Leer una poesía o un cuento puede suponer unos 5 o 10 minutos. Sin embargo, muchos padres argumentan que apenas tienen tiempo para compartir cada día esa clase de momentos con sus hijos. Es difícil imaginar una rutina laboral tan exigente que ni siquiera nos conceda ese ratito para leer junto a los peques. En realidad, en la mayoría de los casos es una cuestión de voluntad y hábitos. Nos hemos acostumbrado a gestionar el ocio de otro modo. No hay tiempo para leer, pero sí lo hay para ver dibujos animados o jugar con la tablet. Y dejamos la lectura para la escuela, como si lo único importante fuese aprender a leer y no aprender a amar la lectura.
En el curso «Los cuentos como base del aprendizaje», María Coca nos propone reencontrarnos con los cuentos, las rimas, los teatrillos... con esas propuestas de lectura compartida que seguramente disfrutaste en tu infancia, con tus padres; y que puedes disfrutar de nuevo ahora, junto a tus hijos o tus alumnos. "El cuento es un material de valores y enseñanzas. Genera magia, ilusión, expectativa... es conectar con la sorpresa, con las ganas de escuchar. Es un momento bonito entre niños y adulto. Genera un ambiente de calma, conexión y aprendizaje; algo muy valioso", explica María.
Porque, además de fortalecer vínculos, los 'momentos de cuento' pueden desempeñar un papel fundamental en el aprendizaje y en el desarrollo de los niños.
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La lectura compartida, un recurso para ayudar a los niños a encontrar la calma
En una de las lecciones más emocionantes del curso «La familia, primera escuela de emociones», Mar Romera nos invita a pensar en el ritmo de vida de los niños de hoy. Madrugones, prisas, escuela, actividades extraescolares... una considerable cantidad de obligaciones que, sumadas a las de sus padres, dejan muy poco tiempo para la pausa y la conexión. La lectura compartida nos ofrece un oasis de tranquilidad en ese páramo emocional en que a veces se convierten nuestras jornadas. "Leer juntos es pararnos a narrar y escuchar", comenta María Coca.
Es precisamente la conexión que se genera en esos instantes lo que hace que sean propicios para la educación en valores. De poco sirve soltar un sermón sobre el respeto a un niño de 4 años que acaba de pelearse con un amigo en el parque. Pero si aprendemos a elegir los relatos que compartimos con ellos, sí podemos ir dejando pequeñas semillas que florecerán poco a poco. "No se trata de darles grandes moralejas, ni de explicarles el significado de cada cuento. Ellos escuchan y extraen enseñanzas que después aplican en su juego libre, en sus relaciones sociales y en su vida", apunta María.
Tenemos la suerte de vivir una época de abundancia y variedad de cuentos y álbumes ilustrados de excelente calidad. En en las librerías y las bibliotecas hay opciones para disfrutar, para reír, para aprender, para afrontar situaciones difíciles... el secreto está en saber escoger. Ese es el objetivo de Paloma Balandis y Cristina Saraldi en el curso «Cuentos que cuentan», formación centrada en el desarrollo del criterio para aprovechar todas las ventajas de la lectura compartida.
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Los niños, la lectura compartida de cuentos y el aprendizaje
Además de nutrir y cuidar los vínculos entre niños y adultos, la lectura también es muy útil para apoyar contenidos más típicamente curriculares. Esto sucede, en buena medida, por el interés que leer despierta en los peques. "Con ilusión y emoción llegamos mejor al aprendizaje de los niños", sostiene María Coca. En el curso «Educar y aprender desde el entusiasmo», Marta y Lluvia Bustos nos muestran, de manera práctica, la gran importancia de las emociones en los procesos de aprendizaje.
"Con algunas historias podemos trabajar incluso conceptos matemáticos. No explicamos directamente qué es una suma o qué es una resta, pero ellos lo interiorizan y lo recuerdan", apunta María, licenciada en psicología y cofundadora del espacio 'Dejando huella'. En el curso «Los cuentos como base del aprendizaje» encontrarás ejemplos, indicaciones y consejos para compartir esta clase de relatos con tus hijos o alumnos.
La hora de los cuentos favorece la capacidad de concentración, escucha y procesamiento de información. Además, los niños pueden ejercitar después la memoria y la narración, repitiendo las historias a sus familiares o a sus amigos. No olvides que al compartir un cuento también se favorece la creación de imágenes internas, esenciales en el desarrollo de la lectoescritura. Un aspecto al que María Coca dedica una lección completa en el curso.