciente, observa y escucha con atención y trata de transmitirle calma y confianza durante el tiempo que compartáis. En «Claves para criar desde el apego seguro», Soraya Sánchez nos ayuda a construir y cuidar nuestros vínculos con los niños. Carlos González nos ofrece las claves para comprenderles mejor en el curso «Necesidades afectivas de los niños». Y en el curso «Las emociones en los niños», Cristina Gutiérrez Lestón nos proporciona herramientas para trabajar la autoestima, la rabia, la tristeza, la comunicación...